Refugiados transforman sus habilidades culinarias en sabrosas historias de éxito
Refugiados transforman sus habilidades culinarias en sabrosas historias de éxito
AMBERES, LISBOA, 24 de abril de 2018 (ACNUR) - La empresaria siria Yara Al Adib gesticula con entusiasmo mientras da instrucciones a su equipo. Del otro lado de un resplandeciente mostrador, cuatro mujeres sirias dan una forma triangular a pilas de fatayer, pequeños pasteles rellenos de espinaca y piñones.
Todas saben lo que tienen que hacer. Yara y su equipo, todas refugiadas originarias de Siria, se preparan para la gran apertura de su primer sitio permanente: una cocina y un servicio de comida para llevar en un suburbio de Amberes.
Para Yara, de 29 años, la inauguración es un gran día. En el último año, su negocio, “Desde Siria con Amor”, se transformó desde un puesto callejero de comida a una empresa capaz de alimentar hasta 800 personas a la vez.
Yara, una refugiada nacida en Siria que creció en Kuwait, tuvo la idea del negocio de catering al considerar la mejor manera de ayudar a los muchos recién llegados a Bélgica en el verano boreal del 2015. Por experiencia propia, ella sabía que trabajar sería un ingrediente vital en su integración económica y social.
“Estás contribuyendo, te da un propósito”.
“Trabajar es una forma de sentirse útil otra vez”, dijo Yara, cuya formación universitaria le ayudó a conseguir un trabajo de consultoría poco después de obtener asilo en Bélgica en 2014. “Uno siente que está contribuyendo, te da un propósito. Te hace sentir bien, no que eres solo una carga sino que puedes devolver algo de lo que has recibido”, agregó.
ACNUR, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, y la OCDE, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, lanzaron el 24 de abril un plan de acción para ampliar las oportunidades de empleo para los refugiados. El documento no solo identifica los desafíos, oportunidades y buenas prácticas en la integración de refugiados al mercado laboral, sino que también ofrece una lista de acciones concretas para respaldar el empleo exitoso de refugiados.
Yara decidió enfocar sus esfuerzos en amas de casa, a quienes les sería más difícil adaptarse socialmente y hallar trabajo. Estaba segura de que la clave era la cocina, una habilidad que la mayoría de los sirios da por sentado pero que podría ser útil en un negocio de catering.
Yara construyó su equipo acercándose a mujeres sirias que veía en la calle, en tranvías y en supermercados. Tras un exitoso período en un mercado, las órdenes comenzaron a llegar: casamientos, bautismos, fiestas de Navidad y Año Nuevo, grandes eventos corporativos. El nivel del inesperado éxito de la nueva empresa sorprendió al equipo y transformó sus vidas.
“Me sentía triste antes de tener este trabajo”, dijo la chef principal de Yara, Sabah Fadhel, de 47 años, quien huyó con su esposo y sus dos hijos cuando la guerra llegó a su hogar en Alepo en 2015. “Es difícil dejar atrás tu país, tus recuerdos”.
“Pero ahora estoy hacienda algo que amo, y sé cómo hacer. En Siria, hacer esta comida para mi familia era una tarea más de todos los días. Aquí, cuando escucho a las personas decir gracias, esto estuvo delicioso, me siento bien”, añadió.
“No somos una carga, eso es lo que realmente quiero enfatizar”.
Yara dijo que el proyecto, que ha atraído a una multitud de simpatizantes, entusiasmó a los belgas dispuestos a recibir a los recién llegados pero inseguros de cómo ayudar. Al mismo tiempo, envía un fuerte mensaje de que los refugiados pueden ayudarse unos a otros y contribuir a las comunidades que los acogen.
“Sé que no voy a convencer a los escépticos solamente con la cocina”, dijo Yara. Les quiero mostrar que estamos contribuyendo, que estamos devolviendo lo que recibimos, igual que ellos. No somos una carga, eso es lo que realmente quiero enfatizar”, agregó.
Entre tanto, en la capital portuguesa, Lisboa, otro proyecto sirio de catering también está creando empleos, acelerando la integración y ayudando a que los recién llegados y los residentes se conozcan.
