Brasil: ayuda de vivienda reduce los riesgos y mejora la vida de las familias venezolanas en Manaos
Brasil: ayuda de vivienda reduce los riesgos y mejora la vida de las familias venezolanas en Manaos
MANAOS, Brasil - Cristina Duarte* y su familia salieron de Venezuela en febrero de este año “con una mano adelante y otra atrás”, como ella misma dice. Sentada en la cocina de la modesta casa donde vive en Manaos (capital del estado de Amazonas, en Brasil), cuenta que la inseguridad, la violencia y los desafíos socioeconómicos en su país se volvieron insoportables.
Así que ella, su esposo y sus dos hijos dejaron a sus familiares, amigos y pertenencias, incluso una casa, cruzaron la frontera con Brasil y se establecieron en Boa Vista (capital del estado de Roraima), donde solicitaron la condición de refugiados. Allí vivieron durante 15 días en una plaza de la ciudad, antes de ser encaminados a un albergue para solicitantes de asilo y migrantes venezolanos.
Decididos a “enfrentar cualquier dificulta para recomenzar su vida”, ella y su familia se inscribieron voluntariamente al programa de reubicación del Gobierno federal de Brasil, que ofrece a los venezolanos en Roraima la posibilidad de ser trasladados a otras ciudades del país, donde existen mejores perspectivas de integración, y llegaron a Manaos el pasado mayo, en un avión de la Fuerza Aérea Brasileña.
Nuevamente acogidos en un albergue, permanecieron por un breve período en el lugar, antes de mudarse a la casa donde viven ahora, junto al cuñado de Cristina y su esposa.
La casa de cuatro habitaciones es sencilla y está equipada con electrodomésticos básicos, como cocina, nevera, televisión y ventilador. El esposo y el hermano de Cristina ya están trabajando. Ella se divide entre empleos ocasionales y el cuidado con los niños, que aún no están en la escuela. Embarazada, su cuñada ayuda a cuidar de la casa y de los sobrinos, que ya tienen varios amigos en el vecindario.
“Compramos todo lo que tenemos, y eso nos enorgullece. Pero aún queda mucho por lograr”, afirma Santiago*, el esposo de Cristina, al llegar a casa tras un día de trabajo como ayudante de cocina en un restaurante de Manaos.
Además de contar con mucha determinación y resiliencia, Cristina y su familia están reorganizando su vida con el apoyo de ACNUR (la Agencia de la ONU para los Refugiados) y sus socios, entre ellos, la Dirección General de Ayuda Humanitaria y de Protección Civil de la Comisión Europea, (ECHO) y la Cáritas Arquidiocesana de Manaos.
A través de un proyecto financiado por ECHO para atender las necesidades de las personas venezolanas más vulnerables, la familia de Cristina, al igual que otros miles de venezolanos, fue acogida en albergues adecuados, donde recibió alimentación, atención médica y artículos de primera necesidad.
Como incentivo para dejar el albergue en Manaos y así darles campo a otros venezolanos, la familia Duarte recibió ayuda financiera para cubrir tres meses de alquiler y otros gastos domésticos, como luz, agua y gas. Eso le dio al esposo de Cristina la seguridad necesaria para conseguir un empleo regular y estabilizar la situación económica de la familia.
“Pasamos por una situación de calle que nunca habíamos vivido. Estamos muy agradecidos por toda la ayuda que recibimos y estamos orgullosos de nuestra situación. Nuestra vida ahora es en Brasil”, dice Santiago. “Nunca he trabajado antes, pero voy a comenzar una nueva etapa de mi vida. Con este apoyo, conseguimos ahorrar parte del salario y pagar el alquiler sin estrés. Ahora planeamos comprar una moto”, revela Cristina.
En Manaos, el programa de ayuda de vivienda financiado por ECHO para apoyar el acceso de venezolanos a la vivienda es implementado por la Cáritas Arquidiocesana, entidad socia de ACNUR. Casi 300 personas ya se beneficiaron del programa y pudieron alquilar casas en diferentes barrios de la ciudad. Actualmente, más de 90 casas ya fueron alquiladas por estas familias.
