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La falta de empleo limita la integración socioeconómica de mujeres venezolanas en Brasil

Comunicados de prensa

La falta de empleo limita la integración socioeconómica de mujeres venezolanas en Brasil

A pesar de tener una mayor preparación, las mujeres refugiadas y migrantes tienen acceso a menos oportunidades, reciben salarios más bajos y permanecen más tiempo en los albergues en el norte del país.
4 Febrero 2022
Con un título en enfermería, la venezolana Ysabel recurre a la informalidad para mantenerse en Brasil.

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Quienes ven a Ysabel vendiendo café y arepas en las calles de Boa Vista, Roraima, en el norte de Brasil, no se imaginan que tiene una licenciatura y un posgrado en el área de salud. Esta refugiada venezolana de 49 años tiene un título en enfermería, con especialización en cuidados intensivos y con años de experiencia en el cuidado de personas adultas mayores y personas enfermas. De sus años de trabajo en Venezuela, logra poner en práctica pocos conocimientos, solo la organización del presupuesto, la calma y la amabilidad para atender a cada cliente que llega a su pequeño puesto en la calle.

La situación de Ysabel no es aislada. Un informe publicado en diciembre por ONU Mujeres, ACNUR y UNFPA muestra que, mientras que sólo el 2,4% de los hombres venezolanos que permanecen en Roraima han completado estudios superiores, entre las mujeres esta tasa es del 10,2%. Incluso con estudios superiores, tienen menos de la mitad de las posibilidades que tienen los hombres de ir a otros estados de Brasil con la garantía de un trabajo al llegar, como parte del proceso de reubicación interna con Vacante de Empleo Señalada (VES). De las más de 66.000 personas venezolanas reubicadas dentro del país desde 2018 en el marco de la Operación Acogida, las mujeres con VES representan solo el 3% de los casos, frente al 7% de los hombres, de acuerdo con datos oficiales publicados en enero de 2022.

“Es mucho más difícil para las mujeres, porque llegamos sin un techo y sin el idioma, y la mujer tiene que quedarse con sus hijos. Hay algunos trabajos para mujeres, pero si no hay nadie que se quede con los niños, no pueden irse”, explica Ysabel, que crió sola a sus cuatro hijos. Para ella, la falta de oportunidades y de apoyo para que las mujeres venezolanas se especialicen es otro factor agravante. Afirma que ya ha intentado iniciar un curso de atención de salud en Boa Vista, para intentar volver a trabajar en la zona, pero los costos no se ajustan al presupuesto que tiene actualmente. 

“Me encantaría volver a trabajar en el área de la salud porque nací para ser enfermera, nací para cuidar a las personas. Intenté validar mis documentos y entrar en el sistema sanitario de Brasil. Hice un curso de portugués, porque hay que dominar el idioma. Incluso me pondría a estudiar de nuevo lo que ya sé, si tuviera que hacerlo, pero la parte económica no me lo permite. La escuela está muy lejos. Me inscribí, pero las clases son hasta las 10 de la noche, no hay autobuses, tendría que tomar un taxi de vuelta porque es peligroso. Así que, por ahora, no me es posible económicamente, pero debe haber alguna forma que me convenga. No me voy a rendir”, asegura Ysabel.

La informalidad y el desempleo prevalecen entre las mujeres

Sin una red de apoyo y con menos oportunidades de crecimiento, las mujeres, especialmente las que tienen hijos, acaban permaneciendo más tiempo en los albergues, desempeñando funciones de cuidadoras. También de acuerdo con el informe publicado por las agencias de la ONU, las mujeres representan el 54% de la población que permanece en los albergues de Roraima, con tasas de desempleo que alcanzan casi el 34%, frente al 28% de los hombres.

“Somos conscientes de que el papel de la mujer como cuidadora de la familia y del hogar sigue siendo muy fuerte. Incluso con un nivel mayor de escolaridad, la mayoría de las mujeres que consiguen participar en el proceso de reubicación interna lo hacen a través de la reunificación familiar, y no con una oferta de trabajo. Esto se refleja en la dificultad de integración socioeconómica de estas mujeres, con mayores niveles de desempleo e informalidad, tanto entre las refugiadas como entre las que logran ir a otros estados”, explica la directora de ONU Mujeres para el programa conjunto de Empoderamiento Económico de las Mujeres Refugiadas y Migrantes en Brasil, Mariana Salvadori.

De acuerdo con datos publicados por las agencias en diciembre, mientras que el desempleo alcanza el 9% de los hombres venezolanos reubicados internamente, entre las mujeres esta tasa es de casi el 30%. El mercado laboral informal es dos veces mayor entre las mujeres reubicadas al interior del país: 22% frente al 11% de los hombres.

