Refugiado togolés encuentra un nuevo comienzo en Liberia
Refugiado togolés encuentra un nuevo comienzo en Liberia
MONROVIA, Liberia, 31 de agosto de 2015 (ACNUR) – Paul Gbedji es ingeniero civil. Pero lo más difícil que ha tenido que construir ha sido una nueva vida.
Mirando fijamente a través de la intensa lluvia al otro lado de la obra en construcción en Liberia donde lleva trabajando ocho años, dice con una sonrisa: "Estoy haciendo un buen trabajo".
Paul es un refugiado que perdió a toda su familia en Togo.
"Togo es un bonito país", dice suspirando. "Y yo allí vivía bien, trabajando en la empresa de construcción de mi hermano. Podía sentarme, diseñar y crear".
Pero su vida se hizo añicos en 1998 durante la campaña para las elecciones presidenciales de su país.
Miles de personas fueron víctimas de violaciones sistemáticas de los derechos humanos, incluyendo torturas, asesinatos, desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias, causando el desplazamiento masivo de ciudadanos togoleses dentro y fuera de las fronteras del país.
Paul fue una de las más de 16.000 personas que huyeron en busca de la seguridad. Pero esta huida le costó todo lo que tenía.
"Cuando me marché, perdí a mi familia", dice. "A casi todos los que dejé atrás. Mi hermano murió, mi padre murió, mis hermanas – los perdí a todos".
Después de semanas de persecución y huida de un país a otro, Paul consiguió alcanzar la frontera entre Costa de Marfil y Liberia. Pero sus temores no habían acabado.
"En aquella época, la guerra empezó en Lofa y un día, debido a la guerra, me arrestaron. Querían saber mi identidad, por qué estaba allí . . . me enviaron a una base militar".
Paul recuerda su reunión nocturna con oficiales de las fuerzas del Grupo de Observadores Militares de la Comunidad Económica de los Estados del África Occidental (ECOMOG por sus siglas en inglés) que le ayudaron a contactar con ACNUR para solicitar su estatus de refugiado. "Me dieron la bienvenida, me facilitaron alimentos, comí. Ellos llamaron a ACNUR. ACNUR dijo que sí y vinieron a recogerme con un coche".
Paul recibió sus documentos de refugiado unas semanas más tarde.
"Cuando obtuve mi estatus de refugiado me marché y fui a una escuela donde enseñé nivel básico de francés desde primer grado hasta noveno grado. Lo hacía para sobrevivir, para ganarme la vida".
Pasaron los años, y Paul siguió mejorando su vida hasta que Liberia firmó su Acuerdo General de Paz en 2003. "Por aquella época, yo vendía té, pero la gente no sabía que yo tenía formación o que era ingeniero, nada", recuerda con una sonrisa.
Finalmente, tras ofrecer su trabajo de forma voluntaria, Paul consiguió su primer contrato en el sector de la construcción. A día de hoy, aún trabaja en la misma empresa.
Por fin, y a pesar de su calvario y de la pérdida de su familia, este refugiado togolés tiene un lugar donde dormir, un coche y un trabajo seguro que le permite vivir su vida como lo hacía en Togo. "Doy gracias a Dios por Liberia", dice. "En el África Occidental, el adagio dice que allá donde encuentres una vida cómoda, donde todo te vaya bien, allá está tu hogar".
Por Diana Díaz Rodríguez desde Monrovia, Liberia.
Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona Reyes por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.