ACNUR traza una hoja de ruta para ayudar a la gente a salir de la "jungla" de Calais
ACNUR traza una hoja de ruta para ayudar a la gente a salir de la "jungla" de Calais
CALAIS, Francia, 17 de julio (ACNUR) – Los lugareños lo llaman: "La Jungla" – una madriguera de chabolas hechas de cartón, contrachapado y pedazos de plástico que ha crecido vertiginosamente entre las dunas de arena y los zarzales de las afueras de Calais.
Cientos de inmigrantes y solicitantes de asilo, incluyendo niños, viven allí o en edificios abandonados en las cercanías del centro de esta ciudad portuaria del norte de Francia.
Vienen desde muy lejos: Afganistán, Eritrea, Irán, Sudán, Somalia e incluso hasta de Vietnam. Algunos han estado en camino durante meses, cruzando montañas y desiertos. Son reacios a hablar con desconocidos.
El último obstáculo para alcanzar su sueño de una nueva vida en el Reino Unido es el trecho de 34 kilómetros de mar que separa Calais de los blancos acantilados de Dover, claramente visibles desde aquí en un día despejado.
Sus motivos para hacer tan duro viaje y para vivir a la intemperie en Calais varían. Algunos tienen parientes en UK. Otros han oído que es fácil obtener un buen trabajo allí. Hay quienes quieren estudiar y también quienes han sido forzados a huir de sus países debido a persecución política, religiosa o étnica y pueden adquirir el estatus de refugiado si se les da la oportunidad de solicitar el asilo.
"Cada persona es un caso diferente, no se pueden hacer generalidades", explicó Marie-Ange Lescure del ACNUR. Desde principios de junio, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados y su agencia asociada en la zona, France Terre d'Asile, han estado presentes en Calais, informando y aconsejando a cientos de personas acerca del los sistemas de asilo y los procedimientos para solicitarlo en Francia y Reino Unido.
La pasada semana, las dos organizaciones presentaron a las autoridades francesas una hoja de ruta con el objetivo de ayudar a resolver algunos de los problemas planteados por la compleja situación de Calais y de otras ciudades del norte de Francia, y asistir a aquellos quienes tengan un temor fundado de ser perseguidos en sus países de origen.
La hoja de ruta da detalles de la misión del ACNUR y sus actividades en Calais y hace una serie de propuestas sobre cómo tratar con los supuestos regulados en la normativa Dublín II, que dicta que las solicitudes de asilo son tramitadas normalmente por el país de la Unión Europea por donde entró primero el solicitante. También hace sugerencias concretas sobre cómo instalar mecanismos para la protección de niños y menores.
Mientras tanto, encontrar información precisa y asesoramiento imparcial para cada caso individual no resulta fácil. Inmigrantes y potenciales solicitantes de asilo pueden perderse fácilmente en una maraña de rumores, desinformaciones intencionadas y regulaciones burocráticas que pueden llegar a ser tan desconcertantes e intimidatorios como en una jungla real.
Para aquellos que estén en necesidad de protección internacional, las autoridades locales han dado importantes pasos para facilitar el procedimiento de solicitud de asilo. Desde el pasado abril, las autoridades municipales han posibilitado que los trámites puedan presentarse en Calais. Anteriormente, los solicitantes de asilo debían ir a Lille, a 100 kilómetros de distancia.
Desde entonces, más de 120 personas se han presentado en el mostrador especial que ha habilitado la sub-prefectura de Calais. Pero, a pesar de la cooperación de las autoridades locales, los posibles solicitantes de asilo se enfrentan a considerables trabas administrativas y burocráticas.
Por ejemplo, la normativa Dublin II sobre el lugar en donde deberían ser tramitadas las solicitudes de asilo afecta a muchas de las personas que están viviendo en condiciones penosas en Calais. La mayoría entraron a Europa a través de Grecia, un país en el cual los solicitantes de asilo continúan enfrentándose a serias dificultades para acceder a un procedimiento de asilo efectivo.
Para evitar su identificación y así su deportación, algunos inmigrantes se han quemado las huellas dactilares. Para ello emplean ácido sulfúrico o clavos al rojo vivo.
Traficantes de personas, que sacan beneficio económico por ayudar a que inmigrantes y solicitantes de asilo alcancen su destino, con frecuencia proporcionan información falsa a sus clientes. Algunos de ellos han declarado que fueron amenazados por los traficantes tras hacer la solicitud y tuvieron que abandonar la "jungla"."Las junglas están controladas por traficantes", dijo un voluntario local de ayuda humanitaria, que ha estado trabajando en Calais durante años. "Ellos controlan el acceso a trenes y camiones. Hace una semana un joven fue apuñalado en la cadera por intentar subir a un camión sin pagar lo exigido por los traficantes".
Otro tema de particular preocupación para el ACNUR es la situación de los niños, algunos de incluso tres años, que han llegado aquí con el padre, la madre, un familiar o, en algunos casos, por ellos mismos. Son extremadamente vulnerables y necesitan una protección especial.
"Los niños está normalmente acompañados por un traficante que dice ser un hermano mayor o un tío. Usan a los niños como moneda de cambio para conseguir más dinero de sus familias", dijo Jean-François Roger de France Terre d'Asile.
ACNUR espera poder encontrar una solución, trabajando al lado de las autoridades británicas, francesas y de la Unión Europea, así como otras organizaciones relevantes y la sociedad civil. Por lo menos para algunos de los que están actualmente viviendo en Calais bajo condiciones insalubres y peligrosas.
Por William Spindler, en Calais, Francia