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Un taxista sirio arriesga todo para poner a salvo en Jordania a su mujer embarazada

Historias

Un taxista sirio arriesga todo para poner a salvo en Jordania a su mujer embarazada

Shadi decided to take his wife out of conflict-torn Syria when she became pregnant after 17 years of marriage. Once in Jordan, she gave birth to twins. [for translation]
11 Octubre 2012 Disponible también en:
Fatima sostiene a uno de sus gemelos en Irbid.

IRBID, Jordania, 11 de octubre (ACNUR) – Fue una noticia devastadora. El año pasado, poco más tarde de que empezara el conflicto en Siria, Shadi*, un taxista de la ciudad de Homs supo que su mujer había sufrido un aborto. Los bombardeos y tiroteos en la ciudad siria habían sido demasiado para ella, dijo él. La noticia fue particularmente dolorosa porque la pareja llevaba 17 años esperando tener un hijo, toda su vida de casados.

Entonces, de forma inesperada, su mujer, Fatima*, se quedó otra vez embarazada. Esta vez, Shadi tomó una decisión. "Decidí huir de Siria por el bien de mi mujer y de mis hijos", dijo a ACNUR en la ciudad de Irbid, al norte de Jordania. Hace aproximadamente un mes que Fatima dio a luz por cesárea a gemelos, Loai* y Hala*, en un hospital de Irbid. "Llevábamos esperando este momento mucho tiempo", dijo el contentísimo padre.

Sin embargo, hay algunas complicaciones. Hala permanece en el hospital, descansando en una manta verde dentro de una incubadora debido a un problema de riñón. Tres veces al día, Fatima atraviesa la accidentada ciudad en autobús para dar el pecho a su hija en el hospital, para luego regresar a su apartamento alquilado y hacer lo mismo por su hijo.

La economía de la familia está sufriendo. El hospital les cobra unos 4.400 dólares por los cuidados intensivos de Hala. La madre de Shadi ha vendido sus joyas de oro para cubrir el alquiler mensual de 110 dólares y el coste de los servicios públicos. A pesar de las dificultades, Shadi dijo que no siente ninguna angustia: "Hemos sido bendecidos con dos hijos", recalcó.

Una trabajadora de ACNUR visitó a la familia a principios de este mes para fotografiar a los recién nacidos y los registró como refugiados, lo que les permitirá tener acceso a asistencia médica y cubrirá la factura del hospital. Su registro podría incluir también un subsidio mensual de hasta 200 dólares para las necesidades básicas de la familia.

Las personas que huyen de Siria, dondequiera que terminen, han tenido que tomar decisiones difíciles durante el camino, sin saber a donde les llevará su viaje. Para Shadi, la decisión fue todo un desafío. Antes de abandonar Homs, los médicos, temiendo por el estado de Fatima, le advirtieron que no viajara. Les preocupaba que sufriese un aborto al tratar de escapar de la ciudad mientras durara el conflicto.

Pero Shadi estaba decidido. Aparcó el taxi delante de su casa, vació el combustible, consiguió a alguien que le llevara fuera de la ciudad y pagó por un segundo coche para ir a la frontera. Recalcó que era pleno invierno y que estaba nevando; pero "mi cuerpo estaba a 1.000 grados", dijo. Estaba fuera de sí por la preocupación.

En la frontera, Shadi intentó usar su labia para salir de Siria. Los guardias fronterizos se quejaban de que escuchaban muchas historias sobre por qué huía la gente y cuando sospechaban que alguien pretendía quedarse al otro lado de la frontera, no lo dejaban pasar. Shadi les dijo a los guardias que iban a Jordania por motivos médicos. "De repente, muchos sirios vienen por motivos médicos, ¡es una epidemia!", dijo un guardia dubitativo. Después de una hora, los dejó marchar.

Más tarde, la hermana y la madre de Shadi intentaron cruzar la frontera, pero solo se lo permitieron a la madre. En Irbid, la familia encontró un apartamento cuyo casero es de origen sirio, donde viven otras 52 familias sirias, muchas de ella de Homs. No está precisamente limpio, pero es seguro.

Shadi y sus familiares están entre decenas de miles de refugiados que viven en entornos urbanos en Jordania. El país es conocido en el extranjero por el campamento de refugiados de Za'atri, en rápida expansión, pero solo el 35% de los refugiados vive allí; el resto, como la familia de Shadi, viven por su cuenta en ciudades, pagando un alquiler con el apoyo del ACNUR y del gobierno jordano.

El orgulloso padre cuenta hoy que Loai y Hala se parecen mucho. "Ella es flaca, pero tienen los mismos gestos, la misma forma de moverse".

La semana pasada, una trabajadora de ACNUR, Huda Al-Shabsogh, visitó a la familia en su hogar y en el hospital para registrar a los gemelos como refugiados y expedirles los certificados de refugiado, lo que les proporcionará asistencia médica, incluyendo el coste del cuidado de Hala.

Al-Shabsogh, abogada jordana, fotografió a los recién nacidos e hizo copias de sus certificados de NACIMIENTO. "No me avergüenza decir que me encanta este trabajo", dijo la abogada. "Es bueno visitar a familias de esta forma y verlas en sus casas y entender por lo que están pasando". Esto es cierto cuando la historia tiene un final feliz.

*Los nombres han sido modificados por motivos de protección.

Por Andrew Purvis en Irbid, Jordania.

Gracias a la voluntaria de UNV Online Laura Gil Mendoza por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto