Campamento tecnológico beneficia a jóvenes de Petare
Campamento tecnológico beneficia a jóvenes de Petare
MIRANDA, Venezuela.- Luego de participar en un campamento tecnológico intensivo de dos semanas, los alumnos del Centro Comunitario El Colibrí de Petare se reunieron con sus maestras para compartir sus vivencias. Tres de ellos se animaron a dar testimonio sobre el impacto en sus vidas de la actividad promovida por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Venezuela y sus socios Luz y Vida, HIAS y la Asociación Civil Soy Mujer (Chama Tech).
Contentos aseguraron que ahora cuentan con nuevas herramientas que les permitirán, por ejemplo, mejorar su rendimiento escolar. Entre los beneficiarios de la formación estaban 20 niños, niñas y adolescentes refugiados y venezolanos.
Yirbelis Lozano fue la primera en tomar la palabra. Tiene apenas trece años y ya cuenta con los conocimientos básicos para hacer una página web. Al principio pensó que sólo la enseñarían a usar su computadora. Así que le sorprendió poder ir más allá.
“Nos mostraron tantas cosas nuevas que hasta creí que no iba a poder. Después, poco a poco, logré ir haciendo todo lo que me asignaban. Usamos distintos programas y trabajamos, por ejemplo, con unos archivos y una aplicación que nos ayuda a crear páginas web y eso fue para mí lo más asombroso, porque yo pensé que eso lo podían hacer solamente los adultos. Pero no. ¡Los niños también!”.
“Esto es algo que nos durará para toda la vida, que nos va a ayudar para nuestros estudios, para alguna carrera universitaria y también lo más importante es que podremos enseñar a otros niños, otros jóvenes y motivarlos para que algún día puedan llegar al campamento. Me gustaría que vivieran esta experiencia y supieran lo que sentimos cuando estuvimos frente a una computadora y haciendo todo lo que nosotros hicimos”.
Leonel Viera Rojas, de catorce años, coincidió con su compañera de clases y completó su frase. “Aparte de realizar páginas web, crear archivos html y/o programar, aprendimos sobre cómo ser solidarios, respetar a nuestros profesores y compañeros. Los profesores fueron muy buenos. Siempre estuvieron allí muy pendientes de nosotros, apoyándonos. Después de que encendimos la computadora, nunca nos dejaron solos”.
Dijo estar convencido de que la comunidad donde viven los participantes del campamento tecnológico resultará igualmente favorecida. “Porque, ahora, a la gente adulta que no tenga la capacidad de usar la computadora uno le explica. En Petare no hay muchas computadoras. Es la primera vez que estamos aprendiendo”.
A esto agregó Jonathan Hernández, de dieciocho años, que además podrán “ayudar a otras personas que lo necesiten a hacer las cosas bien, gracias a lo que estudiamos. En el caso de mi familia hay quienes tienen que usar la computadora y no saben cómo hacerlo. Ahora será diferente. Ya comencé y, a veces, oriento a mi tío al hacer las transferencias bancarias, porque actualmente todo se hace por internet”.
Los tres alumnos del Centro El Colibrí consideraron que asistir al campamento fue una “experiencia emocionante y maravillosa” y, por eso, la recomendarían a quienes quieran asistir. “Es de mucha utilidad lo que van a estudiar y, luego podrán inspirar a otros, y motivarlos para que aprendan lo mismo y hasta lo usen en sus trabajos en un futuro”.
Antes de despedirse, agradecieron juntos por la atención y la enseñanza recibidas durante las dos semanas que estuvieron en el curso y llamaron a los niños de su comunidad “a ir todos los días a la escuela, porque así podremos tener una mejor vida, compartiremos con otros niños y aprenderemos. Tenemos que valorar todo lo que recibimos y aprovecharlo”.
La idea de realizar el campamento tecnológico, como programa de formación, surgió luego de un diagnóstico de necesidades llevado a cabo en comunidades de escasos recursos, donde los mismos niños y jóvenes resaltaron la brecha existente entre los compañeros de su misma edad y generación, en cuanto a acceso a la tecnología, en un mundo donde cada vez es más necesario el uso del internet para estudiar o trabajar.
En respuesta a esta preocupación, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Venezuela realizó un mapeo de organizaciones que pudieran ofrecer herramientas informáticas a jóvenes en situación vulnerable. Es así como se materializó un plan de trabajo conjunto en alianza con HIAS y la Fundación Luz y Vida, quienes por medio de la Organización “Soy Mujer” y su programa “Chama Tech” ofrecen herramientas para introducir a grupos vulnerables en el mundo de la tecnología por medio de la programación de páginas web y aplicaciones móviles.
Dorialbys De La Rosa, Oficial Asistente de Protección del ACNUR, explicó que “la actividad estuvo enfocada en reforzar el conocimiento que los jóvenes adquirieron en el primer campamento para aumentar sus niveles de alfabetización digital y fomentar su integración a espacios educativos, reduciendo los riesgos asociados al ocio en zonas urbanas”, agregó.
Marisela Expósito, de Luz y Vida, reiteró que: “Con este tipo de actividades, no sólo se enseña el uso de las nuevas tecnologías, sino que también se sensibiliza a los jóvenes sobre los derechos y valores que facilitan la convivencia, y se les da un espacio para que participen en temas que interesan a la comunidad”.
El programa contempla el seguimiento posterior de los asistentes a las capacitaciones por medio de visitas domiciliarias. Esta estrategia permitirá abordar de manera integral a los participantes y diseñar mejores y futuras actividades individuales y comunitarias.