Una noche de domingo, Mezze, el primer restaurante sirio de la ciudad, es solo para estar de pie. No es un hecho inusual ya que la mayoría de las noches el atractivo de delicias caseras de Medio Oriente tiene a los clientes haciendo fila. Esta noche, sin embargo, el público no se encuentra aquí para comer, sino para escuchar.
Francisca Gorjão Henriques, la confundadora portuguesa, y la estudiante siria Alaa Al-Hariri responden preguntas de residentes que interrogan al personal sirio sobre la vida en casa. La conversación es franca. ¿Las mujeres deberían trabajar? ¿Es aceptable el matrimonio interreligioso? ¿Y las citas?
“Las personas no siempre se sienten cómodas haciendo preguntas en un restaurante concurrido”, dijo Francisca, una experiodista. “Estos debates mensuales son una manera de que el personal y los locales hablen y se conozcan”, añadió.
“Nuestro objetivo era crear oportunidades de empleo”.
Mezze siempre ha tratado de unir a la gente en torno a la comida y derribar barreras. El restaurante, que abrió sus puertas en setiembre, emplea a 13 refugiados sirios. Entre ellos figuran siete amas de casa convertidas en chef quienes, sin calificaciones ni experiencia, hubieran tenido problemas para hallar trabajo.
La idea para el restaurante surgió de Francisca y de los otros cofundadores Rita Melo y Nuno Mesquita mientras hablaban en una fiesta con Alaa, una estudiante de Damasco. La charla giró en torno a los cientos de refugiados que se han mudado a Portugal desde otros lugares de Europa.
“En Portugal es difícil hallar trabajo, así que nuestro objetivo era crear oportunidades de empleo”, dijo Alaa, de 25 años y quien llegó al país con una visa de estudiante en 2014.
Alaa y las personas con quien conversaba coincidieron en que un empleo era clave para una integración exitosa, y que las mujeres, en particular aquellas que no habían trabajado antes, tendrían problemas para hallar un cargo. Un restaurante, decidieron, les daría a las mujeres sirias una chance de usar sus habilidades existentes e ingresar a un ambiente que les permitiría participar en oportunidades económicas.
“Las mujeres tienen esta maravillosa experiencia de cocinar en sus hogares, pero eso no es reconocido por los empleadores”, dijo Francisca. “Nosotros decimos que no, ellas tienen habilidades y nosotros debemos valorarlas”, agregó.
Alaa fue la encargada de buscar en mezquitas y foros en Internet a cocineros talentosos entre los recién llegados a Portugal. El equipo se conformó después de un exitoso período en un mercado que generó una positiva respuesta de los medios locales y ayudó a recaudar un total de 130.000 euros en capital donado.
“Para ellos no es solo trabajo, es también sobre participación”.
Siete meses después de la inauguración, el restaurante todavía se llena todas las noches con residentes dispuestos a probar su primer plato sirio.
Sin embargo, el mayor impacto lo han vivido los trabajadores del restaurante, muchos de los cuales ahora son autosuficientes y pueden vivir de su propio trabajo.
“Comenzamos a sentirnos más independientes”, dijo Fatima, una ex ama de casa de 49 años y originaria de Damasco que trabaja en un restaurante junto con tres de sus cuatro hijos adultos. “No necesitamos ayuda del gobierno, somos responsables de nosotros mismos”, agregó.
Pero un trabajo en Mezze significa más que un salario mensual. Además de una calificación sobre seguridad alimentaria, el personal recibe orientación de chefs profesionales y clases de idiomas dos veces a la semana dictadas por voluntarios. El equipo tiene la intención de utilizar su éxito como un trampolín para un servicio de catering y un segundo restaurante, con la esperanza de ofrecer trabajo a más recién llegados y una oportunidad de mostrar una parte de su cultura.
“En Mezze, los empleados tienen la posibilidad de integrarse a su manera, trayendo algo que pertenece a su propia cultura”, dijo Alaa. “Para ellos no es solo trabajo, es también sobre participación”.
Gracias a la Voluntaria en Línea Patricia Ávila por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.