Ingenieras refugiadas ayudan a construir alojamientos resistentes a los factores climáticos para otros refugiados en Sudán
Ingenieras refugiadas ayudan a construir alojamientos resistentes a los factores climáticos para otros refugiados en Sudán
Antes de que estallara el conflicto en la región septentrional de Tigray, en Etiopía, hace casi dos años, todo iba por buen camino para Medhn Enday, refugiada madre de dos hijos. Se había graduado en ingeniería de la construcción en la Universidad de Mekelle, en la capital de la región, y luego había trabajado como encargada antes de crear su propia empresa. “Trabajaba como contratista y había ganado licitaciones”, recuerda. “Me hacía cargo de mi familia, de mis hijos, de mi propia casa y de mi vida”.
Cuando los combates la forzaron a huir a través de la frontera con Sudán, todo eso se acabó. Pero en el campamento de refugiados de Tunaydbah, Medhn ha encontrado la manera de poner en práctica sus conocimientos especializados, trabajando con otra ingeniera para ayudar a construir más de 600 alojamientos duraderos para sus compatriotas refugiados.
Al igual que Medhn, Azmera Glmedn trabajó en la construcción en su país, Tigray, supervisando varios proyectos para el gobierno local. Cuando estalló la guerra, también tuvo que dejarlo todo atrás, huyendo a Sudán con su esposo y sus dos hijos. “Vinimos sin nada”, cuenta Azmera.
A pesar de la incertidumbre y la inestabilidad, Azmera y Mehdn han encontrado un propósito en Tunaydbah, construyendo una nueva vida para ellas mismas mientras construyen nuevos hogares para las demás personas refugiadas.
“Al principio, me sentía mal porque no esperaba vivir este tipo de vida”, comenta Azmera sobre el hecho de encontrarse viviendo en un campamento de refugiados. “Me sentía desafortunada. Pero ahora siento que Sudán es mi segundo hogar”.
Medhn es encargada y Azmera supervisora de obra en la construcción de resistentes tukuls, casas tradicionales circulares de piedra con techos de paja, que soportan mucho mejor las condiciones meteorológicas extremas que las tiendas y los deteriorados alojamientos de palos y lonas a los que sustituyen.
En 2021, las lluvias torrenciales y los fuertes vientos destrozaron los frágiles alojamientos de Tunaydbah y del cercano campamento de refugiados de Um Rakuba, dejando a miles de familias refugiadas sin hogar una vez más. “El año pasado fui testigo de la destrucción causada por las intensas lluvias y los fuertes vientos, y me siento feliz haciendo este trabajo sabiendo que estoy ayudando a mantener a las familias a salvo”, señala Azmera.
Trabajando para MedAir – socio de ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados –, el equipo de Medhn y Azmera está construyendo tukuls en Tunaydbah, cada uno de ellos con paredes de piedra a la altura de los hombros y con una gruesa paja resistente a los factores climáticos, algunos incluso coronados con cruces coptas etíopes ornamentadas que son un recuerdo del hogar.
“Superviso la construcción, desde el trazado y la lectura del plano hasta el control de la calidad de la construcción”, explica Azmera. “También he capacitado a 40 mujeres y he cambiado su percepción sobre la construcción. Las reclutamos y les dimos la oportunidad de trabajar”.
Las habilidades y los conocimientos de Azmera hacen que sea respetada en esta industria tradicionalmente dominada por los hombres. “Nadie me subestima por ser mujer”, asegura.
ACNUR y sus socios, MedAir, NRC y ACTED, han construido un total de más de 2.300 alojamientos duraderos y resistentes a la intemperie en los campamentos de Tunaydbah, Um Rakuba y Babikri, todos ellos en el estado sudanés de Gedaref.
Además, para mitigar el impacto de las inundaciones, ACNUR, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU y otros socios han construido sistemas de drenaje y canales en las zonas propensas a las inundaciones alrededor de los campamentos.
Para Medhn y Azmera, todo esto es algo más que una forma de mantenerse ocupadas. Les permite poner en práctica sus habilidades, ganarse la vida, hacer algo por los demás y contribuir a su comunidad.
“Una cosa que nunca olvidaré cuando me vaya de aquí”, señala Azmera, “es que hemos trabajado duro para la comunidad que está aquí con nosotros ahora, y que estará con nosotros cuando volvamos a casa”.