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La voluntaria jordana que ayuda a personas refugiadas sirias a empezar de nuevo

Historias

La voluntaria jordana que ayuda a personas refugiadas sirias a empezar de nuevo

Conocida como «la madre de los sirios» por su labor de ayuda a personas refugiadas, Abeer Khreisha es la ganadora por la región de Oriente Medio del Premio Nansen para los Refugiados de ACNUR.
18 Septiembre 2019 Disponible también en:
Ver también: La voluntaria jordana que ayuda a personas refugiadas sirias a empezar de nuevo

En los siete años que han transcurrido desde que el conflicto en la vecina Siria provocara la llegada de miles de personas refugiadas a su localidad natal, Madaba, una ciudad histórica situada 30 kilómetros al suroeste de la capital jordana de Amman, la voluntaria Abeer Khreisha se ha acostumbrado a despertarse a cualquier hora por las llamadas que llegan a su teléfono móvil.

«Nunca apago el teléfono», explica. «A veces me llaman en mitad de la noche».

Durante los primeros años llamaban sobre todo personas refugiadas recién llegadas, que tenían el número de Abeer porque se lo habían dado amigos o familiares. Les habían dicho que ella era la persona a la que acudir si necesitaban ayuda. «Para muchos de ellos, yo era la primera persona a la que conocían al llegar», cuenta.

Hoy, es más probable que se trate de alguien a quien ya conoce y que necesita ayuda para comprar alimentos, para el alquiler o la educación de sus hijos. Sea cual sea la necesidad que tengan, saben que esta mujer sonriente de 50 años, conocida cariñosamente como «la madre de los sirios», siempre contestará la llamada y hará todo lo que esté en su mano para ayudar.

«Me di cuenta de la magnitud de su sufrimiento».

Abeer ha trabajado como voluntaria en Madaba desde hace casi 20 años, ayudando tanto a personas jordanas como sirias en situación de vulnerabilidad desde un centro comunitario gestionado por el Fondo Hachemita Jordano para el Desarrollo Humano. Cuenta que fue su padre, que falleció cuando ella era adolescente y a quien siempre vio ayudar a quienes lo necesitaban, quien le inculcó el sentido de la caridad.

El número de personas que solicitan su ayuda ha aumentado considerablemente desde 2012, fecha en que los refugiados sirios comenzaron a llegar a Madaba en grandes cantidades huyendo del conflicto en su país, que dura ya ocho años.

«Empecé a hacerles visitas en sus hogares y me di cuenta de la magnitud de su sufrimiento», recuerda Abeer. «Su estado psicológico era muy malo, y algunos de ellos dormían en el suelo».

Abeer se ha mantenido en contacto con las familias a las que ha conocido y sigue realizando hasta una decena de visitas a hogares cada día para comprobar cómo están las personas. «No lo afronto como si fuera trabajo, he entablado amistad con ellos. Ahora conozco a casi todas las familias sirias que viven aquí».

En la actualidad hay más de 13.000 personas refugiadas sirias registradas viviendo en Madaba, de una población total de unas 80.000 personas.

El gobierno de Jordania ha dedicado esfuerzos y recursos considerables para acoger a los 660.000 refugiados sirios registrados que están viviendo en el país. Sin embargo, la solidaridad de personas de la comunidad local como Abeer también desempeña un papel fundamental. Este apoyo es especialmente importante dado el nivel de fondos con que cuentan las agencias humanitarias para asistir a los refugiados sirios, ya que en la actualidad apenas han recibido el 30 por ciento del total solicitado para este año en Jordania y en toda la región.

Abeer dedica gran parte de su tiempo y de su energía a los casos más vulnerables con los que se encuentra, como niños y niñas que han perdido a uno o a ambos progenitores, madres que están solas, personas mayores y personas con discapacidad.  

Al haberse prologando la crisis, la situación de vulnerabilidad es algo tristemente común entre las personas refugiadas sirias en Jordania y las cifras de 2019 indican que casi el 80% de ellas vive bajo el umbral de la pobreza con menos de 3 dólares estadounidenses al día.

«No hay nadie como Abeer».

Su popularidad entre los niños y niñas sirios en Madaba es tal que, durante una actividad mensual organizada por los jóvenes sirios en un salón municipal, el centro de atención no fueron los payasos, ni los zancudos, ni los numerosos voluntarios disfrazados de personajes de Disney, sino ella.

«No hay nadie como Abeer», cuenta entusiasmada Ibtisam, una refugiada siria que llevó a su hija pequeña a disfrutar de la jornada. «Mi hija la adora, siempre la invita a venir a estas actividades tan alegres».

Además de organizar actividades para los jóvenes, gracias a sus conocimientos sobre la ciudad y sus contactos Abeer ayuda a las personas refugiadas a encontrar alojamiento, colegio y trabajo. Cuando puede, también colabora con dinero de su propio bolsillo para cubrir el alquiler, alimentos y otras necesidades básicas.

Haifaa es una refugiada siria que llegó a Madaba en 2013 y conoció a Abeer a través de un familiar que vivía en la ciudad. Natural de Homs, esta refugiada de 48 años tiene tres hijos con discapacidad y no contaba con medios para mantenerles.

«Es compasiva, amable y generosa», explica Haïfa Al Dallal, una refugiada siria de 48 años, sobre Abeer.

«Vine a Jordania sin nada», explica Haifaa. «En Siria era costurera. [Abeer] compró muebles para nuestra casa. Me compró una máquina de coser, habló a la gente de mí y me traía trabajo a casa. Es comprensiva, bondadosa y generosa. Por muchas veces que lo diga y se lo agradezca, nunca será suficiente».

Para Abeer, la mayor satisfacción es poder proporcionar a personas como Haifaa las herramientas para que prosperen por sí mismas. «Ahora Haifaa es una modista muy conocida en Madaba. Trabaja para mantener a su familia. Estoy orgullosa de que las personas a las que he ayudado ahora puedan valerse por sí mismas ».

El Premio Nansen para los Refugiados recibe su nombre del explorador y humanitario noruego Fridtjof Nansen, el primer Alto Comisionado para los Refugiados, que fue nombrado por la Sociedad de Naciones en 1921. El galardón trata de difundir los valores de la perseverancia y el compromiso ante la adversidad que le caracterizaron.

Abeer es la ganadora regional por Oriente Medio del Premio Nansen para los Refugiados de ACNUR en 2019 por su trabajo de ayuda a las personas refugiadas sirias. Este galardón anual tan prestigioso rinde homenaje a personas que han realizado esfuerzos extraordinarios para asistir a las personas refugiadas y desplazadas. 

El día 2 de octubre se anunciará la persona galardonada con el premio Nansen 2019, quien será presentada por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y recibirá el premio en una ceremonia en Ginebra, Suiza, que se celebrará el 7 de octubre.

Abeer es un ejemplo del impacto que puede llegar a tener la generosidad y la solidaridad de cada persona en un momento en el que el discurso oficial sobre las personas refugiadas en muchas partes del mundo cada vez genera más divisiones. Ella siente que haber sido escogida como finalista regional para el premio es una reivindicación del trabajo al que ha dedicado su vida.   

«No empecé este trabajo para lograr reconocimiento. Ayudar a otras personas es una recompensa en sí misma, pero este premio me da aún más motivación para seguir trabajando y hacer todavía más cosas».

Puedes conocer al resto de ganadores regionales del Premio Nansen para los Refugiados 2019 en este enlace.