Habla, o el agua romperá tu corazón
Habla, o el agua romperá tu corazón
En una pequeña taberna con vista a la costa de Lesbos, Panagiotis Konstantaras y Antigoni Piperaki toman un breve descanso de sus deberes como voluntarios para el Equipo de Rescate Helénico (EHR) para reflexionar sobre un año que nunca olvidarán.
"Tenemos ejercicios donde practicamos con cinco o diez personas a bordo", dice Antigoni sacudiendo la cabeza. "Pero cuando ves un bote con 50 personas dices '¿qué hago ahora?' En este momento no sabes cómo pensar".
El par se encontraban entre el equipo de rescate del EHR operando aquí durante el apogeo de la crisis de refugiados en 2015, durante el cual solamente los recién llegados a la isla de Lesbos llegaban a los 10.000 en un día. Los voluntarios pasaron gran parte del año en estado de alerta máxima, sobrepasando regularmente el llamado del deber para rescatar a los refugiados atrapados en el mar. Muchos como Panagiotis y Antigoni trabajaron día y noche, equilibrando sus empleos de tiempo completo y los estudios con las misiones de rescate, trabajando con recursos limitados y recibiendo llamadas continuas de la guardia costera por las madrugadas.
"A principios de marzo los números comenzaron a crecer mucho"
Panagiotis es un agricultor que también se ofrece como voluntario de buceo para el EHR. Recuerda el momento en que el 2015 dio un vuelco hacia lo peor.
"A principios de marzo los números comenzaron a crecer mucho", dijo. "Había alrededor de 10 botes de la guardia costera pero ni siquiera eso fue suficiente porque de 6 am a 10 am tuvimos 35 o 40 botes llenos de refugiados".
A medida que avanzaba el año la situación empeoraba.
"Algunas veces, había botes grandes que no eran seguros", continúa. "Era madera, madera vieja. Dentro había 200 personas. En 2015, tuvimos un gran accidente con una embarcación de 3 pisos, con gente en cada nivel. Cuando repentinamente la embarcación se volcó la gente fue aplastada. Durante una semana recogimos muertos", suspira. "Ya no siento. Trato de no ver las caras".
Antigoni, una madre que dirige al EHR en Lesbos y trabaja para una asociación farmacéutica, dice que muchos de los voluntarios experimentaron un año traumático en el mar. "Cada vez que piensas en 2015, hay personas muertas", dice. "La mayoría de la gente tiene estos recuerdos. Mi marido encontró el cuerpo de un bebé en noviembre y desde entonces cada día abrazaba a nuestra hija de nueve meses durante unas cuatro horas. No podía dejarla&quo
"Todos los países deben tratar de resolver los problemas en Siria, Pakistán y Afganistán"
Pero, frecuentemente, los voluntarios del EHR encuentran fuerza entre sí mismos. "Habla", aconseja Panagiotis, "O el agua romperá tu corazón".
Miles de voluntarios griegos como Panagiotis y Antigoni ayudaron a reestablecer la esperanza en el transcurso de 2015, sin reconocimientos o recompensas. Muchos fueron impulsados por un sentido del deber hacia el prójimo, una respuesta que los griegos denominan 'philoxenia'.
"Yo tenía una hermana con fibrosis quística", dice Antigoni. "Ella murió a los 28 años de edad. Creo que porque mi mamá y mi papá siempre ayudaron a mi hermana, yo he tomado este legado y quiero ayudar a otros, no sólo con fibrosis quística sino con cualquier problema, dinero, comida o cualquier otra cosa. Mi hermana ya no está en mi vida pero puedo ayudar a los refugiados que vienen. Siempre hay un problema mayor que el mío".
Antigoni espera que los líderes políticos puedan compartir esta visión algún día.
"Todos los países deben tratar de resolver los problemas en Siria, Pakistán y Afganistán", dijo. "No aquí me quedo, yo no tengo problemas ahora, resuelve tu problema solo'. Es un problema de todos – porque ahora es en Siria, tal vez mañana sea en Inglaterra. Todo está conectado".
Por ahora, su incansable trabajo y el de sus compañeros voluntarios de EHR continúa.
"Observo a los miembros de mi equipo y pienso 'si me detengo ahora, la gente nueva no tiene la experiencia que yo tengo. Me quedaré otro año y los ayudaré a ser mejores.' Y tal vez el resto de Grecia estará mejor".