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En busca de alternativas para los traficantes de personas del Níger

Historias

En busca de alternativas para los traficantes de personas del Níger

El Níger está tomando medidas enérgicas contra los traficantes, si bien es cierto que las personas que se dedicaban al negocio de transportar a personas por el Sahara necesitan alternativas económicas reales.
9 Agosto 2017 Disponible también en:
Bashir, residente en Agadez, llevaba 17 años transportando a personas a Libia. Desde 2015, cuando esta actividad fue declarada ilegal, ha estado luchando para encontrar fuentes de ingresos alternativas para alimentar a su familia.

AGADEZ, Níger, 09 de agosto de 2017 (ACNUR) – Bashir creció en este laberíntico lugar de avanzada situado en el borde del Sahara, y, con su conocimiento de la ciudad y el desierto, se convirtió en un exitoso traficante de personas, a las que ha conducido durante años a lo largo de la frontera abrasadora hasta Libia.

"La gente acude a mí," dice. "Soy el garante de su seguridad porque han venido a buscarme a mí".

Dice que, antes de 2012, cuando Libia aún estaba gobernada por el dictador Muammar Gaddafi, sus clientes estaban principalmente interesados en ir a trabajar a la cercana región septentrional del Níger, pero no pretendían ir más allá.

"Libia era un país próspero. Incluso era posible hacer más dinero en Libia que en Italia", explica Bashir, recordando que muchos de sus clientes lo llamaban a los pocos años, cuando habían conseguido ahorrar dinero suficiente para hacer el viaje de regreso a su país.

Ahora en Libia existe una situación de inseguridad generalizada que ha aumentado los riesgos para sus clientes – y se han adoptado medidas para combatir y sancionar el negocio con el que se ha ganado la vida durante 17 años.

En 2015, en gran medida como respuesta a las presiones de los Gobiernos de la Unión Europea, el Níger promulgó una ley prohibiendo las actividades de los operadores que ayudaban a estos viajeros, principalmente procedentes de África Occidental y Central, a entrar en Libia.

A cambio, la UE ha ofrecido ayuda por un monto superior a 2.000 millones de euros para ayudar a la región – que también incluye otros países africanos prioritarios – en ámbitos como la seguridad o el desarrollo económico.

Ante la nueva ley, que castiga a las personas que facilitan el paso ilegal a Libia, el pasado mes de octubre Bashir cambió su ocupación ilícita por una nueva vida y ahora ayuda a los traficantes como él a prepararse para cambiar de profesión.

Él y sus colegas han ayudado a otros cientos como ellos a elaborar propuestas para beneficiarse de los fondos prometidos por la Unión Europea y destinados a financiar actividades empresariales y formación profesional para los que se dedicaban al tráfico de personas. En el marco de esta iniciativa se financian por un monto de hasta 2.700 dólares los proyectos individuales, o de 7.200 dólares los proyectos en los que participan hasta cuatro personas que trabajan en grupo.

"Tenemos alguna esperanza porque el Gobierno del Níger vino a buscarnos. Nos trajeron aquí y han hablado de este asunto directamente con nosotros. Les hemos contado todos nuestros problemas", dice.

Agadez, que durante siglos fue una encrucijada del comercio internacional del oro y la sal, recientemente se ha convertido en un centro del contrabando y el tráfico de armas, drogas y, sobre todo, de refugiados y migrantes desesperados.

Sin embargo, la prohibición del tráfico de personas tiene un costo para todo el país, que ocupa el puesto 187 en la lista de los 188 países del Índice de desarrollo humano del PNUD. Con una vasta franja de territorio que controlar y una población desesperadamente pobre, se enfrenta a una tarea difícil: controlar las fronteras y, al mismo tiempo, buscar una alternativa económica para una industria próspera.

"Hemos perdido nuestro trabajo. Hemos perdido nuestras vidas – porque esta era nuestra vida. Era lo que nos daba de comer."

Bashir advierte que los traficantes necesitan una solución real para abandonar la actividad económica que les ha proporcionado un medio de vida. "No sabemos hacer otra cosa", dice. "¿Es que no se dan cuenta? Hemos perdido nuestro trabajo. Hemos perdido nuestras vidas – porque esta era nuestra vida. Era lo que nos daba de comer".

En Níger, donde un 46% de los habitantes sobreviven con menos de 2 dólares al día, un conductor que transporta a personas hasta Libia puede ganar 4 dólares e incluso 5 dólares por viaje. Sin embargo ahora, para no infringir la ley, muchos de los que han vivido de la economía informal se ven forzados a buscar nuevas formas de sobrevivir.

Pero no todos. Aunque por ley se ha convertido en una actividad clandestina, en Agadez es fácil ver signos del negocio del tráfico. La ciudad bulle en los días anteriores a la partida de los convoyes o los camiones hacia el desierto, cuando los traficantes se abastecen de combustible y provisiones. Los cambistas, los servicios de giro telegráfico, los vendedores de teléfonos móviles, que venden teléfonos por satélite para tener cobertura en las remotas zonas desérticas, pululan por las calles de la ciudad.

La estación de autobuses de la ciudad está abarrotada de pasajeros que llegan por la tarde para acudir a la cita con los agentes de los traficantes. Y, en los barrios más peligrosos de Agadez, detrás de los bajos muros de barro de algunos barracones bien guardados, los migrantes y los refugiados esperan a que llegue el momento de emprender el viaje, a veces encerrados con llave en el interior durante días.

Aklou Sidi Sidi, el primer vicepresidente del consejo regional de Agadez, dice que, durante la época del boom de este negocio, hasta 700 vehículos, con hasta 30 personas apiñadas en cada uno, se adentraban en el desierto cada semana, generando ingresos para el principal agente de transporte, el conductor – pero también para otros.

"Porque no he mencionado a los propietarios de los barracones ocultos, no he mencionado a los taxis motorizados ni a las personas que cambian moneda ni a los servicios de transferencia por giro telegráfico", añade.

"Hay algunos que venden kits para los migrantes. Todas estas personas viven de esta actividad. Y hoy esta actividad ha cesado porque se ha vuelto ilegal. De modo que es imprescindible encontrar una solución alternativa".

Sidi Sidi agradece la asistencia internacional pero dice que no es suficiente. Afirma que la ayuda ofrecida por la Unión Europea para la formación profesional y el emprendimiento de actividades empresariales solo puede llegar a unas 200 personas, mientras que, según dice, son más de 6.000 las personas que se dedican al negocio del tráfico de personas en la ciudad.

Por Michelle Hoffman

Gracias a la Voluntaria en Línea Luisa Merchán por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.