Un apátrida rohingya hace realidad su sueño de convertirse en fisicoculturista
Un apátrida rohingya hace realidad su sueño de convertirse en fisicoculturista
Cuando Noor Kabir vio la película Rocky, supo que su vida nunca volvería a ser la misma.
Él y su amigo habían salido de sus hogares en el campamento de refugiados del sur de Bangladesh donde vivían, con la esperanza de encontrar una casa con un televisor que pudieran ver a escondidas. Encontraron un agujero en una pared y, al asomarse, vieron a Sylvester Stallone como Rocky, con su físico musculoso y su mandíbula de acero. Noor no podía creer que fuera humanamente posible tener unos músculos así.
La película cuenta la historia de un boxeador de club con poca suerte que, a pesar de las adversidades, se esfuerza por convertirse en campeón mundial de boxeo de peso pesado.
Noor, de once años, se identificó con él al instante.
“Vi algo diferente, algo que no había visto antes. Quería parecerme a él, quería ser él”.
Él también imaginaba una vida mejor para sí mismo.
“Como rohingya, no tienes nacionalidad, te sientes como nadie... En el campamento no había futuro. Rocky me dio motivación”.
Noor nació y creció en uno de los campamentos del distrito de Cox's Bazar, que actualmente acogen a cerca de un millón de personas rohingyas, una minoría apátrida que empezó a huir de Myanmar en la década de 1970. Algunos familiares de Noor llevaban 25 años viviendo ahí.
Él compartía un pequeño alojamiento con su madre, su abuela y dos hermanos.
“No teníamos camas, así que dormíamos en el suelo. No teníamos mucho espacio, así que era bastante difícil”.
En invierno, no tenían suficientes mantas y abrigos para mantenerse calientes; en verano, el calor era insoportable. Sobrevivían con el agua y los alimentos que les brindaban las agencias de ayuda de la ONU. Con escaso o nulo acceso a la educación a medida que crecía, o a teléfonos o Internet, Noor pasaba gran parte del día jugando a la pelota con sus amigos para pasar el tiempo. Esta era la única vida que conocía, hasta que vio Rocky.
Un peligroso viaje por mar
Unos años más tarde, Noor supo de una embarcación que partía de Bangladesh y se fue sin dudarlo y sin tiempo siquiera para despedirse de su madre. Después de varios peligrosos viajes en embarcaciones, a los 16 años, Noor llegó a Australia, donde pasó los dos años siguientes en diversos centros de detención comunitarios y de migración por todo el país.
En el último año, casi 4.500 personas refugiadas rohingyas han emprendido peligrosas travesías marítimas similares, la mayoría mujeres, niñas y niños. Las cifras publicadas este mes por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, indican que de cada ocho personas rohingyas que intentaron este tipo de viajes en 2023, una murió o desapareció.
En 2016, Noor obtuvo protección temporal y se trasladó a Brisbane para estar cerca de su tía. Empezar su nueva vida australiana no fue fácil. Para entonces, tenía 18 años y no sabía leer ni escribir ni hablar inglés.
“Ni siquiera sabía decir 'hola'. Aprendí sobre todo viendo y volviendo a ver películas de acción, como Rocky y otras de Sylvester Stallone”.
Noor se mantenía con trabajos esporádicos y se inscribió en un gimnasio local, donde se apasionó por el ejercicio físico y terminó convirtiéndose en entrenador personal cualificado.
Cumplir un sueño
Su sueño, sin embargo, era ser fisicoculturista. Quería ser el mejor, como Rocky, y por eso buscó la ayuda de un entrenador profesional, Simon Stockton, para que le ayudara.
“Le enseñé a posar y a presentar su físico”, cuenta Simon, quien se sintió profundamente conmovido por la historia de Noor, tanto que se ofreció a ser su entrenador gratuitamente.
“Noor logró venir a Australia, obtener un permiso de conducir y un trabajo, aprender inglés e inscribirse en el gimnasio. Pensé que si había aprendido todo eso solo, imagínate lo que podría hacer con algo de ayuda”.
En 2021, en su primera competencia estatal de fisicoculturismo, Noor obtuvo el quinto lugar. Esto le hizo estar más decidido que nunca.
Siguió entrenando duro, incluso durante el ayuno del Ramadán. Dos semanas después, Noor subió al escenario por segunda vez, rodeado de hombres más grandes y más altos, con la esperanza de alcanzar esta vez el segundo o el tercer lugar. Mientras le daban esos títulos, cruzó los dedos por detrás de la espalda, con el corazón latiéndole con fuerza. Su nombre fue anunciado como ganador.
“Fue una de las mejores sensaciones que he tenido en toda mi vida”.
Noor se describe con orgullo como el primer campeón de fisicoculturismo rohingya del mundo.
Su sueño ahora es competir a nivel internacional, pero no podrá hacerlo realidad hasta que se le garantice el derecho a viajar.
“Quiero inspirar a mi pueblo, y a otras personas que crecen con dificultades, para que no se rindan”.
“Quiero inspirar a mi pueblo, y a otras personas que crecen con dificultades, para que no se rindan”.