Alegría navideña: Un coro de niñas y niños sordos calienta los corazones
Expresando las palabras en lengua de señas y con la música conectada a sus oídos a través de implantes cocleares, un grupo de niñas y niños libaneses y sirios ataviados con camisas blancas y gorros de Santa Claus interpretaron con entusiasmo los villancicos que aprendieron en sus ensayos con el primer coro navideño para sordos del Líbano.
Los implantes cocleares hacen que la música suene muy diferente. Los científicos comparan la experiencia con estar bajo el agua o en un túnel. Pero estos niños refugiados libaneses y sirios estuvieron a la altura del desafío.
Siguiendo las melodías con la ayuda de sus dispositivos y aprendiéndose las letras de memoria, los niños y niñas del coro pasaron casi seis meses practicando tres canciones populares de Navidad: Joy to the World, Jingle Bells y Silent Night. Gracias a sus esfuerzos lograron el significativo resultado de cantar todos juntos, con ritmo y armonía.
“Estoy muy orgulloso de ellos. Están cantando una melodía que ni siquiera pueden escuchar adecuadamente”
El coro está compuesto por 26 niños y niñas libaneses y refugiados sirios, de edades comprendidas entre los 4 y los 16 años. De la dirección del coro se encarga Pascale Khairallah, la directora artística del FAID, el Instituto para Sordos Padre Andeweg, ubicado en las afueras de Beirut.
Los niños tuvieron que separar cada palabra en sílabas para poder pronunciar las letras con precisión. El resultado fue nada menos que milagroso, dijo Khairallah.
“Estoy muy orgullosa de ellos. Están cantando una melodía que ni siquiera pueden escuchar adecuadamente. Es como pedirles a personas no videntes que coloreen algo que no pueden ver... por lo que es un gran logro que puedan hacerlo”.
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Ali, un niño de nueve años de Damasco, es uno de los siete niños refugiados sirios que integran el coro. Nacido con una discapacidad auditiva, Ali aprendió a usar su voz por primera vez cuando fue a la escuela en 2012 y empezó a usar un dispositivo auditivo.
“Estoy feliz de poder cantar con otros niños”, dijo Ali, cuya canción navideña preferida es Silent Night.
Deseosos de garantizar que su presentación fuese accesible para todas las personas que venían a verla, los niños insistieron en interpretar una canción con la lengua de señas.
“Pidieron hacer una canción en lengua de señas, porque dijeron: ‘¿Qué pasa si nos ve una persona sorda? Queremos explicarle lo que estamos cantando’”.
Fundado en 1957 por el padre Andy Andeweg, un sacerdote anglicano holandés que falleció en 1999, el FAID es uno de los pocos institutos en el Líbano que ofrece terapia especializada auditivo verbal. El instituto acepta tanto a niños libaneses como sirios, de entre 3 y 18 años, con discapacidad auditiva, sin importar su filiación religiosa. ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, apoya al instituto.
“ACNUR brindó apoyo para los niños refugiados sirios inscritos en el instituto el año pasado. Este año pudieron ayudar aún más. Hay 24 niñas y niños refugiados sirios que reciben ayuda de ACNUR”, dijo Gladys Shawich, encargada de recaudación de fondos en el FAID.
Los niños y niñas del FAID esperan poder presentar sus canciones a audiencias más amplias el próximo año, para demostrar su resiliencia y mostrar que la música es un lenguaje universal para todos. Por ahora, esperan esparcir alegría por el mundo a través de sus voces, alcanzando a la mayor cantidad de personas posible.
“Quiero desearles a todos una feliz Navidad y un feliz año nuevo”, dijo Ali.
A principios de este mes, en el Líbano, que actualmente acoge a más de 950.000 refugiados sirios registrados, se presentó otro coro de Navidad integrado por personas refugiadas.
En la ciudad de Trípoli, en el norte del país, más de 160 cantantes, incluyendo a personas con discapacidades, así como refugiados sirios, iraquíes y palestinos, se reunieron para una actuación diseñada para difundir un mensaje de paz y unidad.
“El dolor que siento en mí, por el desplazamiento y por las dificultades por las que pasé, quería dejarlo salir de una manera positiva”
Una ONG local se acercó al ACNUR a principios de noviembre en busca de cantantes talentosos entre la comunidad refugiada. “La idea era incluir a todo el mundo”, dijo Wafaa Khoury, la organizadora del evento. “Queremos estar a la altura de nuestra humanidad, para mostrar que ni la geografía, ni las diferencias de idioma, ni la discapacidad pueden separarnos como seres humanos, Dios nos creó a todos iguales”.
Uno de los artistas fue Sedra, de 18 años, procedente de Idlib, en Siria. Sedra huyó al Líbano con su familia hace dos años y comenzó a cantar para canalizar sus emociones. “El dolor que siento en mí, por el desplazamiento y por las dificultades por las que pasé, quería dejarlo salir de una manera positiva, que me ayudara a deshacerme de ese dolor”, explicó.
Theresa, de 16 años, es una refugiada iraquí de Qaraqosh, cerca de Mosul. Ella dijo que durante los últimos tres años en el exilio, la Navidad solía ser un doloroso recuerdo de su hogar y de tiempos más felices, hasta que se unió al coro este año. “El coro me hizo olvidar el dolor del exilio. Aquí, cantando juntos, de la mano, sentimos felicidad y paz”.
Información adicional de Dalal Mawad en Trípoli.