El legado de una emperatriz austríaca del siglo XIX llega hasta los refugiados de hoy en día
El legado de una emperatriz austríaca del siglo XIX llega hasta los refugiados de hoy en día
La Emperatriz Isabel de Austria, conocida por el sobrenombre de Sisí, es famosa por su glamur y por preocuparse por la gente corriente. Pero su testamento es menos conocido. Cuando murió en 1898, la mujer del Emperador Francisco José legó parte de su patrimonio a los necesitados y los perseguidos.
Hoy, apoya a la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en países que forman parte del antiguo Imperio de los Habsburgo.
La semana pasada, Thomas Jentzsch, director ejecutivo de la Editorial de la Academia Austríaca de Ciencias, hizo entrega de un cheque por valor de 15.000 euros a Noel Calhoun, representante adjunto de ACNUR en Ucrania. La ceremonia tuvo lugar en el Museo Sisí, a los pies de un icónico retrato de la Emperatriz con estrellas de diamantes en el pelo.
Calhoun explicó que en la actualidad hay en Ucrania 2.600 personas refugiadas y estos fondos ayudarán a financiar un programa de ACNUR que ofrece formación profesional y de idiomas.
“Daremos a este dinero el uso que Sisí habría querido: proteger a personas refugiadas. Gracias a Sisí, podremos hacer un poco más por ellos”, dijo.
En Viena, Sisí solo es superada por Mozart como atractivo para turistas de todo el mundo; en lo que va de año, el Museo Sisí ha recibido casi un millón de visitantes. Su fama se debe en parte a las tres películas sobre su persona que la actriz austríaca Romy Schneider rodó en la década de 1950.
“Una mujer adelantada a su tiempo”
Sisí se incorporó a la rígida corte austríaca en 1854, cuando contaba tan solo 16 años. Tuvo hijos siendo joven pero, tras la muerte de dos de ellos, encontró una salida para su duelo y su frustración en los viajes y las obras de caridad. Fue asesinada en Ginebra en 1898 a manos de un anarquista italiano.
“La leyenda de Sisí empezó a crecer inmediatamente después de su muerte”, cuenta Olivia Lichtscheidl, experta en la vida de la Emperatriz del Museo Sisí. “Era una persona fascinante, activa y de gran talento, una mujer adelantada a su tiempo”.
En ciertos aspectos Sisí obedeció las convenciones sociales, por ejemplo luciendo apretados corsés. Sin embargo, conmocionó a los más conservadores recorriendo los Alpes y montando a caballo, ocupaciones que no eran propias de una mujer en aquella época.
Hizo uso de su influencia política y contribuyó al compromiso que llevó a la formación de la monarquía dual de Austria-Hungría. Promocionó la indulgencia hacia los prisioneros políticos y la bondad con los enfermos mentales. Demostró un especial interés por niñas cuyos padres habían muerto en la guerra, lo cual explica quizás por qué hoy se interpreta su testamento en beneficio de las personas refugiadas.
Los fondos proceden de las ventas de un diario que Sisí escribió en la década de 1880, cuando rondaba los cincuenta años de edad. Encargó la custodia del diario no a los archivos austríacos sino al gobierno suizo, e impuso una moratoria de 60 años a su publicación.
En 1980, el Consejo Federal suizo decidió que ACNUR sería el mejor destinatario de este legado; de este modo, la organización percibe periódicamente los ingresos por derechos de autor derivados del diario, cuya publicación corre a cargo de la Editorial de la Academia Austríaca de Ciencias.
“No me corresponde a mí hablar por boca de la Emperatriz Sisí”, dice Jentzsch. “Pero en su testamento queda claro que asumía que el mundo actual no sería un lugar pacífico… Estoy seguro de que estaría satisfecha con esta donación”.