En contra de todo pronóstico, refugiada Ronhinyá recibe educación en Malasia
En contra de todo pronóstico, refugiada Ronhinyá recibe educación en Malasia
Shamshidah, una refugiada Rohinyá de dieciocho años, no había puesto un pie en un salón de clases hasta que llegó a su adolescencia, y aún hoy continúa superando las probabilidades en contra de obtener una escolarización.
"Comencé mi educación cuando tenía 14 años debido a que no había una escuela a la que pudiera asistir", dijo la joven, quien junto a su hermana Yasmin de 15 años asiste todos los días a una escuela informal en Kuala Lumpur, la capital de Malasia.
La educación de los niños refugiados, como Shamshidah, se ve interrumpida al ser desarraigados de su hogar y, junto a sus familias, deben encontrar su camino dentro del país que los alberga, aunque la recepción que reciben varía.
En Malasia, donde existen 150.000 refugiados registrados con el ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, los refugiados no constan de estatus legal.
Como tal, a los niños Rohinyá, provenientes de una minoría musulmana conservadora, cuyas familias huyeron de la violencia en Myanmar hace más de diez años atrás, se les niega el acceso a la educación pública, obligando al ACNUR, sus ONG socias y a las mismas comunidades de refugiados a apoyar un sistema escolar paralelo.
"Mis amigos no van a la escuela . . . siento pena por ellos"
El comienzo tardío de Shamshidah significa que estudia en una clase de nivel primario con estudiantes más jóvenes, donde aprenden inglés, matemáticas y ciencias. A pesar que se encuentra atrasada con respecto al grupo de su edad, Shamshidah aprecia la oportunidad de estudiar. "No me preocupa", dijo ella. "Espero ir a la escuela secundaria y aprender computación".
Los desafíos que enfrenta Shamshidah son muy comunes. De acuerdo a un informe del ACNUR, solo el 50 por ciento de los niños refugiados en todo el mundo asiste a la escuela primaria, el 22 por ciento a la escuela secundaria, y el uno por ciento tiene acceso a la educación terciaria.
La perspectiva es aún peor para los niños Rohinyá en Malasia. Al mes de diciembre de 2016, poco más de un tercio – 39 por ciento – de los niños en edad escolar tenía acceso a algún tipo de educación, mientras que el resto están clasificados como no escolarizados, según la unidad de educación del ACNUR en Malasia.
La educación que reciben la obtienen en 120 centros informales de aprendizaje existentes en toda Malasia, administrados por la comunidad de refugiados u organizaciones religiosas con el apoyo del ACNUR. Muchos de estos centros informales de aprendizaje tienen dificultades por sus fondos limitados, aulas sobrepobladas y pocos recursos.
Otros desafíos incluyen la elevada rotación de maestros, estudiantes que abandonan por razones financieras o culturales, y oportunidades limitadas de educación superior.
"Mis amigos no van a la escuela, algunos amigos trabajan en el mercado, algunos están casados, y otros deben cuidar de sus hermanos . . . siento pena por ellos", dijo Shamshidah.
Las escuelas, como la de Kuala Lumpur a la que asisten Shamshidah y su hermana menor Yasmin, dependen frecuentemente de maestros voluntarios, algunos de los cuales son educadores retirados, como Mira*.
"No sé leer ni escribir . . . Es por eso que no quiero que mis hijos trabajen, sino que estudien"
"Un amigo me preguntó si quería ser voluntaria. Como enseñé a niños toda mi vida, le dije '¿por qué no?'", dijo Mira*, quien también se ofrece como voluntaria para mejorar el currículo en el centro de aprendizaje de refugiados. "Los niños son niños", agregó Mira. "Ellos no necesitan tener una nacionalidad, necesitan tener una educación".
El acceso a la educación se considera clave para más de 21 millones de refugiados en todo el mundo, de los cuales más de la mitad son niños. Mientras que el ACNUR aprecia el apoyo de las escuelas informales, también apoya el acceso a la educación estatal para los refugiados en Malasia.
"Todo apoyo dirigido al acceso de los niños refugiados a la educación le permitirá al ACNUR eliminar gradualmente el sistema educativo informal paralelo que apoya actualmente, y canalizar los recursos hacia programas que beneficien tanto a los niños refugiados como a aquellos pertenecientes a la comunidad que los alberga", dijo Mimi Zarina Amin, directora de educación en ACNUR Malasia.
Aunque la madre de Shamshidah, Aminah, no asistió a la escuela, apoya a sus hijas y espera que su educación les abra oportunidades que ella perdió.
"Nací dentro de una familia pobre y tuve que hallar formas de encontrar alimento", dijo Aminah, enumerando las maneras en que la falta de educación le afecta diariamente. "Cada vez que tomo un taxi, no sé los números, no sé leer ni escribir, no sé cómo hacer nada. Es por eso que no quiero que mis hijos trabajen, sino que estudien".
Mientras que Shamshidah es consciente de que ella es mayor que sus compañeros de clase, Aminah la alienta. "Le digo que no sea tímida porque es por ella, no por mí," dijo Aminah. "Quiero que vayas a la escuela por ti".
Por Elisabet Diaz Sanmartin
Gracias a la Voluntaria en Línea Mariana Tarzia por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.