El fútbol mantiene vivos los sueños de la juventud refugiada en el campamento de Kakuma en Kenia
El fútbol mantiene vivos los sueños de la juventud refugiada en el campamento de Kakuma en Kenia
Mientras el sol se oculta en el horizonte, proyectando largas sombras sobre el polvoriento campo de fútbol del campamento de refugiados de Kakuma, al noroeste de Kenia, un jugador – Abdirahman Sheuna – destaca no solo por sus hábiles movimientos y giros con el balón, sino porque la mayoría de los demás jugadores son más altos que él.
Con solo 14 años, la determinación de Abdirahman para competir junto a niños y jóvenes de mayor edad refleja su ambición y su pasión por el deporte rey. Sus pies se mueven con elegancia por el suelo seco y poco uniforme, dejando a su paso nubes de polvo y defensas desconcertados. Su entrenador le saluda orgulloso.
Está preparándose para una dura competencia intercolegial organizada por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y el gobierno del condado de Turkana. El evento, bautizado como “Festival de fútbol escolar de Kakuma”, coincidió con la recién concluida Copa Africana de Naciones (AFCON, por sus siglas en inglés).
“Cuando juego con chicos de mi edad, no me siento desafiado, adquiero muchas habilidades jugando contra los mayores”, explicó Abdirahman.
Los jóvenes constituyen la mayoría de las 275.000 personas refugiadas que viven en Kenia, y el fútbol es, con diferencia, el pasatiempo más popular. Se ha convertido en parte del tejido del campamento, con 26 equipos profesionales masculinos y femeninos en Kakuma y cientos más de equipos de aficionados, lo que brinda a la juventud una oportunidad única de expresar su talento y perseguir sus sueños.
Abdirahman nació en Kakuma en 2010, apenas dos años después de que sus padres y hermanos mayores cruzaran la frontera con Kenia huyendo del conflicto en Somalia.
“Kakuma es un buen lugar. No hay guerras, solo calma”, asegura Abdirahman. “Si tengo la suerte de dejar Kakuma para ir a otros lugares lejanos, hay muchas cosas que extrañaré”.
Después de una larga sesión de entrenamiento, Abdirahman camina de vuelta hacia la casa de su familia con sus compañeros de equipo, cada uno hablando de sus esperanzas para el futuro.
“En Kakuma, todos tenemos sueños; algunos quieren ser grandes futbolistas y trasladarse a otros lugares, otros quieren ser grandes músicos, pero... no tenemos la oportunidad de demostrar nuestro talento”, afirma.
El fútbol se ha convertido en una parte importante de la vida de Abdirahman y en una fuerza de unión entre las diversas comunidades del campamento en el que vive, reuniendo a jugadores de diferentes culturas y orígenes.
“Kakuma tiene una larga historia de logros deportivos y ACNUR entiende que el deporte puede ser una herramienta importante para la protección”, señala Nicolas Kaburaburyo, Responsable de la Suboficina de ACNUR en Kakuma. “Aquí en el campamento, el fútbol da a la población refugiada un sentimiento de pertenencia, refuerza su confianza en sí misma y ofrece una fuente de esperanza lejos de casa. Seguiremos trabajando con la comunidad refugiada y los socios para mejorar las actividades deportivas”.
En casa, el padre de Abdirahman, Sheuna Hamadi Hussein, quien también fue futbolista en su juventud, describe a su hijo como intrépido.
“Yo también jugaba con la camiseta número 6”, afirma. “Pero él es un poco mejor que yo, es más rápido. Los jugadores mayores a veces intentan derribarle porque les avergüenza. Pero a él no le gusta jugar con otros niños [de su edad], le gusta jugar con los mayores”.
“Mi esperanza es que Abdirahman cambie algún día su vida y nuestras vidas a través del fútbol”, añadió Sheuna.
A pesar del talento y empeño de Abdirahman, sus sueños de convertirse en futbolista profesional se enfrentan a una serie de desafíos en el campamento, como la falta de equipamiento decente y de espacio para jugar, ya que muchos campamentos se ven desbordados por la creciente población.
“No tenemos balones ni camisetas y muchas cosas más. Pero a pesar de ello, utilizamos todo lo que podemos para entrenar”, explica.
El día del torneo, el equipo de Abdirahman jugó en la categoría masculina sub-14, pero fue derrotado por un equipo de la escuela primaria local Pokotom de Kenia en la primera ronda.
Abdirahman se tomó el contratiempo con calma, y utilizó la experiencia para motivarse aún más e inspirarse en su héroe Sadio Mané, cuya selección senegalesa perdió contra el anfitrión, Côte d'Ivoire, en cuartos de final del reciente torneo de la AFCON.
“Odio irme de un partido sin anotar, así que me digo a mí mismo que tengo que regresar y entrenar más duro”, afirma. “Sueño con ser como Sadio Mané porque tiene experiencia... es fuerte y cree en sí mismo cuando juega al fútbol”.
De regreso a la escuela, Abdirahman mostraba con orgullo su medalla por participar en el torneo mientras relataba sus hazañas sobre el campo a sus amigos de la escuela.
“Cuando juego al fútbol, me siento muy bien, me siento famoso, me siento el mejor del partido”.
“Cuando juego con chicos de mi edad, no me siento desafiado”.