El cambio climático desencadena conflictos en Camerún que obligan a huir a miles de personas
En circunstancias normales, pequeñas embarcaciones cruzan el río Logone, que marca la frontera entre Camerún y Chad, en ambas direcciones. Pero en las últimas tres semanas, 11.000 personas cameruneses, el 98 por ciento de ellas mujeres, niñas y niños, han hecho un viaje sin retorno a Chad.
La región del Extremo Norte de Camerún acaba de experimentar la violencia intercomunal con más muertes en su historia, entre los ganaderos árabes chadianos, y los pescadores y agricultores Musgum. Desde el 10 de agosto, 19 pueblos han sido incendiados y 40 han sido abandonados por sus temerosos habitantes. Al menos 45 personas han muerto y otras 74 han resultado heridas.
Otras 15 personas están desaparecidas y se teme que hayan muerto durante su intento por cruzar el río Logone hacia Chad.
“Vi personas muertas frente a mis ojos”.
Jean-Pierre Semana, un camerunés árabe de 52 años, cruzó sano y salvo con su esposa y sus seis hijos hasta Oundouma, un pueblo en el lado chadiano del río. “Fue la guerra la que me trajo a Chad”, contó. “Me vi obligado a huir. Durante mi huida, vi personas muertas frente a mis ojos”.
La población de Oundouma se ha triplicado en quince días con la llegada de 3.000 personas refugiadas. El resto de ellas están dispersas en siete pueblos a lo largo del río Logone.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y sus socios han distribuido artículos de primera necesidad, han instalado cocinas comunitarias para servir alimentos calientes y han construido cuatro alojamientos comunales, pero la necesidad de más alimentos, agua y alojamiento sigue siendo urgente, ya que muchas personas refugiadas siguen durmiendo bajo los árboles en medio de los frecuentes aguaceros.
“Estamos en plena temporada de lluvias y la malaria afecta al 76 por ciento de la población, tanto a las personas refugiadas como a las comunidades de acogida”, destacó Iris Blom, representante adjunta de ACNUR en Chad, quien visitó Oundouma recientemente.
Añadió que ACNUR ha instalado clínicas móviles, y ha distribuido medicamentos y mosquiteras, pero las fuertes lluvias han hecho casi intransitables las carreteras que llevan hacia las aldeas aisladas donde se alojan las personas refugiadas.
A pesar de las dificultades causadas por las lluvias, es su ausencia la causa fundamental de los conclictos que impulsaron el éxodo de Camerún.
El cambio climático es una realidad en esta región del Sahel, donde las temperaturas aumentan 1,5 veces más rápido que la media mundial y la ONU calcula que el 80 por ciento de las tierras de cultivo están degradadas. En los últimos 60 años, la superficie del lago Chad, del cual el río Logone es uno de sus principales afluentes, ha disminuido hasta en un 95 por ciento
Ante esta situación, los pescadores y agricultores Musgum han cavado vastas zanjas para retener el agua restante del río, y poder pescar y cultivar. Pero las zanjas lodosas crean trampas para el ganado de los ganaderos árabes chadianos. En varias ocasiones, el ganado se ha quedado atascado en ellas e incluso se ha quebrado las patas intentando salir.
Uno de estos incidentes desencadenó los enfrentamientos que estallaron el 10 de agosto. Se utilizaron armas blancas, como flechas y machetes, y la disputa se intensificó rápidamente.
Amina Moussa, una mujer musgum de 20 años, tenía un embarazo muy avanzado cuando la violencia la obligó a huir. Sintió las primeras contracciones cuando aún estaba huyendo.
“Tenía que descansar cada 100 metros”, recuerda desde la casa de una familia local en Oundouma, donde ha encontrado seguridad. “Mi parto fue facilitado por una partera del pueblo dos días después de llegar aquí”.
Amina dejó atrás a su esposo y no ha recibido noticias de él desde que llegó a Chad.
Camerún ha desplegado fuerzas de seguridad, y ha emprendido operaciones de desarme y mediación para poner fin a los enfrentamientos. Aunque se ha restablecido una relativa calma, muchas de las personas refugiadas y de las 12.500 personas desplazadas dentro de Camerún no regresarán inmediatamente, especialmente aquellas cuyos hogares fueron incendiados.
Los agricultores no han podido atender sus cultivos durante varias semanas en plena temporada de lluvias, una época crucial en la que los cultivos requieren de muchos cuidados. Gran parte de la cosecha se ha perdido.
ACNUR y sus socios están apoyando a las autoridades camerunesas y chadianas para responder a la emergencia, pero encontrar soluciones a largo plazo para los impactos del cambio climático es un reto más complejo.
Desde hace décadas se lleva a cabo un proyecto de infraestructuras a gran escala denominado Transaqua para desviar el agua de la cuenca del río Congo al lago Chad a través de un canal de 2.400 kilómetros de longitud, pero la primera excavación aún no está a la vista. Si se lleva a cabo, solo reabastecería el río Chari, el principal afluente del lago, pero tendría un impacto limitado en los niveles de agua del río Logone.
Mientras tanto, los recursos para hacer frente a los impactos humanitarios de la emergencia climática son limitados. El Chad ya acoge a 510.000 personas refugiadas y Camerún a 450.000 y, al 1 de agosto, las operaciones de ACNUR en ambos países tenían déficit de financiación de menos de la mitad de las necesidades financieras cubiertas para 2021. Se necesita urgentemente financiación adicional para responder a las necesidades de las personas desplazadas por la fuerza en ambos países.
Información adicional de Moise Amedje Peledai y Helen Ngoh Ada en Camerún.