Un trabajador somalí huye de la discriminación y la violencia en Libia
Un trabajador somalí huye de la discriminación y la violencia en Libia
CAMPAMENTO DE CHOUCHA, Túnez, 10 de Marzo (ACNUR) – Cuando un grupo de jóvenes libios irrumpieron en su casa en Trípoli y amenazaron con violar a su mujer, Fuad se enfrentó a ellos. Él acabó con un codo fracturado al intentar proteger a su esposa y a otras tres mujeres que se encontraban en la vivienda.
La estremecedora experiencia vivida por este somalí de 27 años le llevó a tomar la decisión de huir del país, aunque no se trata de un caso aislado. El personal de ACNUR ha entrevistado a extranjeros en las fronteras de Libia con Túnez y Egipto, y ha escuchado muchos relatos acerca de ataques contra personas de países del África subsahariana.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, António Guterres, ha condenado el trato impartido a este grupo vulnerable, señalando que los ataques parecen estar relacionados con los informes que apuntan a que el gobierno libio está usando mercenarios del África subsahariana para mantenerse en el poder.
"La discriminación ha sido siempre notable en este país del norte de África, pero durante el mes pasado se ha intensificado", comenta un observador.
Fuad huyó de su Somalia natal en 1999, cuando sólo contaba con 15 años de edad. El país se encuentra en un estado de inestabilidad desde 1991, cuando el presidente Siad Barre fue derrocado. A día de hoy, es demasiado peligroso para Fuad, su mujer y su hijo de cinco meses el volver a Somalia.
En un primer momento, Fuad encontró refugio en un campamento en Kenia tras salir de Somalia. Pero hace tres años, habiendo perdido toda esperanza de poder ser reasentado, Fuad se dirigió a Uganda y posteriormente a Jartum, la capital de Sudán. Como tantos otros miles de jóvenes del África subsahariana, él también decidió embarcarse en un arriesgado viaje a Libia en busca de trabajo, y también como puerta de entrada a Europa.
Fuad pagó a traficantes de personas para que le llevaran a Trípoli en un viaje que supuestamente duraría 10 días. Sin embargo, al cuarto día de viaje el conductor, que circulaba en un estado de ebriedad, perdió el control del vehículo al subir por el lateral de una duna e hizo volcar el vehículo en el que viajaban. En la parte posterior del camión viajaban 60 pasajeros, ocho de los cuales murieron aplastados.
"Creía que iba a morir y empecé a acordarme de mi niñez", recuerda Fuad, quien se fracturó una pierna y a al que le ha quedado una cicatriz como recuerdo permanente de aquel traumático viaje.
Uno de los hombres tenía un teléfono satélite Thuraya y llamó a las autoridades sudanesas. Los supervivientes volvieron a Jartum. Decidido a ir a Libia, Fuad lo intentó de nuevo una vez curada su pierna. Los traficantes de personas accedieron a transportarle sin ningún cargo adicional.
"Todos nosotros tenemos la vista puesta en el futuro. Todos queríamos ir al océano para poder llegar Europa", añade Fuad al hablar de su emigración a Libia. Dice que adora Somalia, pero solo volvería "por encima de su cadáver". Probablemente ahora esté pensando lo mismo sobre Libia, país en el que vivió durante más de dos años.
Además del sufrimiento físico que le causa la fractura de codo tras ser golpeado por uno de los intrusos con un palo de madera, Fuad y su familia también han sufrido abusos verbales por parte de tunecinos, quienes les exigieron que les entregaran su dinero y los móviles. "¿Qué hacéis aquí? ¿Que hacéis en este país?, le espetó un hombre a Fuad antes de amenazarle con violar a su mujer y a sus amigas.
Nosotros [Fuad y sus compañeros de piso somalíes] les dijimos, "si vais a atacar a nuestras mujeres, entonces moriremos todos juntos", explica Fuad, recordando su decisión de hacer frente a los atacantes.
El viaje por carretera hasta la frontera también supuso una dura experiencia. El pasado viernes, él y su familia consiguieron plaza en un pequeño autobús que les llevó al paso fronterizo de Ras Adjir, tras superar muchos obstáculos en el camino y de aguantar el acoso de los soldados. "Ellos actúan como si te fueran a matar y luego te roban todo tu dinero", dice Fuad, haciéndose eco de los testimonios de muchos otros que han hecho el mismo viaje.
Por Andrew Purvis en el campamento de Choucha, en Túnez