Refugiados de Kordofan del Sur miran atrás con preocupación
Refugiados de Kordofan del Sur miran atrás con preocupación
LOLOGO, Sudán del Sur, 30 de Abril (ACNUR) – Si los años de guerra le han enseñado algo a Helen Akompeo, es a correr al ver la primera señal de problemas.
De adolescente, Helen sobrevivió a los 22 años de guerra civil en Sudán huyendo con su familia a las montañas Nuba de la provincia de Kordofan del Sur. Cuando los aviones Antonov comenzaron a sobrevolar su localidad y soldados armados entraron en su pueblo en junio del año pasado, su instinto de supervivencia se puso en marcha.
Ahora, con 42 años y siendo madre de seis hijos, habla de la reanudación de los combates en su pueblo, Dalama: "La gente corría, saqueaba y disparaba. Le dispararon a un familiar mío. Ya seas soldado o civil, una vez te cogen, te matan, incluso a los niños."
Primero se escondieron en el monte, sobreviviendo a base frutas silvestres, y a veces regresaban a hurtadillas a su casa para buscar comida. Oyeron que los combates se habían extendido a otros pueblos y, dos meses después, decidieron huir aún más lejos.
"En la guerra anterior, las personas de la comunidad nos fuimos todas juntas," dice. "Esta vez no nos fuimos en un grupo grande, porque si nos cogían, nos mataban a todos. Si nos separábamos, las posibilidades de sobrevivir eran mayores."
Caminaron sobre todo de noche, parando a menudo para buscar agua y alimentar a los niños con alubias secas y verduras. A uno de sus hijos le picó un escorpión, a otro se le inflamó la pierna tras pincharse con una espina. Al final llegaron al puerto de Kosti, en Sudán, subieron a bordo de una embarcación y zarparon por el río Nilo hacia Juba, la capital de Sudán del Sur.
Desde el pasado mes de septiembre, Helen y su familia han vivido en un refugio improvisado en Lologo, un polvoriento asentamiento local en Juba. Junto con otras once familias Nuba refugiadas, han recibido ropa, lonas de plástico y palos de bambú de ACNUR, así como raciones alimentarias por parte de una iglesia local. Ellos forman parte de los 1.700 refugiados de Kordofan del Sur que están registrados en Juba.
Para ganar un poco de dinero, Helen cocina mandazi (bolas de masa frita) y lo vende para el desayuno. Su vecino Mubarak*, que tiene 46 años, pasa los días buscando piedras para hacer grava. Después recorre las áreas de construcción e intenta vender la grava, que se mezcla con cemento para producir bloques de hormigón para los cimientos. El trabajo es duro por el calor que hace en Juba, pero Mubarak no tiene otra opción que seguir trabajando para poder mantener a su esposa y a sus cinco hijos.
Su mayor preocupación es el hogar que dejó atrás, donde tiene otra esposa y cuatro niños. Rompe a llorar cuando habla de la última conversación que mantuvo con ellos por teléfono. Perdieron contacto telefónico hace unas semanas y no sabe cómo están.
"Muchas personas siguen atrapadas en Kordofán del Sur," dice. "Las carreteras están cortadas. Uno no puede desplazarse a pie. Algunos se han quedado sin dinero para poder pagarse un medio de transporte. Tan sólo esperan a que les llegue la muerte.
Helen también tiene insomnio cuando piensa en su familia en las montañas Nuba. Se pone nerviosa cada vez que escucha noticias sobre de la reanudación de los combates en las zonas que limitan entre Kordofán del Sur y Sudán del Sur. Más de 20.000 refugiados viven en el estado de Unity, en Sudán del Sur, de los cuales la mayoría vive en tiendas de campaña en el asentamiento de Yida, a tan sólo 25 kilómetros de la inestable frontera.
Mubarak mostró preocupación por los refugiados que están viviendo tan cerca de las zonas de violencia: "¿Cómo vamos a poder vivir allí si el conflicto está allí?
Por motivos de seguridad, la Agencia de la ONU para los Refugiados ha trasladado desde enero a 2.300 refugiados – de los cuales la mayoría son estudiantes – desde Yida hacia otros dos asentamientos más seguros en el estado de Unity, en de Sudán del Sur. ACNUR sigue instando a los refugiados que están en Yida a trasladarse a zonas más seguras. La Agencia también está negociando con las autoridades en Juba para que proporcione terrenos en la capital para el grupo pequeño de refugiados Nuba que ya se encuentran allí.
Si bien estas acciones pueden proporcionar un alivio temporal a los refugiados, no solucionan la causa del problema. "Pido al mundo que investigue la guerra que tiene lugar en nuestros hogares," dice Mubarak. "Las familias están atrapadas en sus casas y no pueden huir a otro país. Espero que termine la violencia para que podamos regresar y ver si nuestras familias están vivas o muertas."
* Se ha cambiado el nombre por motivos de protección
Por Vivian Tan, en Juba, Sudán del Sur