Declaración del Alto Comisionado para los Refugiados sobre la crisis de refugiados en Europa
Declaración del Alto Comisionado para los Refugiados sobre la crisis de refugiados en Europa
La Unión Europea está preparando reuniones urgentes que son cruciales para tomar las decisiones necesarias en su respuesta a la crisis de refugiados y migratoria que está viviendo hoy día. La situación requiere un enorme esfuerzo común que actualmente no es posible con el enfoque fragmentado con el que se aborda esta crisis. Europa se enfrenta a una de las mayores afluencias de refugiados en décadas.
Más de 300.000 personas han arriesgado sus vidas para cruzar el Mediterráneo sólo en 2015. Más de 2.600 no han sobrevivido al peligroso trayecto, incluido Aylan, un niño de tres años cuya foto ha conmovido los corazones de la opinión pública mundial. Tras llegar a las costas y fronteras europeas, estas personas continúan su viaje, enfrentándose al caos y sufriendo situaciones indignas, explotación y peligros en las fronteras y a lo largo del camino. La desinteresada generosidad de los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil, implicándose y ayudando a los refugiados recién llegados es realmente alentadora. También ha habido algunas políticas ejemplares y verdaderos liderazgos morales en algunos países pero, en general, Europa ha fallado a la hora de encontrar una respuesta común y efectiva y, como resultado, la gente está sufriendo. Para enfrentarse a esta situación insostenible, todos debemos tener muy presentes algunos puntos fundamentales.
1. Esta es, ante todo, una crisis de refugiados, y no sólo un fenómeno migratorio. La gran mayoría de quienes llegan a Grecia proceden de zonas en conflicto como Siria, Irak o Afganistán y están, simplemente, huyendo para salvar sus vidas. Todos aquellos que se desplazan en estas trágicas circunstancias merecen que sus derechos humanos y dignidad sean plenamente respetados, independientemente de su situación legal. Pero no se debe olvidar la responsabilidad concreta que tienen los Estados frente a los refugiados conforme al derecho internacional.
2. Europa no puede continuar respondiendo a esta crisis con un enfoque fragmentado o progresivo. Ningún país puede hacerlo en solitario pero, al mismo tiempo, ningún país puede negarse a cumplir su parte. No es sorprendente que, cuando un sistema se desequilibra y es disfuncional, todo se bloquee cuando la presión aumenta. Nos encontramos ante un momento decisivo para la Unión Europea, que ya no tiene otra opción que movilizarse con toda su fuerza para responder a esta crisis. El único modo de solucionar este problema es que la Unión Europea y todos sus Estados miembros pongan en marcha una estrategia común, basada en la responsabilidad, la solidaridad y la confianza.
3. En concreto, esto significa tomar medidas urgentes y valientes para estabilizar la situación y para encontrar una manera en que realmente se compartan las responsabilidades estatales a medio y largo plazo. La UE debe estar preparada, con el consentimiento y en apoyo a los Gobiernos afectados –principalmente Grecia y Hungría, pero también Italia– para poner en marcha cuanto antes un sistema de acogida de emergencia adecuado, así como para mejorar la capacidad de asistencia y registro. La Comisión Europea debería movilizar a las agencias europeas de asilo, inmigración y protección civil, así como otros mecanismos para ese propósito, incluyendo los recursos de los Estados miembros, con el apoyo de ACNUR, la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) y la sociedad civil. En cuanto al ACNUR, esta agencia está firmemente comprometida a redoblar sus esfuerzos. Es esencial que las familias de refugiados que desembarcan en Europa tras haberlo perdido todo, sean acogidas en un ambiente seguro y protector.
4. Las personas que tengan una solicitud de protección válida tras una valoración preliminar, deben poder beneficiarse de programas de reubicación a gran escala, con la participación obligatoria de todos los Estados miembros de la Unión Europea. Una estimación muy preliminar indicaría la necesidad potencial de incrementar las oportunidades de reubicación a al menos 200.000 plazas. Esto sólo puede funcionar si va acompañado de una capacidad de acogida adecuada, especialmente en Grecia. La solidaridad no puede ser responsabilidad de solo unos pocos Estados de la UE.
5. Aquellos que no se encuentren en necesidad de protección internacional, y que no puedan beneficiarse de vías legales de inmigración, deben ser ayudados a retornar rápidamente a sus países de origen, respetando plenamente sus derechos humanos.
6. Los únicos que se están beneficiando de la falta de una respuesta europea común son las redes de tráfico y trata de seres humanos, quienes se están lucrando con la desesperación de personas que buscan seguridad. Se requiere una cooperación internacional más eficaz para acabar con los traficantes, incluidos aquellos que operan dentro de la UE, pero de un modo que permita la protección de las víctimas. No obstante, ninguno de estos esfuerzos resultará eficaz si no se facilitan mayores oportunidades legales para que las personas puedan llegar a Europa y encuentren seguridad desde el primer momento de su llegada. Al carecer de otra alternativa, miles de padres y madres refugiados están arriesgando las vidas de sus hijos en peligrosísimos viajes en embarcaciones de traficantes. Los países europeos –así como los gobiernos de otras regiones– deben abordar algunos cambios fundamentales que permitan mayores cuotas de reasentamiento y admisión humanitaria, más programas de visados y patrocinio, becas y otras vías de entrada legal en Europa. De manera crucial, la reunificación familiar tiene que convertirse en una opción real y accesible para muchas más personas que en la actualidad. Si estos mecanismos se amplían y se hacen más eficientes, podemos reducir el número de personas que se ven forzadas a arriesgar sus vidas en el mar ante la falta de alternativas.
Más allá de la respuesta inmediata a esta crisis, resulta evidente que esta situación nos exigirá una seria reflexión sobre el futuro. Este flujo masivo de personas no se detendrá hasta que se atiendan las causas originarias de su difícil situación. Se debe hacer mucho más para prevenir los conflictos y detener las actuales guerras, que están forzando a tantas personas a huir de sus hogares. Los países vecinos de las zonas de guerra, que acogen a 9 de cada 10 refugiados en el mundo, deben recibir un apoyo más firme, así como la financiación necesaria. Al mismo tiempo, es también esencial que las políticas de cooperación y desarrollo se reorienten con el objetivo de dar a las personas la opción de tener un futuro en sus propios países.
Ha llegado el momento de la verdad para Europa. Éste es el momento de reafirmar los valores sobre los que fue construida.
Declaración de la Representación de ACNUR en España
En España, ACNUR da la bienvenida a la ola de solidaridad surgida a raíz de las evidentes necesidades en Europa, que se enfrenta al mayor número de llegadas de refugiados en décadas.
Es prioritario reforzar las capacidades de acogida y de integración existentes, saturadas ante el aumento de solicitudes de asilo en España y ante la alta posibilidad de que se produzcan más llegadas de personas en necesidad de protección internacional. Si bien la obligación legal de prestar protección y asistencia a los solicitantes de asilo y refugiados, en base a la legislación internacional, europea y nacional, recae sobre los Estados, estas iniciativas de administraciones locales y autonómicas, y de los ciudadanos, serán de gran utilidad si son cuidadosamente coordinadas con el Gobierno central, en función de las acuciantes necesidades existentes. ACNUR recomienda la inmediata puesta en marcha de un mecanismo coordinado por el Gobierno que aglutine, valore y canalice estas iniciativas de solidaridad tan necesarias, que deben complementar al sistema público existente de manera adecuada y eficaz, garantizando la protección, acogida y atención de las necesidades específicas de los refugiados que se encuentran en España y de los que puedan venir en un futuro, así como su adecuada integración en la sociedad española.