“Este programa permite que las personas refugiadas y solicitantes se integren a la sociedad, con la oportunidad de una vivienda digna, de capacitarse, conseguir un empleo o abrir su propio negocio. El programa ofrece la perspectiva de una nueva ciudadanía en un nuevo país”, afirma el vicepresidente de la Cáritas Arquidiocesana de Manaos, Padre Orlando Barbosa.
Los equipos de Cáritas apoyan en la elaboración de los currículos profesionales y en la colocación de los adultos en el mercado del trabajo, además de encaminar a las personas solicitantes de la condición de refugiado y migrantes a los servicios de salud y otros servicios públicos.
Las familias beneficiarias de ayuda en efectivo para el acceso a vivienda reciben tres transferencias, realizadas tras la presentación de los recibos de alquiler y de otros gastos habitacionales. Las viviendas identificadas para el proyecto están en lugares seguros y próximos a escuelas y puestos de salud. Los asistentes sociales comprueban si las familias están alcanzando la autosuficiencia económica e identifican si existen otras necesidades de protección.
"Somos parte de la historia de estas familias, y esto es muy gratificante"
“Tenemos a mano un instrumento para ayudar a las personas con necesidades de emergencia. Llegan con poca esperanza, y nosotros somos un haz de luz delante de tanto sufrimiento. Somos parte de la historia de estas familias, y esto es muy gratificante”, afirma Roberto Guedes, auxiliar financiero de la Cáritas Arquidiocesana de Manaos, responsable de hacer los pagos financiados por el proyecto.
En la fila para ser atendida bajo el programa está Alicia Diaz*, que a sus 67 años dejó Venezuela con la hija Andreina* y llegó a Manaos el junio pasado. Después de dos días viviendo en la estación de autobuses de la ciudad, ellas fueron trasladadas por Cáritas en uno de los albergues de la ciudad. Con problemas de salud, Alicia fue identificada como beneficiaria del programa de ayuda de vivienda financiado por ECHO.
Alicia y su hija dejaron el albergue y se mudaron a un pequeño apartamento que comparten con una migrante haitiana. La hija, que es ingeniera, está montando un negocio de comida para aumentar los ingresos familiares. Ambas han contado también con la solidaridad de los vecinos para estabilizarse.
“Ahora tenemos más privacidad y tranquilidad. Puedo cuidar de mi madre, que requiere una alimentación balanceada. Esperamos poder ayudar a otras personas, así como hemos sido ayudadas. El objetivo es caminar con nuestras propias piernas”, afirma Andreina.
Para el jefe de la oficina de terreno de ACNUR en Manaos, Sebastián Roa, el programa de ayuda de vivienda tiene impactos positivos a nivel local. “El proyecto da autonomía a las personas para gestionar sus gastos, inyecta recursos en la economía local y apoya a los más vulnerables a alcanzar su autosuficiencia. También debemos reconocer el apoyo de muchos amazonenses, que en este momento difícil ofrecen una mano amiga a estas familias”, observa Roa.
Se estima que 2,6 millones de venezolanos están viviendo fuera de su país debido a una compleja situación política y socioeconómica. Entre las razones que llevan a estas personas a dejar su país están inseguridad y la violencia, la reducción de sus ingresos y la dificultad para obtener alimentos, medicinas y servicios esenciales.
Cerca del 70% de estos venezolanos están en países de América del Sur, siendo Brasil uno de los destinos de quienes buscan protección y asistencia. Según datos del Gobierno federal, más de 65.000 venezolanos ya solicitaron la condición de refugiado en Brasil. Otros 19.000 solicitaron residencia temporal.
En Manaos, ya son más de 8.800 las solicitudes realizadas por personas venezolanas desde el año 2017 hasta agosto de este año. Cerca de 600 personas están acogidas en albergues de la ciudad, siendo que al menos 180 llegaron a la ciudad por medio de la estrategia de reubicación.
(*) Nombres cambiados por motivos de seguridad.