La creciente violencia en Nigeria obliga a miles de personas a cruzar las fronteras
La creciente violencia en Nigeria obliga a miles de personas a cruzar las fronteras
Aicha Moussa tiene suerte de estar viva. Tres días después de que los militantes atacaran su aldea en la ciudad de Baga, en el noreste de Nigeria, ella se fue con sus dos hijos, cruzando a Chad.
“Tenía miedo. Temía por mi vida y la de mis hijos”, dice la madre de 25 años.
Aicha logró llegar a Krikatia, una localidad de Chad que limita con Nigeria, donde pasó la noche, durmiendo bajo los árboles. La experiencia fue desgarradora para ella.
“Mi primera noche fue muy dolorosa. Mi niña tuvo mucha fiebre durante toda la noche”, dice.
Salieron al día siguiente a Ngouboua, un pueblo a orillas del lago Chad, al cruzar el lago en un viaje en bote de tres horas. Afortunadamente, Aicha pudo obtener tratamiento para su hija en un centro de salud local.
“Mi hijo llora todo el día porque quiere ver a su madre”.
Temiendo por su vida, Issa Mohamed, de 33 años, también huyó de los mismos ataques a pie, caminando durante dos días con su hijo de siete años. No tiene idea de dónde está su esposa. Ella estaba en el mercado cuando ocurrió el ataque.
“No he escuchado ninguna noticia de mi esposa desde que nos fuimos”, dice. “Mi hijo está llorando todo el día porque quiere ver a su madre”.
Se estima que 6.000 refugiados han huido de la inseguridad en el estado de Borno en Nigeria desde fines de diciembre, cuando estallaron los enfrentamientos entre las fuerzas del Gobierno de Nigeria y los grupos armados no estatales en la ciudad de Baga. Están huyendo por temor de sus vidas después de amenazas de represalia e intimidación tras los ataques de los militantes.
Muchos de los refugiados, al igual que Aicha y Mohamed, cruzaron el lago Chad y llegaron a Ngouboua, antes de ser reubicados por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, al campamento de Dar es Salaam. Hasta el momento, más de 4.000 refugiados han sido reubicados en el campamento, que alberga a unos 11.300 refugiados nigerianos que han llegado aquí desde 2014.
ACNUR y las autoridades de Chad están registrando a los recién llegados y evaluando las necesidades de las personas más vulnerables. Actualmente ACNUR distribuye artículos de socorro, como mantas, colchonetas y mosquiteras, y brinda albergue y comida a los refugiados.
El reciente aumento de la violencia también provocó una repentina afluencia de 9.000 refugiados a Camerún después de que los militantes atacaran y saquearan la pequeña ciudad fronteriza de Rann en el estado de Borno, en Nigeria, la semana pasada.
“Mis amigos fueron quemados vivos en sus casas y cortaron la garganta de mi tío justo delante mío”.
En un giro alarmante de los acontecimientos, se reportó que los refugiados que habían buscado seguridad en la ciudad camerunesa de Goura fueron devueltos por la fuerza algunos días después.
Un padre que logró quedarse en Camerún con su familia, recuerda los eventos que lo llevaron a huir a través de los arbustos y las tierras del desierto, soportando un viaje de 27 kilómetros de duración a Goura, en busca de seguridad.
“Mis amigos fueron quemados vivos en sus casas y cortaron la garganta de mi tío justo delante mío”, dice Mohamed. “Lo vi con mis propios ojos”.
Él jura que nunca volverá. “¡Suficiente es suficiente! No puedo volver allí”, grita. Su esposa, sentada en silencio sobre una estera, deja caer su cabeza y comienza a sollozar cuando él sale repentinamente para ocultar sus lágrimas.
Los violentos ataques contra Rann, que había sido un lugar seguro para casi 70.000 nigerianos desplazados, dejaron 14 muertos y sorprendieron a muchos.
“Las cifras continuaban aumentando cada hora”, dice Joseph Beyongolo, jefe de la oficina de ACNUR en Kousseri. “Nos dimos cuenta de que si llegábamos a 5.000 recién llegados, necesitaríamos refuerzos urgentes”.
ACNUR envió equipos para registrar las llegadas varadas mientras Médecins Sans Frontières les distribuyó rápidamente comidas calientes.
ACNUR ha expresado su preocupación por los informes de los retornos forzosos y el Alto Comisionado para los Refugiados, Filippo Grandi, ha instado a Camerún a mantener su política de puertas abiertas para los refugiados.
“Esta acción fue totalmente inesperada y pone en riesgo la vida de miles de refugiados”.
“Esta acción fue totalmente inesperada y pone en riesgo la vida de miles de refugiados”, dijo Grandi en un comunicado la semana pasada. “Camerún debe detener inmediatamente cualquier retorno forzado, y garantizar el pleno cumplimiento de sus obligaciones de protección de refugiados en virtud de su propia legislación nacional, así como el derecho internacional”.
Camerún tiene una larga historia de acogida de refugiados en la región, principalmente provenientes de Nigeria. Actualmente hay más de 370.000 refugiados, de los cuales 100.000 son nigerianos.
En 2017, ACNUR, Nigeria y Camerún firmaron un acuerdo tripartito, comprometiéndose a proteger y ayudar a los refugiados nigerianos, hasta que las condiciones en su país mejoren y se les pueda ayudar a regresar a casa con seguridad y dignidad.
ACNUR reitera su llamado a los países de la región a mantener sus fronteras abiertas para los refugiados que huyen de la inseguridad en Nigeria.