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Obligadas a abandonar sus hogares, las personas desplazadas de RDC necesitan alojamiento con urgencia

Historias

Obligadas a abandonar sus hogares, las personas desplazadas de RDC necesitan alojamiento con urgencia

A medida que más familias huyen del territorio de Beni en la RDC, las necesidades de alojamiento aumentan: más de 100.000 familias que han encontrado seguridad en Kivu del Norte necesitan alojamiento urgentemente.
16 Julio 2021 Disponible también en:
Elodie, una mujer congoleña desplazada, cocina afuera de su alojamiento en Beni, en el noreste de la República Democrática del Congo.

Antes de volver a tener un techo seguro, Elodie Kavugho, de 41 años, y sus ocho hijos vivieron en una tienda de campaña con goteras durante meses.


Esta madre soltera huyó con sus hijos en marzo de 2020, después de que su pueblo fue atacado por uno de los grupos armados más peligrosos del territorio de Beni, al noreste de la República Democrática del Congo.

“Caminamos durante dos días para llegar a la ciudad de Mangina. No teníamos dónde quedarnos”, recuerda. "Los pies nos dolieron por una semana; los masajeábamos todos los días”.

Después de nueve largos meses, su familia por fin se mudó a un alojamiento más digno, una casa de ladrillo resistente con techo de paja, proporcionada por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y sus socios.

“Caminamos durante dos días... los pies nos dolieron por una semana”.

“Ahora nos sentimos más seguros”, asegura contenta. “Mis hijos y yo podemos dormir mejor por la noche”.

Más de dos millones de personas desplazadas internas de la RDC que huyen de sus hogares en la provincia de Kivu del Norte han pasado por una experiencia similar al estar expuestas a la inclemencia del clima y esperar ansiosamente tener un techo sobre sus cabezas.

La mayoría de estas personas ha contado con la hospitalidad de las comunidades de acogida, aunque esto supone una enorme presión para las personas desplazadas y sus anfitriones.

Kahambu Mwavuli, de 57 años, apenas tiene espacio en su casa en Oicha, en el territorio de Beni, con más de 25 personas (entre ellas, su propia familia de siete miembros y las personas desplazadas que ha acogido, quienes viven en hacinamiento en su pequeño hogar).

“Los he acogido a todos porque me sobra espacio”, explica.

Este tipo de actos de solidaridad y amabilidad no son infrecuentes aquí.

Cuando la situación de seguridad mejore, algunas de las personas desplazadas volverán a sus casas, pero, por diversas razones, muchas otras optarán por quedarse.

Dusabé Irasebura, de 53 años, su esposa y sus seis hijos huyeron de su casa hace muchos años y encontraron seguridad en Kitchanga, al sur de la provincia. Después de vivir diez años en un sitio superpoblado, con el apoyo de ACNUR, ahora tienen su propia casa en la ciudad de Kitchanga.

“Hoy vivo en casa”, comparte Dusabé, quien compró un terreno y, con la ayuda de un equipo de constructores e ingenieros de ACNUR y su socio AIDES, construyó una casa adecuada. “Ya no tengo que dormir en la misma habitación con todos mis hijos. ¡Ya no soy un desplazado y me siento tan bien!”.

En una zona plagada de incesante violencia desde hace más de dos décadas, encontrar soluciones duraderas para las personas desplazadas internas (PDI) puede ser un reto, pero no es imposible.

Justine Dede, Oficial de Coordinación de Campamentos de ACNUR con sede en Goma, señala los esfuerzos por descongestionar los asentamientos de personas desplazadas internas y promover soluciones para quienes se encuentran en situación de desplazamiento prolongado.

“Cuando no es posible regresar a casa, ayudamos a integrar a las personas desplazadas en la comunidad de acogida para que puedan seguir adelante y empezar a construir un futuro de nuevo”, explica.

Con más de 5 millones de personas desplazadas internas debido a la violencia y la inestabilidad en República Democrática del Congo desde 2017, ACNUR ha ampliado su respuesta operativa en el país para ayudar a las personas necesitadas, centrándose en la supervisión y la asistencia en materia de protección, el apoyo a la vivienda, la distribución de artículos de asistencia y la ayuda a las personas que deciden regresar a sus hogares.

Si bien Elodie y Dusabé fueron algunas de las personas que recibieron asistencia vital, decenas de miles de personas siguen viviendo en condiciones extremas debido a la falta de financiamiento y recursos.

“No sé a dónde ir después”.

Edmon Bakituwa encontró alojamiento en una escuela primaria en Oicha durante la pandemia de COVID-19, cuando las escuelas estaban cerradas, pero, al reabrir, están solicitando que las familias desplazadas se retiren.

“Hace tiempo que me quedé aquí, pero no sé a dónde ir después”, comenta mirando a la distancia.

A medida que más y más personas huyen a ciudades más seguras, la situación de la vivienda sigue deteriorándose. ACNUR trabaja para mejorar las viviendas de las personas desplazadas en Kivu del Norte, pero se necesita urgentemente más ayuda para satisfacer las necesidades de alojamiento en las zonas donde la seguridad es más estable.

Más de 23.000 familias desplazadas en Kivu del Norte recibieron asistencia en materia de alojamiento en 2020, pero las necesidades generales siguen aumentando, ya que, tan solo en la provincia, más de 100.000 familias aún nnecesitan alojamiento con urgencia.

“Tengo la esperanza de que Dios nos ayude y pueda encontrar un lugar al que llamar hogar de nuevo”, expresa Edmon.