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Se necesita urgentemente ayuda para los rohingya que huyen de la violencia en Myanmar

Historias

Se necesita urgentemente ayuda para los rohingya que huyen de la violencia en Myanmar

Autoridades oficiales advierten sobre una "verdadera crisis", ya que aproximadamente 73.000 rohingya buscan seguridad en campamentos de refugiados de Bangladesh ya superpoblados.
4 Septiembre 2017 Disponible también en:
Rohingya recién llegados a la zona de Ukhiya, en Bangladesh, justo después de haber cruzado la frontera desde el estado de Rakhine, en el norte de Myanmar.

CAMPAMENTO DE KUTUPALONG, Bangladesh – Tras haber corrido, descalza, para salvar su vida, Dilara, una rohingya de 20 años llegó a Bangladesh en los últimos días con su joven hijo en brazos; su familia quedó destrozada por la violencia en Myanmar.

"A mi marido le dispararon en el pueblo. Hui con mi hijo y mi familia política", cuenta Dilara, de 20 años, mientras camina arduamente con los pies llenos de barro en el campamento de refugiados de Kutupalong el pasado viernes. "Anduvimos durante tres días, y nos escondimos cuando fue necesario. El terreno de la montaña estaba húmedo y resbaladizo; no dejaba de caerme".

Aproximadamente 73.000 mujeres, niños y hombres como Dilara y su hijo han llegado a Bangladesh tras días de caminata para huir de la violencia del estado de Rakhine, en el norte de Myanmar. Muchos de ellos están hambrientos, se encuentran en un estado físico lamentable y necesitan ayuda vital.

En los últimos días, numerosos grupos de rohingya han cruzado la frontera desde Myanmar hacia las zonas de Ukhiya y Teknaf, en el sudeste de Bangladesh. A muchos de ellos los vieron vadear extensos arrozales y emprender su camino hacia poblaciones cercanas cargados de lo que pudieron salvar de sus hogares.

"Se trata de una verdadera crisis . . . Todas las familias han acogido a recién llegados y todos los espacios disponibles están ocupados. No sé por cuánto tiempo podremos mantener este ritmo."

Dilara perdió la pista de su familia política durante la travesía y siguió a otros habitantes de su pueblo hasta el campamento. "No sé dónde estoy . . . Solo sabía que debía correr para salvar mi vida", afirma aturdida, con su bebé de 18 meses en brazos y nada más.

Sin tener un lugar al que ir, muchos de los recién llegados son dirigidos hacia campamentos de refugiados existentes creados en la década de 1990.

El campamento de Kutupalong ha recibido aproximadamente a 20.000 recién llegados desde que el 25 de agosto estalló la última oleada de violencia en el estado norteño de Rakhine. Otro campamento, Nayapara, ha recibido aproximadamente 6.500 personas. Algunos recién llegados están dispersos en emplazamientos improvisados y poblaciones locales.

"Se trata de una verdadera crisis", afirma Mohammad Abul Kalam, encargado de la ayuda a los refugiados y de su repatriación en Cox's Bazar, Bangladesh. "El número de personas en los campamentos ha aumentado a más del doble. El campamento de Kutupalong se encuentra por encima de su capacidad. Todas las familias han acogido a recién llegados y todos los espacios disponibles están ocupados. No sé por cuánto tiempo podremos mantener este ritmo".

Tanto en el campamento de Kutupalong como en el de Nayapara, los recién llegados están siendo instalados en edificios comunales tales como colegios, centros comunitarios y madrasas. En coordinación con las autoridades, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y sus colaboradores han levantado estructuras cubiertas de lona en los campamentos para proporcionar un albergue temporal. Pero incluso estas instalaciones están llegando a un punto de saturación.

"Esta gente está hambrienta, sedienta y enferma tras todas las adversidades que han enfrentado. Se merecen al menos un techo encima de sus cabezas", sostiene Shubhash Wostey, encargado de la oficina de ACNUR en Cox's Bazar. "Puesto que llegan miles todos los días, necesitamos albergues de emergencia y tierra adicional en la que construirlos".

Entre las otras necesidades urgentes se encuentran la alimentación – algunos han pasado días sin comer y solo han tenido acceso a aguas freáticas y de lluvia durante su travesía – y la asistencia médica.

Agencias como el Programa Mundial de Alimentos y Acción contra el Hambre han proporcionado galletas de alto contenido energético y comidas calientes para los recién llegados. Refugiados voluntarios han levantado también cocinas comunitarias para satisfacer las crecientes necesidades.

"Puesto que llegan miles todos los días, necesitamos albergues de emergencia y tierra adicional en la que construirlos."

Khaleda, de 26 años, es una de las refugiadas voluntarias. Dirige una cocina comunitaria en su cabaña del campamento de Kutupalong, donde sirve arroz, lentejas, patatas y ocasionalmente pescado a 400 recién llegados todos los días.

"Vinieron sin nada", afirma la profesora de inglés que nació en el exilio. "Necesitan de todo. Quiero ayudarles y les doy lo que puedo".

ACNUR trabaja estrechamente con las autoridades locales y refugiados voluntarios para identificar a recién llegados vulnerables – entre los que se encuentran aquellos que necesitan atención médica – y dirigirlos hacia servicios sanitarios en el interior del campamento. Los casos más serios son dirigidos a hospitales locales.

Antes del flujo actual, Bangladesh acogía ya a cerca de 34.000 refugiados rohingya registrados en los campamentos de Kutupalong y Nayapara, así como a varios cientos de miles de rohingya indocumentados alojados en desplazamientos improvisados y poblaciones locales.

ACNUR continúa a abogar por el registro de los recién llegados y los rohingya indocumentados para dirigir la asistencia a aquellos que más lo necesitan.

Por Vivian Tan

Gracias al Voluntario en Línea Miguel Pozo por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.