La crisis del Mediterráneo motiva a una antigua refugiada de Vietnam a romper su silencio
La crisis del Mediterráneo motiva a una antigua refugiada de Vietnam a romper su silencio
COPENHAGUE, Dinamarca, 6 de julio de 2015 (ACNUR) – Las terribles imágenes de la crisis de refugiados y migrantes en el Mediterráneo han traído recuerdos "agridulces" a Anh Lê, una de las restauradoras vietnamitas más famosas de Dinamarca, que atravesó mares para llegar a donde está hoy en día.
Cuando tenía cinco años, Anh Lê se vio obligada a huir de Vietnam en un barco con su familia. Hizo frente a piratas, a tormentas, al rechazo y a un miedo permanente a la violencia, y ha encontrado el éxito y la felicidad en la tierra que la ha adoptado.
Ahora, años después de esa terrible experiencia, alentada por los horribles acontecimientos acaecidos en el Mediterráneo, siente que tiene que compartir su experiencia.
"Nunca hablo de esto y, durante muchos años, mis padres tampoco lo han hecho. Era demasiado horrible. No obstante, de alguna forma, esta crisis del Mediterráneo te afecta. Creo que escondo muchas cosas y que alguna nunca las superaré, pero fui una de las afortunadas »", explicó.
La chef autodidacta y escritora de libros de cocina tiene ahora 42 años y aparece regularmente en televisión para compartir recetas vietnamitas modernas con su público danés en su programa Spis Vietnam. Su historia es de esperanza y de triunfo, pero ella nunca ha olvidado su pasado.
"Las noticias y las fotos de la gente desbordando los barcos, nadando desesperadamente de naves hundidas hacia la costa para sobrevivir, la imagen de los cuerpos (sobre todo, de niños) flotando en el mar, todo evocó mis recuerdos. Aquello me entristeció y me llevó a compartir mi historia", le contó Anh Lê al ACNUR en una reciente entrevista.
Anh espera que al compartir su experiencia pueda cambiar el punto de enfoque de la imagen negativa de solicitantes de asilo a uno en el que los solicitantes de asilo y los refugiados se vean como una contribución a la sociedad y no como una carga.
"Pensaba, inocentemente, que el mundo había aprendido algo de la Guerra de Vietnam (y de otras muchas guerras) y de la tragedia de quienes huyen por mar. Pero está claro que tenemos que hablar de esto. Necesitamos que la gente entienda que podrían ser ellos quienes huyan mañana. No hay una solución perfecta, todo el mundo tiene miedo de perder algo si abrimos las puertas . . . pero necesitamos encontrar una solución", añadió Anh.
Su profundo conocimiento de lo que significa dejar tu hogar y convertirte en un refugiado la ha llevado a reaccionar con fuerza contra algunos comentarios en los medios de comunicación que sugieren que los refugiados escogen el lugar en el cual solicitar asilo.
"Creo que esas personas no piensan en aquellos momentos: '¿Qué país debería escoger? ¿Dónde ganaré más dinero?'. Simplemente piensan: 'Quiero que mis hijos estén en un lugar donde se encuentren a salvo'", explicó Anh.
La huida de Anh comenzó porque su padre trabajaba como oficial en la entonces marina de Vietnam del Sur, aliada de Estados Unidos. Cuando terminó la guerra, en 1975, fue enviado a un campamento.
Con el tiempo, conoció a un hombre de negocios chino que había construido un barco y, debido a la experiencia de su padre en la marina, le ofreció un lugar a bordo a cambio de dirigirlo. Anh y sus tres hermanos, que tenían entre 9 meses y 6 años, partieron con él. Anh explicó: "Cuando la gente le preguntaba: '¿Por qué te llevas a tu familia contigo?', mi padre respondía: 'Si los dejo aquí, morirán. Si me los llevo, morirán conmigo'".
Su padre creía que merecía la pena arriesgarse para que sus hijos tuviesen la oportunidad de tener una vida mejor y más segura. En el barco iban más de 1.000 personas.
En una situación inquietantemente parecida a la actual crisis en el Sudeste Asiático, el barco de Anh fue rechazado por Hong Kong, Malasia e Indonesia. Tras 14 días de navegación de un sitio a otro, el agua se había agotado y la comida era escasa: la situación era cada vez más desesperante.
"La gente hacía sus necesidades en el barco, estábamos cansados y había demasiada gente. No podías caminar ni respirar". Con la ayuda de otras personas a bordo, el padre de Anh se las arregló para defender al barco de piratas, pero el tiempo se estaba agotando.
Finalmente, su padre tomó la decisión de hundir a propósito el barco cerca de la costa de Indonesia para que no pudieran llevarlos de vuelta al mar. La mayoría de las personas a bordo no sabía nadar, así que los que sabían estuvieron todo el día nadando desde el barco a la playa y viceversa, ayudando al resto de pasajeros que los acompañaban a ponerse a salvo.
Anh, su familia y el resto de supervivientes fueron llevados a un campo de refugiados en Indonesia. Allí pasaron tres meses durmiendo en el suelo de una tienda de campaña que compartían con otras cuatro familias. Como no tenían dinero, la familia sobrevivió a base de pescado, que su padre pescaba por la noche. Había mosquitos y llovía constantemente.
En 1979, les llegó la noticia de que la familia sería reasentada en Dinamarca. Anh explica con una sonrisa: "Nos enviaron en un vuelo de SAS a Copenhague. Era como estar en el paraíso. Parecía que los asistentes de vuelo venían cada cinco minutos para preguntarnos: '¿Qué queréis comer o beber?'. Fue una experiencia maravillosa".
Tras una corta estancia en Copenhague, la familia fue enviada a Aalborg, al norte de Dinamarca, donde pronto se integraron en la sociedad danesa y construyeron una nueva vida.
Tras terminar sus estudios, Anh vivió en Estados Unidos, Vietnam y Francia antes de regresar a Dinamarca en 2003. Anh explicó entre risas: "Ya había decidido con mis hermanos abrir un restaurante en Copenhague. Aquel fue el comienzo, y desde entonces ha habido trabajo duro, mucha diversión y mucha locura".
También dedica tiempo y dona todo el dinero que gana con su libro de cocina para ayudar a niños en países en desarrollo a través de SOS Children. La crisis del Mediterráneo ha empeorado en 2015 y Anh ha tomado la dolorosa decisión de hablar por primera vez sobre sus propias experiencias.
Anh declaró: "Es muy importante recordar que un día podríamos vernos en su situación. Sí, es maravilloso vivir en un país seguro, pero nunca sabes cuándo te puede cambiar la vida".
Por Michelle van der Meer en Copenhague, Dinamarca.
Gracias a la Voluntaria en Línea Ana Ledesma Claros por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.