Profesionales refugiados sirven a la comunidad en Namibia
Profesionales refugiados sirven a la comunidad en Namibia
OSIRE, Namibia, 22 de noviembre (ACNUR) – Cuando Victoire Mpelo huyó de su país natal, la República Democrática del Cogo, volver a practicar la medicina era probablemente una de las últimas cosas que tenía en la mente. Sin embargo, 10 años más tarde, el doctor se mantiene ocupado día a día cuidando de otros refugiados en el asentamiento de Osire en Namibia.
Mientras tanto, la cercana escuela de enseñanza secundaria de Osire, dirigida por otro refugiado, Come Niyongabo de Burundi, está clasificada como uno de los mejores centros de educación secundaria del país. En lo que respecta a servicios sociales, los refugiados del polvoriento asentamiento de Osire, en Namibia, son prácticamente autosuficientes.
El gobierno de Namibia, inteligentemente, decidió hace dos años que se debería aprovechar la experiencia de los 8.000 refugiados que viven en Osire, en vez de depender de empleados del Estado u otras personas para la prestación de servicios básicos en el campamento y sus alrededores.
"En la mayor parte de los países africanos, se necesita el soporte económico del ACNUR para proporcionar servicios básicos en los campamentos de refugiados y de esto se encargan las ONG o los Ministerios de Salud, Educación o aquellos pertinentes, pero con financiación proporcionada por el ACNUR", dijo Lawrence Mgbangson, representante del ACNUR en Windhoek. "Namibia es bastante especial ya que asume esta responsabilidad y está tomando medidas para asegurarse que sean contratados refugiados cualificados", añadió.
Los profesionales como Mpelo y Niyongabo ahora son pagados por el gobierno y reciben los mismos salarios de los empleados públicos. También se les incluye en programas de formación profesional. La única diferencia es que los refugiados no reciben el subsidio de vivienda.
Mpelo está encantado de trabajar de nuevo y la cola diaria que se forma fuera de su clínica muestra que está muy ocupado. Huyó a Zambia y después a Namibia desde la región de Fizi, en la provincia Congolesa de Kivu Sur, para huir del conflicto, tras ser hostigado repetidas veces por su origen étnico.
El ACNUR ayudó a Mpelo a conseguir la traducción de sus títulos en medicina y el reconocimiento de las autoridades sanitarias pertinentes en Namibia, habilitándolo para practicar la profesión. Mpelo no dejó escapar la oportunidad cuando se le ofreció trabajar en la clínica de Osire.
"Tener un médico en Osire ha tenido un impacto tremendo", dijo Ester Namwandi, una alta funcionaria de salud de la región, quien añadió que tener a Mpelo cerca les permite ofrecer una respuesta más rápida a las emergencias. "Si no estuviera aquí, los casos críticos tendrían que llevarse al hospital de Otjiwarango, a hora y media de distancia, y a veces simplemente no hay tiempo suficiente".
Algunas de las enfermeras, como Anna Chica Julia Ricardo, son también refugiadas. Esta angoleña ha estado viviendo en Osire desde 1994 y fue contratada por la Cruz Roja para ayudar en la clínica. Pero desde 2008 ha sido contratada por el Ministerio de Salud. "Éste no era mi plan . . . supongo que simplemente me necesitaban", dijo.
Más abajo, en la misma calle, más de 1.700 niños, incluidos cerca de 100 namibios de la comunidad de acogida, estudian en la escuela de educación primaria de Osire. El director, Carlos Sukuakueche huyó de su país natal, Angola, en 1994. Su homólogo en el colegio vecino, Niyongabo, de Burundi, llegó a Namibia en 1996.
Aquí él tiene una oportunidad de crear algo positivo y ayudar a la juventud a sentar una base para un futuro fructífero. Los resultados son llamativos. El año pasado, los resultados de los exámenes de los estudiantes de Osire se encontraban entre los mejores del país.
"Estoy orgulloso de los logros de esta escuela y de lo bien que lo han hecho los estudiantes," Niyongabo contó al ACNUR. Niyongabo también dijo que un nuevo reto sería conseguir financiación y becas para mandar algunos estudiantes a la universidad. "Me duele ver a algunos de mis estudiantes más brillantes todavía en el asentamiento, incapaces de llegar más alto a causa de la falta de oportunidades para la educación superior".
Al menos un refugiado está contribuyendo a la administración de la justicia en Namibia. En el juzgado de Otjiwarango, el fiscal jefe, Olivier Lino, saluda afectuosamente a los visitantes. Alcanzó este importante resultado tras ganar una beca concedida por el ACNUR, gracias a una financiación de la Iniciativa Académica Alemana para los Refugiados Albert Einstein, para estudiar derecho en la Universidad de Namibia.
Se graduó entre los cinco mejores de su clase y luchó con todas sus fuerzas para trabajar en el sector público. "Haber sido discriminado por pertenecer a una minoría en Angola y pasar por la experiencia de ser un refugiado me ha hecho querer ser un abogado defensor de los derechos humanos", explicaba Lino. "Yo sirvo a todos – namibios y no – cualquiera que necesite justicia".
Mgbangson, respresentate del ACNUR en Windhoek, se inspira en Osire: "La experiencia de Namibia puede ser un ejemplo para el mundo sobre cómo los refugiados pueden contribuir a la sociedad de acogida. Esto no solo beneficia a los refugiados en términos de capacidad socioeconómica, sino que también contribuye a los esfuerzos de coexistencia pacífica con las comunidades locales", dijo.
Por Tina Ghelli desde Osire, Namibia