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Los refugiados Rohingya en el frente de lucha para frenar la difteria

Historias

Los refugiados Rohingya en el frente de lucha para frenar la difteria

Yendo de albergue en albergue en los campamentos de Bangladesh, los trabajadores sanitarios voluntarios de la comunidad ayudan a asegurar que los refugiados tengan acceso a los servicios y tratamiento médicos.
7 Febrero 2018 Disponible también en:
Zafor Hossain (derecha), un trabajador sanitario de la comunidad de los refugiados Rohingya, va de albergue en albergue en el campamento de Nayapara en Bangladesh, creando conciencia de los síntomas de la difteria.

CAMPAMENTO DE NAYAPARA, Bangladesh – Zafor Hossain, un trabajador sanitario voluntario entre los refugiados, sabía qué signos y síntomas de la difteria buscar mientras iba de albergue en albergue en este extenso campamento de refugiados, entonces una joven de 17 años le llamó la atención.

"Tenía el cuello muy hinchado y no podía comer. Coincidía con los síntomas. Llamé a un médico y la trasladaron a un centro sanitario. Se confirmó como un caso de difteria", decía Zafor.

El joven de 31 años está entre los 44 refugiados Rohingya ofreciéndose de voluntarios como trabajadores sanitarios de la comunidad en los campamentos de Nayapara y Kutupalong, en el sudeste de Bangladesh. Y puede que su pronta acción haya ayudado a salvar la vida de la chica y la de otras personas más de su entorno.

"Cuatro días después, cuando fui a realizar una consulta de seguimiento, había vuelto a casa y me lo agradeció," decía Zafor, de 31 años.

"Fue la voluntad de Dios lo que la salvó, pero me sentí muy satisfecho por haber ayudado y asegurar que su familia y vecinos también estuvieran a salvo. Me dio confianza en mi trabajo. Sé que estoy marcando la diferencia".

"Tenía el cuello muy hinchado y no podía comer. Coincidía con los síntomas."

Al menos 688.000 niños, mujeres y hombres Rohingya, la mayoría buscando refugio en los dos campamentos saturados cerca de Cox's Bazar, han viajado a Bangladesh desde que la violencia estalló hace 5 meses en la zona de Maungdaw, en la parte noreste del estado de Rakhine.

En los campamentos se han registrado al menos 5.608 casos sospechosos de esta enfermedad respiratoria altamente contagiosa.

Detectar los posibles signos de la enfermedad y remitir casos a los centros médicos, así como localizar a las familias y vecinos que también podrían haberse contagiado, son sólo parte de las tareas del programa de voluntariado dirigido por Food for the Hungry y Medical Teams International, en colaboración con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.

Voluntarios como Zafor han recibido formación en promoción de salud e higiene, así como nutrición y salud sexual. Llevan a cabo visitas al hogar, difundiendo información sobre prácticas de higiene y mensajes sobre salud.

Además de la difteria, también se ha formado a los equipos para detectar los síntomas de la cólera y el sarampión. Cuando hacen las visitas a los hogares, llevan una carpeta con fotos para proporcionar a las familias información gráfica de los signos de peligro que hay que buscar.

"Con frecuencia los refugiados no saben dónde acudir para pedir ayuda", afirma Murad Amin, un responsable del programa para el proyecto. "Los voluntarios pueden proporcionar información y llenar un vacío importante. También distribuyen pastillas para purificar el agua y así las familias se aseguren de que el agua que recogen sea potable", dice.

Actualmente hay 20 trabajadores sanitarios en la comunidad operando en Nayapara, aproximadamente un tercio de los cuales son mujeres. La mayoría son refugiados registrados, algunos nacidos en Cox's Bazar, otros

como Zafor, que llegó aquí cuando era un niño en una oleada de desplazamiento en los años 90. Ellos reciben un pequeño estipendio.

"Los trabajadores sanitarios de la comunidad han sido figuras clave en impedir que la difteria se extienda sin control."

Sin tratamiento, hasta la mitad de los casos de difteria pueden ser mortales. Otra voluntaria, Shahina Akhter, de 17 años, afirmó que al principio estaba nerviosa cuando se enteró de que la enfermedad estaba apareciendo en los campamentos. "No nos habíamos encontrado con esta enfermedad antes y al principio tenía un poco de miedo, pero sabía que estábamos realizando un trabajo importante, que era una grave epidemia. No quería renunciar".

Según la Organización Mundial de la Salud, actualmente el número de casos sospechosos de difteria se ha estabilizado aproximadamente en unos 30-40 casos al día. La localización de contactos y la pronta identificación de las personas sospechosas de tener difteria han sido clave en ayudar a frenar la transmisión.

Y es por eso por lo que la labor de los trabajadores sanitarios de la comunidad de voluntarios – junto con la iniciativa Miembro Solidario de la Comunidad, asociada con ACNUR – ha sido tan importante. De hecho, se prevé que el programa se amplíe pronto. El plan es tener un total de 120 trabajadores sanitarios de la comunidad de voluntarios operando en Kutapalong y Nayapara.

"Su labor sobre el terreno es vital y une todas las actividades sanitarias", dice el Dr. Amany Sadek, funcionario de la salud pública de ACNUR. "Los trabajadores sanitarios de la comunidad han sido figuras clave en impedir que la difteria se extienda sin control".

"Estos voluntarios son los mensajeros de la comunidad del sistema de salud, ayudando a asegurar que nadie se queda fuera en el peor de los momentos".

Se necesita urgentemente su apoyo para ayudar a los niños, mujeres y hombres refugiados en Bangladesh. Por favor, done ahora.

Por Caroline Gluck

Gracias a la Voluntaria en Línea Violeta Fez por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.