Un campamento recibe energía limpia de una empresa dirigida por personas refugiadas
Un campamento recibe energía limpia de una empresa dirigida por personas refugiadas
Vasco Hamisi se esmera revisando los paneles solares en Okapi Green Energy Limited, al noroeste del campamento de refugiados de Kakuma, en Kenia. Este refugiado congoleño es el autor material e intelectual que está al frente de un equipo que suministra energía no solo a los hogares de personas refugiadas, sino también a 200 negocios dentro y fuera del campamento.
“Decidí entrar en el mundo de las energías limpias porque cuando llegué, teníamos muchas dificultades para tener luz. Quienes tenían una linterna debían comprar baterías nuevas cada semana”, comentó. “Todos los días, cuando me despierto, siento la necesidad de contribuir positivamente a la comunidad en la que vivo”.
Vasco Hamisi llegó a Kakuma hace doce años tras huir de su pueblo en la República Democrática del Congo. En un principio, creó una organización comunitaria para ayudar a solventar las necesidades energéticas del campamento. Luego, constituyó Okapi Green Energy como empresa privada y recibió apoyo financiero de Power Africa y Smart Communities Coalition, a través de la African Development Foundation de Estados Unidos, para construir una pequeña planta solar de 10 kilovatios. Después, recibió apoyo adicional de EDP Portugal y Energy for Impact UK para redoblar el tamañao de la planta y así alcanzar a más beneficiarios.
Bitisho, refugiada congoleña y madre de tres hijos, administra una tienda que ofrece servicios de fotografía e impresión. Además, vende accesorios para teléfonos móviles. Sus clientes se frustraban siempre que se cortaba la electricidad, algo que ocurría constantemente. Ahora, le alegra que el suministro eléctrico sea constante y fiable gracias a la pequeña red de Okapi, que se encuentra a apenas unos metros de distancia de su tienda.
“Compré un refrigerador nuevo. Ahora vendo agua y bebidas frías. También vendo jugo de mango hecho cada día. Doy gracias por tener acceso a electricidad”, indicó.
Apenas el 1% de las más de 200.000 personas refugiadas en el campamento y en Kalobeyei, un asentamiento cercano, tienen acceso a electricidad a través de la red eléctrica principal. El resto depende de otras fuentes más costosas, inestables y poco fiables.
En 2019, Smart Communities Coalition apoyó a MAKE Change for Refugees, un conjunto de iniciativas que busca progresar en la planeación energética integrada en Kakuma y Kalobeyei, con una evaluación que reveló que existen unos 30 operadores de pequeñas plantas eléctricas informales diesel que suministran energía a hogares y negocios en el campamento. Los operadores venden la energía durante un par de horas al día, pero cobran altas tasas a las personas refugiadas y, con frecuencia, utilizan cableado de baja calidad. La mayoría de los hogares paga entre $5 y $30 dólares (USD) al mes, pero no cuenta con medidores para conocer su consumo con precisión.
Si bien la pequeña planta eléctrica de Okapi es, de momento, la única fuente de energía limpia en Kakuma, en el caso de Kalobeyei, las pequeñas granjas solares de 60 kWp que instaló GIZ, la Agencia Alemana de Desarrollo, que es socia de ACNUR, suministran energía a cuatro escuelas, dos hospitales, una oficina en el terreno de ACNUR, un taller de formación y cientos de hogares y pequeñas empresas.
Mejorar el acceso a fuentes de energía limpia y sostenible constituye una prioridad para ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en Kenia y en muchos otros países que han dado acogida a las personas refugiadas en regiones donde el suministro de energía es limitado, costoso o contaminante. La Estrategia Global de Energía Sostenible de ACNUR se enfoca en mejorar la protección y el bienestar de las personas refugiadas mientras se reduce el impacto ambiental de las operaciones transitando hacia las energías limpias.
Se han emprendido algunas acciones para alcanzar este objetivo. Con apoyo de los donantes, ACNUR y sus socios han instalado trece pozos solares y han mejorado dos instalaciones sanitarias con sistemas solares en Kakuma y Kalobeyei.
Empresas como Okapi requieren más apoyo para seguir suministrando energía limpia a los hogares de personas refugiadas.
“Las personas deben contar con agua en cualquier momento”.
Vasco se siente feliz de poder aportar a las soluciones de energía limpia en el campamento, donde la mayor parte de las familias refugiadas no tiene posibilidades de costear el servicio de luz en sus hogares.
“La energía solar permitirá que las personas refugiadas ahorren y utilicen los fondos para necesidades más apremiantes”, señaló Vasco, quien explicó que, en lugar de pagar $15 dólares (USD) por energía poco confiable, las personas refugiadas solo pagan la mitad de ese costo para recibir energía limpia.
Vasco piensa que el proyecto Okapi podría replicarse en otras áreas de Kakuma y en otros lugares, lo cual generaría muchos empleos. De momento, su plantilla cuenta con diez trabajadores; la mayor parte, personas refugiadas.
“Las personas deben poder acceder a energía en cualquier momento”, señaló.