Sudanés brinda lugar seguro a otras personas refugiadas en Libia
Sudanés brinda lugar seguro a otras personas refugiadas en Libia
En 2003, Osman huyó de la guerra civil en Darfur después de presenciar cómo hombres armados mataron a su padre y saquearon las propiedades de su familia. Luego, con solo 19 años y temeroso por su vida, cruzó la frontera hacia Libia solo, dejando atrás todo lo que conocía.
Al principio, luchó por encontrar trabajo en la capital Libia de Trípoli, donde no conocía a nadie, pero finalmente encontró trabajo informal en el sector de la construcción. Osman, que ahora tiene 35 años, recuerda la desesperación que sintió como refugiado recién llegado a Libia y prometió ayudar a otras personas en su lucha por construir una vida en Libia.
Desde 2016, el joven de 35 años ha abierto su hogar a familias, madres solteras, menores no acompañados y personas con condiciones médicas graves, acogiendo a más de 200 refugiados durante tres años en su casa de tres dormitorios, escasamente amueblada, en el centro de Trípoli.
"Conozco el valor de encontrar una mano amiga".
"Ayudar a otras personas necesitadas me da un propósito en la vida", explicó Osman. "Una vez fui un extraño en esta ciudad sin nadie a quien recurrir, y conozco el valor de encontrar una mano amiga".
Sus esfuerzos fueron parte de un programa de cuidadores administrado por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, que coloca a las personas en riesgo con voluntarios refugiados más establecidos hasta que sean capaces de mantenerse por sus propios medios.
El programa se ha vuelto especialmente vital a medida que la situación se vuelve cada vez más difícil para los refugiados y solicitantes de asilo en el país. El conflicto y la inestabilidad continuas desde el levantamiento de 2011 que eliminó a Muammar Gaddafi los ha dejado a ellos y a otros vulnerables a la explotación y el abuso a manos de grupos armados y redes criminales.
Voluntarios como Osman, que a pesar de los riesgos eligieron quedarse en la nación devastada por la guerra en lugar de huir nuevamente, pueden proporcionar un lugar seguro, así como amistad y apoyo a otras personas refugiadas.
Los huéspedes más recientes que se hospedaron con Osman en el vecindario densamente poblado donde vive fueron dos jóvenes eritreas y sus hijos, Hayat y su hijo Zuhair de cuatro años, y Rahma y su pequeña hija Almaz.
Debido al número limitado de cuidadores y la urgencia de encontrar un alojamiento para las dos mujeres vulnerables, Osman fue seleccionado como el candidato más adecuado. Al igual que con todos los participantes en la iniciativa de los cuidadores, los socios del ACNUR examinan a los posibles anfitriones y realizan visitas de monitoreo periódicas para garantizar que las condiciones de vida sean adecuadas y que los huéspedes se sientan cómodos y seguros.
Hayat, de 22 años, creció en Etiopía después de dejar Eritrea cuando tenía solo cuatro años. Después de casarse, ella y su esposo decidieron abandonar el país en busca de un futuro mejor.
Llegaron a Libia con la esperanza de cruzar el mar hacia Europa y comenzar una nueva vida. Pero fueron secuestrados por traficantes que exigieron 10.000 dólares estadounidenses por su liberación, una tarifa que no tenían forma de pagar.
Mientras estaba en cautiverio, Hayat, que estaba embarazada, y su esposo fueron golpeados regularmente. Un día, mientras intentaba defender a su esposa, el esposo de Hayat fue asesinado frente a ella.
"Mi vida se convirtió en oscuridad".
Después de este terrible incidente, los traficantes dejaron ir a Hayat. Sola y desorientada, caminó durante horas tratando de llegar al pueblo más cercano, pero fue arrestada en un punto de control de seguridad por estar indocumentada y por haber ingresado al país de manera irregular.
Terminó en un centro de detención dirigido por las autoridades libias durante meses, hasta que los miembros del personal del ACNUR visitaron el centro, la registraron y abogaron por su liberación.
"Desde que dejamos Etiopía, mi vida se convirtió en oscuridad", dijo Hayat. "Perder a mi esposo fue lo más difícil por lo que he pasado. Pero hoy, mi hijo me da fuerzas y espero continuar, a pesar de que hay poco que pueda ofrecerle en este país. Ni siquiera puedo llevarlo a la escuela”.
Hoy, Hayat es una de los más de 40.000 refugiados y solicitantes de asilo que viven en las áreas urbanas del país. Está agradecida de haber conocido a Osman, a quien considera un hermano mayor para ella y su hijo Zuhair.
Junto con Rahma y su hija, los cinco pasaron un tiempo charlando sobre sus experiencias y lo que dejaron atrás, pero también sobre sus esperanzas para el futuro. Sus momentos favoritos los pasaban alrededor de la mesa del comedor, intercambiando historias y chistes mientras compartían una comida.
"Hayat ha sido muy valiente".
Gracias a la generosidad de Osman y otros como él, el programa de cuidadores actualmente brinda un lugar seguro y apoyo a docenas de personas refugiadas y solicitantes de asilo. ACNUR espera expandir el número de anfitriones para acomodar los casos más vulnerables.
Recientemente Osman dejó el programa de cuidadores para trabajar como un movilizador comunitario del ACNUR, brindando a la comunidad información y asesoramiento sobre la asistencia disponible, y señalando cualquier caso específico que requiera apoyo adicional del ACNUR y sus socios.
Dadas sus propias experiencias, Osman comprende las dificultades que enfrentan las personas como Hayat para tratar de sobrevivir en Libia, y está feliz de haber hecho todo lo posible para ayudarla a ponerse en pie nuevamente.
"Es extremadamente difícil para una madre soltera encontrar trabajo en Libia y cuidar a su hijo al mismo tiempo", dijo Osman. "Hayat ha sido muy valiente".