Estos datos reflejan una realidad cotidiana en Roraima: los hombres que que logran ser reubicados con una oferta de trabajo dejan a sus esposas e hijos en los albergues. Este es el caso de Johandry, de 28 años. Hace dos meses, su esposo consiguió un trabajo y se fue a Curitiba, Paraná, en el sur de Brasil. Johandry, desempleada, sigue esperando su turno para la reubicación, cuidando de sus tres hijos, sin una fecha de salida. Actualmente, depende de donaciones y de trabajos informales en las raras ocasiones en que puede encontrar a alguien que cuide a su hija menor, de cuatro años, mientras sus dos hijos mayores están en la escuela.

Desempleada, Johandri y sus tres hijos, esperan la reubicación interna para reunirse con su esposo.

“En Venezuela, trabajé durante cuatro años, pero aquí, las personas dicen que aunque intentes trabajar al mismo nivel que ahí, no es posible, hay muy pocas ofertas de trabajo. El trabajo que conseguimos fue de limpieza, que pagan por día. Pagan 40 reales (aproximadamente $7,58 dólares USD). Trabajé una vez, como limpiadora y me pagaban 30 reales (aproximadamente $5,69 dólares USD). Era un día sí y un día no, intercalado. Pero 30 reales era muy poco porque tenía que pagarle a alguien para que cuidara a mi hija, no era suficiente, y además no era con un contrato escrito”, recuerda Johandry.

Movilización del sector privado

Para intentar cambiar esta realidad, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ONU Mujeres y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), con financiación del Gobierno de Luxemburgo, iniciaron en septiembre de 2021 el programa conjunto Empoderamiento Económico de las Mujeres Refugiadas y Migrantes en Brasil. El objetivo general del programa, que se extiende hasta diciembre de 2023, es garantizar que las políticas y estrategias de las empresas e instituciones públicas y privadas fortalezcan los derechos económicos y las oportunidades de desarrollo de las mujeres venezolanas refugiadas y migrantes.  

Uno de los frentes del programa conjunto es trabajar directamente con el sector privado para crear oportunidades para las mujeres refugiadas y migrantes, al tiempo que se promueve el trabajo decente y la protección social. En el otro extremo, el equipo del programa conjunto también ha trabajado con la Operación Acogida para que los procesos de selección de puestos de trabajo indicados en el proceso de reubicación interna también incluyan a más mujeres.

“Necesitamos que el sector privado, las grandes y pequeñas empresas que se han movilizado para atender la situación de las personas venezolanas en Brasil, tengan en cuenta también el buen nivel de capacitación de miles de mujeres que están esperando una oportunidad. Cuando estas mujeres consiguen integrarse económica y socialmente en Brasil, ayudan a mover la economía y benefician a las comunidades donde viven”, afirma la directora del programa conjunto, Mariana Salvadori. “Y también hemos colaborado con diferentes organizaciones que trabajan en la respuesta humanitaria en Roraima para que estén sensibilizadas con las demandas de las mujeres, de modo que también puedan ser vistas por sus habilidades en las vacantes que se ofrecen”, añade.

Sobre el programa conjunto

Implementado por ACNUR, ONU Mujeres y UNFPA, con financiación del Gobierno de Luxemburgo, el programa conjunto Empoderamiento Económico de las Mujeres Refugiadas y Migrantes en Brasil comenzó en agosto de 2021 y se extenderá hasta diciembre de 2023. La iniciativa se desarrolla en tres frentes. El primero trabaja directamente con empresas, instituciones y gobiernos en cuestiones y acciones relacionadas con el trabajo decente, la protección social y el espíritu empresarial. El segundo se dirige directamente a las mujeres refugiadas y migrantes, para que tengan acceso a capacitación y a oportunidades de participar en los procesos de toma de decisiones relacionados con el mercado laboral y el espíritu empresarial. Y el tercer frente trabaja con mujeres refugiadas y migrantes para proporcionarles conocimientos y acceso a los servicios en respuesta a la violencia de género.

En los tres frentes, el programa conjunto tiene objetivos audaces. Entre ellos, el desarrollo de al menos 15 planes de acción para el empoderamiento de las mujeres refugiadas y migrantes por parte de las empresas y organizaciones apoyadas por el programa, y la formación de 15.000 mujeres refugiadas y migrantes venezolanas en materia de emprendimiento, autoempleo, educación financiera, acceso a las oportunidades del mercado laboral y transferencias financieras. El programa conjunto pretende llegar a más de 3.000 mujeres y niñas venezolanas refugiadas y migrantes para apoyar el acceso a los servicios en respuesta a la violencia de género. Y, junto con organizaciones y gobiernos, pretende reforzar las capacidades de 6.000 profesionales de instituciones implicadas en la respuesta humanitaria para prevenir y responder a los casos de explotación, abuso y acoso sexual.