"Para mí es importante ofrecer protección a quienes están pasando por lo que enfrentó mi familia"
"Para mí es importante ofrecer protección a quienes están pasando por lo que enfrentó mi familia"
Catalina Sampaio, de 25 años, trabaja con la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en Brasil desde 2014. Empezó como asistente de protección en Boa Vista y ahora es la jefa de la Unidad de Terreno de ACNUR en Manaos. En su nuevo puesto, una de sus responsabilidades es liderar la respuesta de ACNUR en la protección y acogida de las personas que llegan de Venezuela.
En esta entrevista, Catalina comparte algunos de los momentos más significativos de su trabajo con las personas refugiadas y migrantes.
¿Puedes describirnos el trabajo de ACNUR en el norte de Brasil?
Nuestro trabajo aquí es dar apoyo al Gobierno brasileño para garantizar la debida protección y ofrecer ayuda a las personas refugiadas y desplazadas, principalmente de Venezuela, para que puedan tener un lugar seguro para dormir, acceso a alimentos, agua y medicamentos. El año pasado, más de 10.000 venezolanos y venezolanas se beneficiaron de los albergues de emergencia en el norte de Brasil y más de 4.000 fueron reubicados a otras ciudades, con el apoyo de ACNUR y sus socios.
¿Por qué este trabajo es tan importante para ti?
Gran parte de mi familia fue refugiada y tuvo que huir de la persecución política en América del Sur. La ayuda y la protección internacional que recibieron fueron fundamentales para que pudieran reconstruir sus vidas. Sus experiencias, todo lo que enfrentaron, son mi mayor inspiración para continuar ayudando a las personas refugiadas. Es muy importante para mí poder ofrecer esta protección que salva vidas a las personas que enfrentan el mismo calvario por el que pasó mi familia.
¿Cuál es el lado más gratificante de tu trabajo?
El objetivo de mi trabajo es coordinar las actividades de ACNUR en Manaos, ayudando al Gobierno a garantizar que las personas refugiadas y desplazadas puedan tener acceso a sus derechos, en este caso principalmente las personas venezolanas. Cuando encontramos a las personas refugiadas y solicitantes de asilo por primera vez, normalmente están en condiciones de extrema vulnerabilidad y necesitan asistencia inmediata. Algunas personas llegan gravemente quemadas por el sol y con hambre. Algunos caminan más de 200 Km para llegar aquí.
Al llegar, con frecuencia no tienen información sobre dónde ir, es por eso que el centro de recepción en Pacaraima, gestionado por ACNUR y sus socios, es tan importante. Allá las personas recién llegadas reciben información sobre los servicios esenciales disponibles para ellas aquí en Brasil, como los servicios de salud. Las personas que llegan son muy solidarias entre sí, así que se comunican y se organizan para asegurarse de que todos conozcan sus derechos. Apoyar a estas personas para que puedan reconstruir sus vidas y volverse más fuertes es muy gratificante. También quedo muy feliz cuando veo que están recobrando su independencia, y cuando eso pasa siempre me lo quieren contar: “Mira, ¡ya me puedo mantener! ¡Estoy bien, estoy viviendo mi vida!”
¿Cuál es la parte más dura?
Por otro lado, es desafiante cuando no podemos atender individualmente todos los casos que nos llegan. A menudo tenemos que ocuparnos de diferentes casos con múltiples niveles de riesgo y no podemos dar respuesta a todos los casos de forma inmediata. En situaciones como esas, debido a recursos limitados, tenemos que priorizar los casos más urgentes, que requieren acción en menos de 24 horas. Sabemos que en una situación humanitaria todo es urgente, por eso mismo la parte más difícil de este trabajo es identificar y clasificar las prioridades.
Por ejemplo, eso pasó con un número creciente de personas venezolanas que llegaron a Boa Vista, la ciudad donde estuve trabajando. Nuestro rol en identificar a quiénes necesitan ayuda urgente empieza con las personas recién llegadas en situación de calle. Con la información correcta, podemos encaminarlas todas para los albergues. Brindar protección a tantas personas en una sola vez es muy gratificante.
¿Cuál fue el culmen de tu trabajo en el último año?
Mi mejor recuerdo es de mayo de 2018, cuando ACNUR, en conjunto con otros socios, abrió el albergue temporal de emergencia Jardim Floresta, el primero en la zona, donde aproximadamente 600 personas vulnerables, en situación de calle, pudieron finalmente encontrar un lugar seguro donde dormir. Proporcionamos ayuda con el establecimiento voluntario de familias con niños y bebés, mujeres, adultos mayores y hombres que necesitaban asistencia inmediata.