La juventud refugiada lidera la lucha contra el cambio climático en el campamento de Tongogara, Zimbabue
La juventud refugiada lidera la lucha contra el cambio climático en el campamento de Tongogara, Zimbabue
Jeanne Muhimundu recuerda vívidamente el día en que el ciclón Idai azotó el campamento de refugiados de Tongogara en marzo de 2019. La ahora refugiada ruandesa de 21 años estaba en casa con sus padres y sus cinco hermanos cuando fuertes vientos y lluvias torrenciales azotaron la zona.
“Nuestra casa quedó seriamente dañada”, relata. “Muchas personas se quedaron sin hogar en las comunidades de personas refugiadas y locales. También murió nuestro ganado”.
Aunque menos graves, los ciclones Charlene, en 2021, y Ana, en 2022, también afectaron al campamento. Tongogara está cada vez más expuesto a ciclones, lluvias torrenciales y temperaturas muy elevadas. El cercano río Sabi se desborda con regularidad, forzando a las personas refugiadas a huir de sus alojamientos y, en verano, las temperaturas alcanzan con frecuencia los 45°C. En la región del sur de África, otros campamentos de refugiados y de desplazados internos de Angola, la República Democrática del Congo (RDC), Malawi, Mozambique y Zambia son igualmente vulnerables al clima.
“Todos estos desastres hicieron que me diera cuenta de cómo las personas pueden perder sus medios de vida, sus casas; cómo sus vidas pueden cambiar en un minuto. Lo que viví y presencié en el campamento me hizo querer actuar”, comenta Jeanne, explicando su decisión de unirse a la Coalición de Refugiados para la Acción Climática (RCCA, por sus siglas en inglés), un grupo creado por jóvenes activistas refugiados en abril de 2020 para sensibilizar a los residentes de los campamentos sobre los impactos del cambio climático y la necesidad de preservar su entorno.
Dos mil árboles plantados
El campamento de Tongogara se creó en 1984 para acoger a la población refugiada mozambiqueña que huía de la guerra civil en su país. En la actualidad alberga a alrededor de 16.000 personas, principalmente de Burundi, Mozambique y Ruanda. A medida que las nuevas oleadas de refugiados buscaban protección en Tongogara durante las dos últimas décadas, se talaron muchos árboles para obtener leña, construir alojamientos y producir carbón para uso personal y para generar ingresos.
“Cuando mi familia y yo llegamos de la RDC en 2010, había árboles por todas partes”, recuerda Elie Tshikuna, otro joven activista ambiental y miembro fundador de la RCCA. “A medida que el campamento crecía con más refugiados, se talaban más árboles. Yo solía encontrar sombra bajo los árboles de camino a la escuela cuando hacía calor. Eso ya no existe. Ahora los árboles están principalmente en las afueras del campamento”.
Al igual que Jeanne, Elie, de 23 años, se ha comprometido a hacer de la Tierra un lugar mejor. Él y otros miembros de la RCCA convocan periódicamente a entre 30 y 50 jóvenes refugiados para plantar árboles.
“Así es como se cura la Tierra”, explica. “Al plantar árboles, estamos dando un mensaje directo a los líderes mundiales de que queremos menos monóxido de carbono y sustancias relacionadas con el carbono en la atmósfera. También es una forma de fomentar la responsabilidad en la niñez y la juventud, ya que crecen sabiendo que cada árbol talado debe ser reemplazado”.
Además de proporcionar sombra en verano, los árboles actúan como cortavientos durante las tormentas y evitan la erosión del suelo. Desde 2020, la RCCA ha plantado unos 2.000 árboles en Tongogara y sus alrededores, entre ellos árboles frutales de mango, macadamia, papaya, limón y naranja, que aportan beneficios adicionales a la comunidad.
Cambio de mentalidad
Cuando empezaron su labor de concienciación en Tongogara, los miembros de la RCCA se enfrentaron a la resistencia de otras personas refugiadas. El cambio climático y los problemas ambientales eran desconocidos y no se percibían como prioritarios. “Creo que hemos hecho un gran trabajo para cambiar la mentalidad”, señala Elie con orgullo. “Hemos interactuado con más de 2.000 niñas, niños y jóvenes a través de campañas de sensibilización. Nos tomamos el tiempo de explicarles que el cambio climático es una crisis mundial y que su acción en Tongogara forma parte de la respuesta mundial”.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y sus socios en Tongogara contribuyen a los esfuerzos de la población refugiada por hacer del campamento un lugar más verde. “Estamos intentando promover fuentes alternativas de energía, como el uso de residuos animales o vegetales”, explica Yuhei Honda, de ACNUR en Tongogara. “Tenemos la esperanza de que este tipo de alternativas aumenten”.
ACNUR también ha instalado sistemas solares para alimentar cinco pozos de agua en el campamento, en lugar de los habituales generadores alimentados por combustible.
Las campañas de limpieza son otra actividad importante organizada por la RCCA. Todos los primeros viernes de cada mes, docenas de jóvenes refugiados equipados con guantes, escobas y contenedores se despliegan por el campamento para recoger basura como latas de refresco vacías, botellas y bolsas de plástico, y restos de carbón.
“Todo abandonado por personas que claramente no tienen ni idea del impacto negativo que generan en el medio ambiente”, comenta Gawaar Juich, un refugiado sursudanés de 27 años cuya casa quedó completamente destruida cuando el ciclón Idai azotó Tongogara. “Es un proceso largo educar a las personas, sobre todo a las generaciones mayores que tienen la costumbre arraigada de tirar la basura en cualquier sitio. Esperamos convencerles poco a poco de que utilicen métodos más ecológicos para deshacerse de la basura”.
El hecho de que niñas, niños y jóvenes participen en estas campañas es un gran logro para Gawaar y sus colegas. Los niños les han dicho que aconsejan a sus padres a no tirar la basura en cualquier sitio, sino en los contenedores designados. También han dejado de quemar plástico y PVC porque ahora entienden los riesgos para la salud.
“Disfruto mucho dirigiendo sesiones sobre acción climática y preservación del medio ambiente con niñas y niños”, asegura Jeanne. “Les educamos sobre el problema del cambio climático y sus repercusiones. También les decimos que es un problema muy grave a nivel mundial y lo que pueden hacer para mitigar sus efectos”.
- Ver también: Personas refugiadas y desplazadas por el cambio climático piden mayor inclusión en la COP28
Los jóvenes activistas ambientales imaginan un campamento libre de todo material no biodegradable, lleno de árboles y con sistemas adecuados de gestión de residuos. Mientras tanto, tienen un mensaje para los líderes mundiales que asisten a la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático – COP28, que comenzó en Dubai la semana pasada.
“Es momento de que ellos, de que nosotros, asumamos la responsabilidad de nuestros actos como humanidad”, afirma Elie. “Algunos de los daños causados a la Tierra son irreversibles. Pero mis esperanzas son que actuemos a tiempo para detener el cambio climático o reducir sus efectos, y apoyar y proteger a la próxima generación. No creo que estemos perdidos todavía”.
"Lo que viví y presencié en el campamento me hizo querer actuar”.