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La farofa como expresión del patrimono cultural de los refugiados indígenas en Brasil

Historias

La farofa como expresión del patrimono cultural de los refugiados indígenas en Brasil

En el Día Nacional de los Pueblos Indígenas en Brasil, rescatamos la historia ancestral y patrimonio inmaterial de la farofa, en la vida y cultura de las personas indígenas refugiadas en Brasil.
7 Febrero 2025
Un hombre con camiseta azul, sostiene una pala de madera grande con la que prepara un alimento de color amarillo en un espacio al aire libre

Preparación de farofa en la comunidad indígena de Sorocaima, en Roraima.

La población indígena venezolana en Brasil – principalmente las etnias warao, e'ñepa y taurepang – ha encontrado refugio en diversas regiones del país, incluidas las tierras indígenas brasileñas. Entre ellas, la Comunidad Indígena Sorocaima, situada en la Tierra Indígena de São Marcos, Roraima, se ha convertido en un importante lugar de acogida.

Los taurepang, grupo indígena brasileño que habla la misma lengua y comparte lazos de parentesco con los taurepang venezolanos (también conocidos como pemon), acogen a esta población desde que se agravó la situación en Venezuela. Esta estrecha relación facilitó la inclusión de las personas recién llegadas, quienes encontraron consuelo en las similitudes culturales entre la comunidad de acogida y la suya.

En medio del desplazamiento y de las difíciles circunstancias que supone el desarraigo de su tierra natal, las comunidades indígenas venezolanas se han esforzado por preservar sus prácticas culturales, como la preparación de la farofa. Este plato tradicional, elaborado con harina de mandioca, se ha convertido en un símbolo de resiliencia y continuidad cultural. Su preparación es una actividad comunitaria significativa para estas personas refugiadas, así como para otros pueblos indígenas de la Amazonia. Reunirse para preparar esta comida no solo sustenta físicamente a la comunidad, sino que también refuerza su identidad cultural, sirviendo de canal de diálogo entre los pueblos indígenas, así como entre ellos y los seres no humanos. Es, por tanto, un vínculo vital con su patrimonio cultural inmaterial.

Como parte del enfoque de protección comunitaria de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, los esfuerzos se centran en apoyar a las comunidades indígenas a través de programas que respeten su patrimonio cultural único y satisfagan sus necesidades específicas. En cooperación con el gobierno brasileño y otros socios humanitarios, ACNUR ofrece servicios que garantizan un entorno protector en el que la población refugiada indígena puede mantener sus prácticas culturales al tiempo que recibe el apoyo necesario para su inclusión y supervivencia. En Sorocaima, por ejemplo, el crecimiento de la población ha llevado al desarrollo de planes de trabajo y generación de ingresos, particularmente a través de la agricultura familiar, que ha sido clave para fortalecer la resiliencia y autosuficiencia de los refugiados.

La preparación de la farofa, en este contexto, simboliza algo más que el sustento: promueve el espíritu comunitario y refuerza la resiliencia.

La cultura alimentaria compartida entre las personas refugiadas indígenas venezolanas y las taurepang brasileñas ha reforzado los lazos, promoviendo la coexistencia pacífica. Este intercambio cultural ha resultado vital para la cohabitación de los dos grupos, ya que comparten costumbres y tradiciones similares arraigadas en su conexión ancestral. El rol de ACNUR en este proceso es crear un entorno favorable para que estas prácticas culturales prosperen, garantizando el bienestar de las comunidades desplazadas.

Al apoyar iniciativas de preservación cultural, como la preparación de farofa, y al ayudar a desarrollar oportunidades de medios de vida, como la agricultura familiar, ACNUR promueve la resiliencia y la cohesión de la comunidad. Estos esfuerzos son cruciales para mantener la identidad cultural de la población refugiada al tiempo que se les capacita para construir un futuro sostenible.

Sin embargo, sigue habiendo retos. Las personas refugiadas indígenas se enfrentan a obstáculos como a barreras lingüísticas, que dificultan su acceso a servicios esenciales y su plena integración en la sociedad brasileña. Persisten las lagunas en los servicios de protección, así como en educación, salud y recursos, lo que subraya la necesidad de un apoyo continuado por parte de ACNUR y sus socios.

El compromiso con la coexistencia pacífica con las poblaciones indígenas brasileñas locales, como los taurepang, sigue siendo un pilar del enfoque de ACNUR. Las experiencias compartidas y el apoyo mutuo entre las comunidades indígenas venezolanas y brasileñas destacan la importancia de los programas culturalmente sensibles que abordan las necesidades específicas de las poblaciones desplazadas. ACNUR seguirá centrándose en la preservación de las culturas indígenas, garantizando que las personas refugiadas puedan vivir con dignidad, mantener su lengua y sus prácticas culturales, y fortalecer las comunidades que las han acogido.