Personas refugiadas de Ucrania en Polonia pasan la Navidad en el exilio por primera vez
Personas refugiadas de Ucrania en Polonia pasan la Navidad en el exilio por primera vez
En el alféizar sobre la cama de Kateryna hay un pequeño árbol de Navidad que modestamente sustituye el que ella, su esposo y sus tres hijos tendrían en su hogar en Ucrania.
“Con o sin guerra, los niños deben celebrar la Navidad”, indicó Kateryna, quien se ha asegurado de que haya un par de obsequios debajo del árbol, ya que, como muchas personas de Ucrania, celebrará la Navidad ortodoxa este fin de semana, el 7 de enero.
Kateryna está sentada en un catre en un gran salón que comparte con varias docenas de refugiados. Arsen, de dos años, está sentado en las piernas de Kateryna, tratando de captar su atención. Valentin, de 11 años, está en otro catre leyendo un libro, mientras Arina, de siete años, juega con otros niños en el pasillo. Mykhailo, el esposo de Kateryna, está en el trabajo.
“Con o sin guerra, los niños deben celebrar la Navidad”.
El edificio en el que viven solía ser una oficina, pero el Centro Municipal de Bienestar Social de Cracovia lo convirtió en un albergue para refugiados cuyas instalaciones satisfacen necesidades básicas, pues contiene 410 camas, ropa de cama, vestimenta, alimentos y agua caliente; además, está limpio y es cálido. Sin embargo, no hay cabida para la tranquilidad ni la privacidad que necesitan con desesperación las personas que huyeron de la guerra.
Cuando estalló la guerra, el 24 de febrero de 2022, Kateryna optó por esperar: más que la propia guerra, la asustaba llevar a sus hijos a un país del que ella misma no sabía nada. “En aquel momento, pensé que era fuerte y que podría manejar la situación”, comentó. “Pero me di cuenta de que estaba equivocada en cuanto escuché el silbido de los misiles acercándose”.
Kateryna y sus hijos estaban dando un paseo a principios de marzo, en Krivói Kryvyi Rih, una ciudad en el centro de Ucrania, cuando vieron las explosiones.
“Mi esposo, mis hijos y yo huimos ese mismo día. Apenas pudimos tomar una valija”.
Por ley, los hombres en edad de alistarse no tienen permitido salir de Ucrania; sin embargo, quedan exentos quienes, como Mykhailo, tienen tres o más hijos.
Un informe publicado por ACNUR y por REACH en diciembre revela que, si bien las llegadas no han cesado, de 1,5 millones de personas refugiadas de Ucrania que se registraron en Polonia, la mayoría llegó hace más de seis meses (es decir, en marzo o abril), tras huir de zonas afectadas por la guerra, primordialmente en el sur y el este de Ucrania.
Muchas no cuentan con recursos económicos suficientes para adquirir artículos esenciales; de hecho, el 69% de las personas encuestadas indicaron que el dinero es lo que más necesitan, y un 40% mencionó que el alimento es lo que más falta le hace.
Las prioridades de Kateryna y de su familia cambiaron desde que Mykhailo encontró un empleo en la construcción. “Podemos adquirir alimento y vestido, así que no dependemos de la asistencia humanitaria, que creemos es más necesaria para otras personas”, señaló Kateryna. Ahora, la prioridad familiar es salir del albergue, pero no han logrado rentar un apartamento con tan solo un ingreso, que además no es cuantioso.
En contraste con la familia de Kateryna, Valentina (83 años) no podría sobrevivir sin ayuda humanitaria. Ella llegó a Polonia el 29 de marzo. Huyó de Kramatorsk, una ciudad en la región Donetsk que ha sido fuertemente bombardeada desde que inició la guerra. Valentina logró escapar junto a Oksana, su hija de 48 años, y Zhanna, su nieta de doce. “Un misil cayó en la estación de trenes de Kramatorsk un par de días después de que abandonamos la ciudad. Murieron sesenta personas”, narró Valentina. “Temía que alguno de mis seres queridos estuviera entre las víctimas”.
La familia de Valentina se encuentra entre las casi 300.000 personas refugiadas en Polonia que recibieron ayuda en efectivo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en la primera etapa de crisis, cuando muchos refugiados no tenían acceso al apoyo del Estado. Más tarde, Valentina también empezó a recibir apoyo financiero del gobierno polaco. Debido a su edad, Valentina no puede trabajar ni cuidar de su nieta, así que la responsabilidad recae en Oksana. Si no fuera por el albergue y la ayuda que reciben allí, la vida sería insostenible para ellas.
“Agradezco enormemente lo que hemos recibido de la población polaca, de las organizaciones humanitarias y de los voluntarios”, comentó Valentina. “Tengo todo lo que necesito. No tengo frío, tengo qué comer, tengo un lugar dónde dormir. Todas las personas que están aquí son muy amables y serviciales”.
En la primera Navidad que Valentina pasará en el exilio están presentes la esperanza y la ansiedad. Por un lado, Valentina no pierde la esperanza de que la paz reine nuevamente en Kramatorsk y, por tanto, de que ella pueda volver a casa; por otro lado, no deja de preocuparse por sus seres queridos. “Mi nieto se quedó allá, así que rezo para que sobreviva”, compartió Valentina.
Desde que empezó la guerra en Ucrania, Polonia ha sido uno de los países que más refugiados ha recibido; de hecho, se esperan más llegadas durante el invierno. “La respuesta de las autoridades polacas, en todos los niveles, y de la sociedad civil ha sido extraordinaria”, recalcó Kevin Allen, representante de ACNUR en Polonia. “ACNUR y otras organizaciones humanitarias están apoyando esta labor, con especial énfasis en las personas refugiadas en mayor situación de vulnerabilidad”.
En vista de que la mayor parte de estas personas no piensa volver a Ucrania en el futuro cercano, el año que recién empieza está cargado de incertidumbre. Si bien muchos esperan encontrar un empleo y, de esa forma, mejorar sus condiciones de vida, hay personas que, como Valentina, seguirán necesitando protección y ayuda humanitaria.