Los niños sirios reciben clases en un colegio modélico para refugiados en el Líbano
Los niños sirios reciben clases en un colegio modélico para refugiados en el Líbano
ARSAL, Líbano, 23 de mayo de 2013 (ACNUR) – Hoy es un día de examen en el turno de tarde de la escuela pública de secundaria Arsal y los estudiantes de octavo grado de la clase de matemáticas están absortos en su examen. Sacan factores y escriben ecuaciones de primer grado, todo en francés, un idioma que todos han aprendido desde que comenzaron sus estudios hace dos meses aquí en el noreste de Líbano.
"Estos niños vienen a la escuela con muchísimas ganas de aprender" dice Ali Hujeiri, de 55 años y director de la escuela. "Saben lo que han perdido y ahora aprecian el valor de la educación".
Han llegado desde ciudades y aldeas de Siria como Qusayr, Dara'a y Homs, lugares que ahora son campos de batalla. Al menos uno de los niños por cada clase ha visto cómo su casa volaba en pedazos. Pero de algún modo las silenciosas paredes de esta escuela les ofrecen un lugar donde estudiar y cultivar un sentimiento de esperanza más allá del conflicto. Aquí Billal, de 11 años, puede soñar con ser profesor. Halid, también de 11 años, aspira a ser médico algún día. Selieman, de 10 años, quiere ser peluquera.
Arsal era en su día una ciudad dormitorio que creció en las colinas a pocos kilómetros de la frontera siria. Cuando estalló la guerra en este país hace dos años, la ciudad creció a medida que la población siria, mayoritariamente mujeres y niños, huyó a Líbano. Pronto Arsal aumentó su población en 10.000 personas, de las que casi la mitad eran niños.
No había espacio suficiente en las escuelas para acoger a los niños que llegaron, así que el Ministerio libanés de educación pidió al ayuntamiento que creara un segundo turno entre la una y las seis de la tarde. La escuela de secundaria de Arsal lo hizo con gusto y 236 estudiantes sirios se matricularon. "Miro a estos niños y pienso, '¿Qué culpa tienen ellos de esta guerra'?" dice Hujeiri. "No hicieron nada para merecer este destino. Estos niños necesitan ir a la escuela".
En todo el Líbano casi el 40% de la población refugiada está en edad escolar. Pero la tasa de matriculación en el sistema educativo es muy baja. En este año académico sólo van a las escuelas gubernamentales 30.000 de una población estimada de 120.000 niños refugiados en edad escolar.
Se calcula que otros 10.000 niños reciben algún tipo de educación privada. Este grado de participación en el sistema educativo por parte de los refugiados queda lejos de la ambiciosa meta que tiene el gobierno libanés de alcanzar un 60% de escolarización entre los niños refugiados.
Aunque el Ministerio de Educación ha prometido que todos los niños refugiados tienen derecho a asistir a las escuelas públicas, muchas de ellas o están saturadas o carecen de recursos básicos como libros.
La iniciativa de Arsal de doblar los turnos representa una solución. Las tasas de matrícula, que cuestan unos 136 dólares por niño, las paga ACNUR. Otras agencias socias financian los libros, los materiales y otras necesidades educativas. Los estudiantes sirios que llegan a la aldea no están familiarizados con el programa escolar libanés o el idioma francés, en el que se dan algunas clases, pero logran destacar en apenas unos meses.
"La iniciativa de Arsal ha sido tomada como modelo para el resto del país" dice Linda Kjosaas, una experta en educación de ACNUR en el Líbano. "Con un creciente flujo de refugiados, el número de niños en edad escolar para finales de 2013 sobrepasará la cifra de niños que actualmente están matriculados en las escuelas públicas, y en algunos lugares un segundo turno no resolverá el problema del espacio. El impacto del conflicto es impresionante, pero a pesar de las experiencias que han tenido que vivir estos niños en el pasado, necesitan recibir una verdadera oportunidad de continuar sus estudios para no convertirse en una generación perdida".
Los niños refugiados de Arsal todavía se enfrentan a problemas desalentadores. Muchos no pueden ir a la escuela porque tienen que trabajar para ayudar a sus padres. Otros están traumatizados por la guerra y por el impasse que están sufriendo en sus vidas. "Es la falta de estabilidad lo que más les afecta" dice Hujeiri, el director de la escuela. "No tienen comida en sus casas todos los días. No viven en el mismo lugar todos los días".
En este punto, el ambiente de la escuela es algo más que un recurso de aprendizaje, es un modo de crear un espacio común de seguridad. Los niños que no están en la escuela tienen muchos más riesgos de convertirse en mano de obra. Además, es más complicado para el gobierno y las agencias humanitarias identificar las necesidades médicas y de otro tipo que puedan tener los jóvenes que no están escolarizados.
"Para muchos pueblos, la escuela es el centro de la comunidad y poder llevar a los niños a la seguridad de la escuela y ofrecerles los servicios que necesitan es muy importante. Una educación de calidad es el único medio de integrarles bien en su nueva realidad y darles una oportunidad auténtica de futuro" apunta Hujeiri.
Actualmente ACNUR, UNICEF y sus socios están preparando el programa para la vuelta al cole del año que viene. Con un número previsto para finales de año de 300.000 refugiados en edad escolar en el Líbano, el precio del fracaso para estos estudiantes sería demasiado alto. Por eso ha florecido un fuerte espíritu de cooperación entre la comunidad educativa, el gobierno local, ACNUR y otros socios clave. "Todos somos un equipo aquí" dice Terra Mackinnon, trabajadora de ACNUR. "¡Medalla de oro para todos por su colaboración!".
Por Greg Beals en Líbano