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Un lugar para encontrar protección en el camino

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Un lugar para encontrar protección en el camino

El Centro de Atención al Migrante y al Refugiado, creado en Maicao, Colombia, por la Pastoral Social de la Diócesis de la Guajira, en 2008, funciona con el apoyo del ACNUR.
24 Diciembre 2015
Monseñor Héctor Ignacio Salah Zuleta de la Diócesis de La Guajira y Stephane Jaquemet, Representante de ACNUR, durante la entrega de las obras de ampliación del Centro.

MAICAO, La Guajira, Colombia, 24 de diciembre 2015 (ACNUR) – Juan* salió huyendo de su casa en algún municipio del departamento del César, en Colombia, mientras su madre le mentía a los hombres armados que lo buscaban para matarlo, y así le dio unos cuantos minutos para poner a salvo su vida. Con la misma suerte no corrieron su hermano, unos primos y varios familiares más que fueron asesinados por el grupo armado que comenzaba a dominar la zona.

Juan huyó a Venezuela; allí conoció a Aida*, su compañera de vida y con quien tiene 6 hijos, el último Sebastián*, de tan solo 17 días de nacido. En Venezuela solicitó asilo, después de casi 15 años de haber llegado aún tenía que seguir renovando su papel de solicitante cada 3 meses. Y así lo hizo sin descanso, hasta que por las dificultades que comenzaron a vivir en el vecino país, decidieron regresar a Colombia. En principio querían volver a la tierra de Juan, pero le llegaron noticias que aún no es seguro para él regresar.

Juan, Aida y sus hijos ingresaron al país por la Guajira, específicamente por Paraguachón, uno de los pasos de tránsito terrestres más importantes del país, como lo afirma Miguel Enrique Romo, jefe de Migración Colombia en Maicao. Con el arribo de la mala noticia de no poder volver aún a su tierra en el César, la familia de Juan fue acogida entonces por el Centro de Atención al Migrante y al Refugiado, un espacio ubicado en el municipio de Maicao, a pocos metros del punto fronterizo entre Venezuela y Colombia, y creado por la Pastoral Social de la Diócesis de la Guajira en 2008 y que desde el año 2009 cuenta con el apoyo de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Allí vivieron durante 3 meses; Juan trabajaba ocasionalmente en la ciudad y Aida se empleó en la cocina del mismo Centro.

Equipo de trabajo de Pastoral Social y ACNUR durante la entrega de las obras del Centro.

El Centro de Atención al Migrante y al Refugiado debió enfrentar un reto grande en estos últimos meses. Con una capacidad de apenas 60 plazas, entre septiembre y diciembre de 2015 atendió a 1.387 personas, la gran mayoría de ellas provino de la crisis generada por la decisión del gobierno venezolano de cerrar la frontera. En medio de la situación creada, muchos colombianos fueron deportados y otros tantos decidieron regresar a Colombia por el clima de zozobra que se vivía en el vecino país. El Centro se convirtió así en el punto de referencia de esta zona para poder atender a la población que llegaba de Venezuela, brindar un trato digno y de acogida mientras todas las instituciones que acudieron a atender la emergencia hacían lo propio: caracterizar la situación migratoria de la persona, identificar si eran víctimas del conflicto armado en Colombia y si contaban con los registros necesarios, ayudar a ubicar familiares o amigos, registrarlos en las bases de datos que se crearon para poder canalizar las ayudas, entre otras.

ACNUR acudió también a la frontera en la Guajira para poder apoyar las labores de identificación y atención de víctimas del conflicto armado, refugiados o solicitantes de asilo, como fue el caso de Juan, que llegaron durante la crisis. Aunque el número de personas deportadas de Venezuela por la Guajira se ha mantenido constante desde el 2013 (1.173 en 2013; 1.1157 en 2014 y 1.331 en 2015), la crisis con el cierre de la frontera sí aumentó considerablemente el número de quienes regresaron en medio del clima de zozobra generado y por tanto se hizo aún más evidente la necesidad de ampliar la capacidad del Centro, de manera que pudiera brindar un número mayor de plazas de acogida para refugiados y migrantes.

El Centro ofrece espacios adecuados para acoger a la población infantil y garantizar su bienestar y protección.

Así, ACNUR decidió apoyar a la Pastoral Social en las obras de mejoramiento y ampliación del Centro, lo que significó que se duplicará su capacidad. Hoy es posible acoger 120 personas en condiciones dignas y fortalecer el servicio de asistencia jurídica de manera que quienes retornan puedan encontrar orientación, según sea su caso particular, y acogerse a las rutas de protección del Estado para víctimas del conflicto y, eventualmente, las rutas de protección internacional de personas refugiadas o solicitantes de asilo.

El Centro se ha convertido también en un punto de referencia para fortalecer el trabajo de las organizaciones de víctimas en Maicao. "Gracias a Pastoral Social, nosotros despertamos este año y ya estamos operando como Mesa Municipal de Víctimas", afirma Numys Ramos, miembro de la mesa y líder de población desplazada.

La situación del cierre de la frontera con Venezuela, que persiste en la actualidad, sigue generando serios problemas de abastecimiento y de movilidad para la población indígena Wayuu, que es el pueblo que ha habitado este territorio en ambos lados de la frontera. De igual manera, son grandes los retos que surgen de los aprendizajes dejados por la crisis, como es el caso de la acogida y respuesta institucional a eventuales flujos migratorios que se puedan volver a generar desde Venezuela. Es por ello, que el fortalecimiento de una Red del Migrante surge como una imperiosa necesidad. Bajo la coordinación de Migración Colombia, esta red deberá articular la respuesta de las instituciones del Estado y de las organizaciones de la sociedad civil e internacionales frente a posibles flujos migratorios mixtos, así como el seguimiento a la situación de las personas que han llegado y seguirán llegando por Paraguachón. Es por ello que el proyecto de ACNUR con Pastoral Social contempla también un apoyo en esta línea.

Después de 2 años de vivir en Venezuela Claribeth, su esposo y su hijo Francisco regresaron al país y van camino a Mompox. Bolívar. En su camino de regreso al país les quitaron todo el dinero con el que venían, los dejaron sin nada, en busca de ayuda llegaron al Centro de Atención al Migrante y al Refugiado. "Llegamos aquí a esta institución y nos han ofrecido su ayuda y nos han atendido muy bien". Están a la espera de un apoyo en transporte para poder seguir su camino. Mientras tanto, en el Centro pueden encontrar un techo, cama y alimentos, en condiciones de dignidad, como resalta Monseñor Héctor Ignacio Salah Zuleta al recibir de parte de ACNUR, en cabeza de Stephane Jaquemet, su Representante, y de Pastoral, liderada por Ascanio Vega, las obras de mejoramiento del Centro.

Por Rocío Castañeda Cisneros, desde Maicao, La Guajira

*Nombres cambiados por seguridad.