Ser mujer afrodescendiente en Estados Unidos: reflexiones de una activista refugiada
Ser mujer afrodescendiente en Estados Unidos: reflexiones de una activista refugiada
Todas las noches, antes de acostarse, Lourena Gboeah y su hija de cuatro años, Moriah, leen historias juntas. Este mes se han centrado en libros de autores afroamericanos. El favorito de Moriah es Max and the Tag-Along Moon, sobre un niño y su abuelo, del autor e ilustrador Floyd Cooper.
“Leemos libros basados en el amor propio para que, a medida que crezca, la lectura no solo mejore su vocabulario, sino que también la ayude a apreciarse y quererse aún más”, compartió Lourena.
El mes de febrero en Estados Unidos es el Mes de la Historia Afroamericana, que rinde homenaje a las contribuciones y sacrificios de las personas afroestadounidenses y a su papel en la consolidación del país. Para muchas personas refugiadas afrodescendientes en Estados Unidos, el Mes de la Historia Afroamericana es una oportunidad para reflexionar sobre el viaje que les forzó a huir de sus países de origen, y sobre sus vidas en Estados Unidos.
“Cuando hablamos de ser una mujer negra aquí en Estados Unidos, especialmente para mí, que soy exrefugiada, siempre pienso en lo mucho que tuve que luchar para llegar a donde estoy hoy”, señaló Lourena, trabajadora social y Presidenta de la Junta Directiva del grupo de defensa con sede en Estados Unidos, Congreso de Refugiados.
“Siempre pienso en lo mucho que tuve que luchar para llegar a donde estoy hoy”.
De niña, en Buchanan, Liberia, Lourena disfrutaba yendo al parque los domingos para ver partidos de fútbol y espectáculos de danza tradicional. Pero tras el estallido de la Primera Guerra Civil de Liberia en 1989, su vida cambió rápidamente. Los gritos de alegría en los partidos de fútbol fueron sustituidos por disparos durante las masacres llevadas a cabo por los grupos que se enfrentaron. Los rebeldes consideraban que quienes se atrevían a seguir bailando estaban “contentos” con las fuerzas de la oposición, por lo que también perdieron la vida.
“Estábamos muy aterrados”, recordó la madre de Lourena, Martha Gboeah, quien escapó con sus ocho hijos después de que los grupos rebeldes amenazaran a la familia.
Lourena, su madre y sus hermanos fueron unas de las 750.000 personas que huyeron de sus hogares durante la guerra, que cobró la vida de cientos de miles de personas más.
La familia huyó a Côte d'Ivoire, donde vivió dos años antes de ser reubicada en Staten Island, Nueva York, en 1992, para reunirse con el padre de Lourena. Cuando tenía cuatro años, a Lourena le entusiasmaba la idea de comer sándwiches y helados. Su madre encontró la alegría en el trabajo y en el cuidado de su familia.
“Lo primero que fue realmente sorprendente fue tener trabajo”, comentó Martha. “En Liberia, las mujeres [no podían] simplemente conseguir un trabajo. Aquí pude trabajar y moverme libremente”.
Pero pronto la familia de Lourena también conoció la realidad de ser afrodescendiente en Estados Unidos.
“Pasamos por ser insultados. Se burlaban de nosotros diciendo que vivíamos en chozas, y era realmente como una falta de conciencia cultural en ese momento”, explicó Lourena. “Todavía lo recuerdo. Todos pasamos por ese acoso”.
Años más tarde, mientras trabajaba para la agencia de reasentamiento Jewish Family Service, Lourena visitó escuelas en Delaware para enseñarle a niñas y niños pequeños sobre las personas refugiadas. Señala que el creciente énfasis en la educación para la concienciación cultural ha contribuido a cambiar la percepción sobre las personas refugiadas y de otros grupos marginados, pero que aún queda mucho por hacer.
Como mujer afrodescendiente, Lourena explica que navegar por la fuerza laboral en Estados Unidos resultó difícil. A pesar de tener estudios y experiencia, ha tenido que luchar por oportunidades profesionales y un salario justo.
“Colegas en mi misma posición recibían ofertas o ascensos; en mi caso, nunca fue así”, comentó Lourena.
De acuerdo con un análisis de 2021 del grupo de investigación estadounidense Brookings Institution, la situación del mercado laboral estadounidense para las mujeres afrodescendientes sigue siendo difícil. Por ejemplo, la tasa de desempleo de las mujeres afrodescendientes aumentó del 4,9 por ciento al 6,2 por ciento en noviembre, mientras que disminuyó del 3,7 por ciento al 3,1 por ciento para las mujeres blancas.
Un estudio realizado por Leanin.org y McKinsey & Co. reveló que en los centros de trabajo de EE.UU. las mujeres afrodescendientes se enfrentan a una mayor variedad de microagresiones y deben dedicar más horas para demostrar su valor.
“Me entusiasma poder ayudar a alguien…”
Ahora Lourena ayuda a las personas a superar estos obstáculos. Además de su empleo como trabajadora social, preside la Junta del Congreso de Refugiados y es miembro de la Junta del Consejo de Refugiados de Estados Unidos, otra organización de defensa de los derechos humanos que ayuda a las personas que se ven forzadas a huir de sus hogares a causa de la guerra o la persecución.
Lourena y sus colegas hablan en actos públicos, realizan capacitaciones comunitarias y abogan ante los gobiernos locales y estatales, fomentando políticas y prácticas para acoger a las personas refugiadas.
“Me gusta enorgullecerme de ser un conector de personas, lugares y cosas”, compartió. “Me entusiasma poder ayudar a alguien a encontrar una solución a cualquier reto por el que esté pasando”.
“Si necesitas una voz o una mano, Lourena presta la suya de buena gana y con firmeza”.
Como gestora de la participación de la comunidad en Unite Us, una red que coordina las organizaciones comunitarias, ayuda a garantizar que los servicios sociales y de salud lleguen a quienes los necesitan.
“Algo por lo que recordaré a Lourena es por su consciente lucha por defender a quienes carecen de conocimiento y recursos”, compartió Alyssa Bradley, una antigua colega. “Si necesitas una voz o una mano, Lourena presta la suya de buena gana y con firmeza”.
Para su trabajo, Lorena se inspira en la experiencia de su familia como refugiados.
“Somos personas muy trabajadoras”, asegura Lourena. “Pero, por supuesto, al llegar a una tierra totalmente nueva, cualquier tipo de apoyo adicional habría sido útil”.
Lourena siente una obligación especial con las mujeres afrodescendientes, y espera poder hacer que el futuro sea brillante para su hija, quien quiere ser astronauta. Lourena ha llevado a Moriah con ella a las reuniones del Congreso de Refugiados y a una manifestación de Black Lives Matter. Espera que participar en este tipo de eventos enseñe a Moriah a comprender su valor y su poder.
“No quiero que piense menos de sí misma por el color de su piel”, señala Lourena. “Y quiero que sepa que su mamá estuvo en esta lucha”.
Información adicional de Andrea Mucino-Sanchez