Los refugiados dan a los residentes de una localidad alemana una nueva perspectiva de vida
Los refugiados dan a los residentes de una localidad alemana una nueva perspectiva de vida
El zumbido de las conversaciones se levanta sobre el ruido fuerte y ensordecedor en un atiborrado centro comunitario. Grupos de sirios, iraquíes y afganos mantienen una discusión profunda con sus vecinos alemanes, buscando consejos sobre empleo, estudio o vivienda, junto a una taza de café y un pedazo de torta.
El encuentro mensual en Neu Wulmstorf, cerca de Hamburgo en el norte de Alemania, es una ocasión para que algunos de los 300 refugiados y solicitantes de asilo de la localidad hablen con los residentes de la misma. Para el equipo de voluntarios de la comunidad dedicados a esta labor, los beneficios son mutuos.
"Los refugiados son un activo", dijo Cornelia Meyer, de 44 años, cofundadora de la red de apoyo a los refugiados responsable de estos encuentros. "Desde que fundamos esta red y vinieron los refugiados, me he sentido mucho mejor respecto de vivir aquí".
"Han traído consigo todo un mundo, han traído mucha apertura que no había aquí antes. Somos una amplia variedad de voluntarios en el grupo, pero cada uno ha recibido a los recién llegados en sus corazones. Ganamos mucho con esta labor", continuó.
"Los refugiados son un activo"
Meyer, una trabajadora social, lanzó la iniciativa voluntaria Bienvenidos a Neu Wulmstorf en el verano de 2014, tras escuchar que la población de refugiados en la localidad iba a aumentar. Con la ayuda del centro comunitario, reclutó un grupo base de 40 voluntarios dispuestos a hacer lo que fuese necesario para hacer sentir a los recién llegados como en su casa.
Tres años después, la red está más activa que nunca. Además del apoyo individual, los voluntarios ofrecen clases de natación, un taller de reparación de bicicletas, cursos de idioma, noches de juego, eventos cinematográficos y visitas de un día a las atracciones locales.
"Tengo suerte de haber terminado aquí", dijo el refugiado sirio Mohammad Al-Akily, de 27 años, quien llegó a Neu Wulmstorf en diciembre de 2015, habiendo huido de los combates cerca de su hogar en Hama, en el oeste de Siria. "Las personas aquí son muy amigables. Nos ayudan si tenemos preguntas. Nunca lo esperé pues siempre pensé que me las tendría que arreglar por mi cuenta. Pero es hermoso que tantas personas nos ayuden así".
El mayor agradecimiento de Mohammad es hacia los voluntarios Heino Rahmstorf y Thomas Bartens, quienes han pasado el último año enseñándole a nadar. Cada sábado en la mañana, Mohammad y un grupo de otros principiantes, practican clavados, estilo libre y nado de pecho en la piscina local.
Antes de aprender a nadar, Mohammed primero que superar el recuerdo de una experiencia cercana a la muerte en el Mar Egeo. Como muchos otros, su embarcación sobrecargada naufragó al ir de Turquía a Grecia en el verano de 2015. Aunque no podía nadar, Mohammad sobrevivió por más de una hora en el agua, luchando por mantenerse a flote hasta que fue rescatado. La experiencia le dejó un profundo miedo al agua.
"Al principio era terrible, siempre me estaba hundiendo", expresó Mohammad, recordando sus primeros intentos de nadar en la piscina. "Estaba temeroso del agua. Pero por ello supe que debía aprender a nadar. Ahora estoy más calmado. Incluso he nadado en el mar".
No sólo natación ha aprendido Mohammad en el último año. Con la ayuda de las lecciones de idiomas gestionadas por los voluntarios, Mohammad está rápidamente llegando al nivel de alemán que necesita para volver a la universidad, donde quiere estudiar ingeniería.
Espera volver a Siria, donde sus hermanos y padres aún viven. "Espero que algún día mi país mejore y yo pueda regresar y ayudar a reconstruir", dijo. "Siempre hay esperanza, es todo lo que podemos tener". Mientras tanto, está feliz de contar con el apoyo de los voluntarios de la comunidad para construir una nueva vida en Alemania.
"Siempre hay esperanza, es todo lo que podemos tener"
"Parece que muchos de los recién llegados se sienten como en casa aquí", indicó la cofundadora de la red de voluntarios Hannelore Schade, de 54 años. "Las personas saben que siempre puede venir aquí y les trataremos de ayudar".
Katharina Lumpp, representante de la agencia de refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR) en Alemania, señaló que el gran número de voluntarios en el país ha ayudado a hacer frente a los desafíos generados a partir de la llegada de los refugiados.
"La vibrante sociedad civil en Alemania ha contribuido significativamente al manejo de los desafíos que emergieron con la llegada de tantas personas con necesidad de protección", dijo.
Los organizadores Schade y Meyer añadieron que era imposible poder atender a todos los recién llegados a Neu Wulmstorf, pero el ver los resultados de su duro trabajo en el progreso de los individuos, les mantuvo motivados.
"Los voluntarios aquí se sienten realmente valorados", sostuvo Schade. "Cada quien sabe que su labor tiene un rol clave en el proceso de integración. Y cuando los voluntarios son apreciados, es más probable que se sientas más apegados a lo que hacen".
Por: Josie Le Blond y Gordon Welters en Neu Wulmstorf, Alemania.
Gracias al Voluntario en Línea Omar Hernández por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.