Un "Niño Perdido" sudanés regresa a su país para construir una clínica
Un "Niño Perdido" sudanés regresa a su país para construir una clínica
WASHINGTON DC, Estados Unidos, 18 de febrero de 2013 (ACNUR) – Jacob Atem ha regresado a Sudán del Sur y ha traído como regalo para sus compatriotas la salud tras casi dos décadas de exilio a causa de una guerra que le obligó a huir de su hogar y embarcarse en un largo y duro viaje que le llevó hasta los Estados Unidos hace doce años.
En abril del año pasado, ya nacionalizado americano, Atem abrió una clínica en su ciudad natal, Maar. Desde entonces la clínica ha ofrecido atención médica a decenas de miles de personas en el estado de Jonglei.
"Este es el hogar que un día fue destruido y ahora soy parte de su reconstrucción" dice Atem, uno de los 3.600 niños a los que se llamó "Los niños perdidos de Sudán" y que fueron reasentados en Estados Unidos en 2001 con la ayuda de ACNUR. Para él este trabajo es también un modo de dar las gracias a aquellos que han "invertido" en él en el pasado, en referencia a la ayuda que obtuvo de ACNUR.
Unos 20.000 niños sudaneses quedaron huérfanos o separados de sus familias durante la guerra entre el norte y el sur de Sudán de 1983 a 2005. A muchos de los que fueron reasentados en los Estados Unidos les ha ido bien y, como Atem, han intentado contribuir al desarrollo de Sudán del Sur, que consiguió la independencia en julio de 2011. La ayuda es vital en este momento de la historia de este joven país.
Las infraestructuras de Sudán del Sur quedaron destruidas durante la larga guerra civil y cientos de miles de personas fueron desplazadas por la violencia. La atención médica y las instalaciones educativas son una prioridad, así que la clínica abierta por Atem y otro "ex niño perdido", Lual Deng, a través de su ONG, la Organización de Sudán del Sur para la Salud, es bienvenida.
Atem dice al ACNUR que el personal de la clínica, un doctor, dos oficiales de clínica, una enfermera, un técnico de laboratorio y dos farmacéuticos, atiende a unas 100 personas al día, muchas de ellas procedentes de los campos de refugiados en Uganda y Kenia. Muchos pacientes reciben tratamiento para la malaria, enfermedad que puede ser letal.
El centro depende en gran medida del apoyo de donantes en Estados Unidos y de las ONGs internacionales para el equipamiento y los suministros, pero también recibe asistencia de médicos de las fuerzas armadas. Atem dice que está contactando con agencias de Naciones Unidas, como ACNUR, en busca de ayuda, así como con el Ministerio de Sanidad de Sudán del Sur.
Aunque Atem se enfrenta a retos de financiación, él siempre ha sido un trabajador y un superviviente y está decidido a seguir ayudando a sus compatriotas sudaneses. Este ex refugiado ha atravesado retos mucho más duros desde que era niño.
Tenía seis o siete años cuando los milicianos del norte llegaron a su casa y cambiaron su vida para siempre. En la confusión del ataque se separó de su familia y acabó huyendo con su primo Michael. "Él me llevó, gracias a Dios, porque yo no podía caminar por mí mismo" recuerda Atem.
Durante los años siguientes los dos niños lucharon por sobrevivir en los bosques, manteniéndose en alerta por los animales salvajes y los grupos armados, así como luchando contra la enfermedad y el cansancio que se llevaron la vida de muchos otros niños perdidos.
Los dos primos pasaron tiempo en campos de refugiados en Etiopía y después en el campo de Kakuma, al noroeste de Kenia, gestionado por la Agencia de la ONU para los Refugiados. Estuvieron allí nueve años, donde recibieron una educación básica antes de ser reasentados en 2001 en Michigan, en los Estados Unidos.
Atem dice que siempre confió en recibir buenas noticias de su tierra natal. "Era frustrante, pero no perdía la esperanza de que el problema en mi país se resolviera".
Pero la guerra siguió hasta 2005 y entonces tuvieron que pasar otros seis años hasta la independencia. Hoy, el conflicto sigue afectando algunas zonas y decenas de miles de sudaneses han huido de Sudán y buscado refugio en Sudán del Sur.
Aunque Atem ansiaba regresar a su país y no pudo hacerlo hasta el año pasado, está muy agradecido al ACNUR por ayudarle a buscar un país de reasentamiento cuando tenía 15 años. "Nos dieron otra oportunidad" destaca.
Y él la aprovechó con entusiasmo, terminando sus estudios en el instituto en Michigan antes de ir a la Universidad. Actualmente está trabajando en un posgraduado en política y gestión de investigaciones en salud en la Universidad de Florida.
Cuando termine sus estudios, Atem tiene previsto regresar a Sudán del Sur y convertir la clínica en un hospital. "Para ser sostenible con las cifras que estamos viendo, definitivamente tendrá que convertirse de forma temporal en un hospital" recalca, mientras añade que la clínica actual fue todo un reto. "Es nuestra aspiración, devolver algo a la comunidad donde crecimos, a sus miembros que no han tenido tanta suerte como yo".
Por Trevor Alford y Natalie Green en Washington DC, Estados Unidos
Para más información sobre la clínica visite: http://www.sshco.org