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Jóvenes españoles experimentan lo que significa ser refugiados

Historias

Jóvenes españoles experimentan lo que significa ser refugiados

Decenas de jóvenes participaron en un simulacro de campo de refugiados el fin de semana pasado en Las Palmas de Gran Canaria.
15 Marzo 2013
Una de las "familias" que participó en el simulacro tuvo que construirse provisionalmente un refugio con los materiales que les facilitaron.

En un terreno de tierra negra, pedregoso y volcánico de Las Palmas de Gran Canaria, que recuerda al lugar donde se levantan los asentamientos de desplazados congoleños en Goma, la capital de Kivu Norte, en la República Democrática del Congo, se llevó a cabo el pasado fin de semana una simulación de campo de refugiados que permitió a casi un centenar de personas acercarse a la realidad de los refugiados y ponerse en su piel por unas horas.

Se trata de la segunda simulación de campo de refugiados organizada por el Centro Universitario de Cooperación Internacional para el Desarrollo (CUCID) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Concebido como una actividad de sensibilización y formación en materia de refugiados y cooperación internacional englobada en el mes temático de "Acción Humanitaria", ACNUR ha colaborado durante un fin de semana en el desarrollo de esta actividad junto a otras organizaciones humanitarias con amplia experiencia en la atención a refugiados y desplazados a nivel nacional y en contextos de crisis.

El ejercicio se centró en el contexto de la crisis de Malí y a cada participante se le asignó un perfil tomado de casos reales de refugiados malienses en Mauritania. Los participantes tuvieron que localizar a los miembros de sus familias de diferentes edades, sexo, y con distintas vulnerabilidades, que se encontraban entre el grupo, antes para emprender el camino del exilio juntos, durante el cual se han enfrentado a diferentes obstáculos.

"Me llamo Fatoumata, vengo de Gao; estoy sola con mis cuatro hijos menores y perdí a mi marido durante los combates entre rebeldes y fuerzas gubernamentales. Llevamos una semana de camino sin apenas agua ni comida", comentaba una de las participantes en el punto de registro a su llegada al campamento de refugiados, donde el personal de ACNUR tomaba nota de sus datos de identificación, analizaba sus necesidades de protección, les ponía un brazalete identificativo y entregaba a la familia una tarjeta de registro y racionamiento. En la vida real, esta mujer ya había sido refugiada cuando era niña en los años 80, por un conflicto anterior en la misma región que motivó la huida de su familia hacia el exilio.

La distribución de alimentos para dos días y de materiales de ayuda humanitaria no perecederos, incluyendo plásticos aislantes, la elección de líderes "refugiados" o la asignación de una tienda o agua racionada, han sido algunas de las experiencias por las que han tenido que pasar estos jóvenes que participaron en este simulacro con el fin de conocer mejor el funcionamiento y la organización de un campo de refugiados.

En este particular campamento canario se han impartido además talleres de formación por profesionales del centro de logística de Cruz Roja, Médicos del Mundo, ACNUR o CEAR sobre sus respectivas áreas de especialización. La formación ha incluido a su vez un taller sobre minas antipersona a cargo de la Brigada de Infantería Ligera Canarias, que ha proporcionado a la CUCID el terreno en el campo de maniobras de La Isleta y el apoyo logístico necesario para desarrollar esta actividad.

Sin duda una de las experiencias mejor valoradas por los participantes ha sido el poder contar con el valioso testimonio de un grupo de refugiados saharauis que se quisieron sumar a esta actividad durante todo el fin de semana."Yo nací en una tienda de campaña como ésta en los campos de Tindouf, al sudoeste de Argelia hace 23 años" explicaba Abdu, un refugiado saharaui. "Aquello es un desierto inhóspito donde no hay más que arena y dunas", añadía Abdu, en un perfecto español. Este joven comentó que su madre, su familia y miles de refugiados llevan viviendo allí desde hace más de 35 años, a la espera de una solución política al conflicto.

Desde Mauritania, se realizó el sábado por la noche una conexión telefónica con Hovig Etyemezian, responsable de la oficina de ACNUR en Bassikounou, quien explicaba a los participantes los principales retos a los que se enfrentan los refugiados en los campos de Mauritania: "Aunque se trata de una población homogénea en cuanto a nacionalidad, hay diversos grupos étnicos entre los refugiados malienses y algunos, como los tuareg, son vistos con recelo por parte de otros grupos étnicos",explicó Etyemeziana los jóvenes, muy atentos a su testimonio en directo desde el terreno.

La tolerancia entre comunidades ha sido uno de los aspectos en los que más hincapié se ha hecho con los participantes durante la simulación, ya que, entre sus perfiles de cara a este particular "juego de roles", los chicos tuvieron que ponerse en la piel de familias de origen árabe, tuareg, peúl o malinké. Se les pidió que respetaran las pautas de convivencia entre comunidades y que no se tomaran represalias contra las familias tuareg, acusadas por algunos de pertenecer o simpatizar con los grupos rebeldes que iniciaron la revuelta en el país en enero de 2012. El de Malí, es un conflicto que a día de hoy ya ha provocado el desplazamiento de más de 400.000 personas dentro y fuera de las fronteras del país.

"Siento un profundo respeto y solidaridad por quienes tienen que dejarlo todo para poner a salvo su vida y la de sus seres queridos", comentaba un estudiante de ingeniería canario participante en este ejercicio. "Acercarme a su realidad de la mano de estos profesionales y a través de los testimonios de propios refugiados, ha sido un verdadero privilegio. Me siento muy afortunado" añadía.

La solidaridad de los canarios en materia de inmigración ya se puso a prueba a mediados del siglo XX, cuando las Islas Canarias se convirtieron en tierra de acogida para miles de inmigrantes y refugiados que llegaban en cayucos y pateras a sus costas desde África Occidental. Pero en los años 50, también estas islas fueron punto de partida de goletas cargadas de españoles que ponían rumbo hacia América Latina de forma clandestina, unos huyendo del hambre de la posguerra y otros del régimen franquista.

Algunos de los participantes en el simulacro recuerdan las historias que sus abuelos les contaron sobre estos viajes de canarios "sin papeles". Seguro que sus abuelos se acordarán siempre la experiencia de la inmigración y el exilio, al igual que estos jóvenes no podrán olvidar la experiencia de este fin de semana que ha hecho cambiar o afianzar el rumbo profesional que algunos querrían darle a su vida, enfocado a la acción humanitaria. Si hay algo en lo que todos estuvieron de acuerdo al acabar estas intensas jornadas, es que esperan no tener que verse nunca en la piel de un refugiado.