Una familia siria esquiva el conflicto pero lucha para superar una enfermedad mortal
Una familia siria esquiva el conflicto pero lucha para superar una enfermedad mortal
CAMPAMENTO DE REFUGIADOS DE DOMIZ, en la región del Kurdistán al norte del Iraq – La pequeña Layla heredó los ojos verdes claros de su padre. Cuando les da la luz brillan como dos diminutas lunas.
No es el único rasgo que ha heredado de su padre, un panadero kurdo que huyó de Siria y llegó al norte del Iraq hace casi seis años. Como él, Layla nació con talasemia, un trastorno sanguíneo que atormenta a su familia tanto como el conflicto que dejaron atrás, y tal vez más.
Rozhda, de 7 años, hermana de Layla, también padece la enfermedad. Lo mismo que le ocurrió a su padre, Mazin, que buscó en vano el tratamiento especializado que necesitaba.
“Mi esposo falleció en mis manos”, dice Ronia, de 30 años, madre de las niñas. “Y no quiero que a mis hijas les suceda lo mismo”.
“Mi esposo falleció en mis manos y no quiero que a mis hijas les suceda lo mismo”.
En el mes de junio, Angelina Jolie, Enviada Especial del ACNUR, visitó a la familia en el campamento de refugiados de Domiz, en la región del Kurdistán al norte del Iraq, y escuchó la historia de su huida de Siria en enero de 2013. Entonces solo hacía dos años que se había iniciado el conflicto pero ya se había cobrado alguna víctima en la familia. Ronia explicó a la Sra. Jolie que la guerra impidió a su esposo obtener una atención médica adecuada.
Aquí, en el campamento de Domiz, en el que Layla nació hace cinco años, encontraron seguridad, alojamiento y buenas escuelas para las hermanas Rossie y Siham, de 12 y 11 años respectivamente. Sin embargo, la atención sanitaria era costosa y limitada, incluso en la cercana ciudad de Duhok. En su desesperación, Ronia a veces llegó incluso a mendigar o a vender sus vales de comida para pagar las transfusiones de sangre de su esposo.
Pero no fue suficiente. Mazin falleció hace dos años, a la edad de 35 y Ronia tuvo que criar ella sola a sus hijas. Ronia, que entonces estaba embarazada, dio a luz al poco tiempo a su quinta hija, Valentina, que ahora tiene 19 meses.
“Tuviste que tener una fuerza increíble para sacar adelante a tu familia”, dijo Angelina Jolie a Ronia. Y, dirigiéndose a las niñas, añadió: “Son todas unas muchachas educadas e inteligentes. Pero necesitan ayuda”.
Sin un tratamiento adecuado, la forma de talasemia que afecta a Layla y Rozhda puede obstaculizar el crecimiento de las niñas, perjudica la función del hígado y provoca deformidades en los huesos de la cara.
“Esta enfermedad nos ha ocasionado enormes perjuicios”.
Cada dos semanas, Ronia las lleva al hospital público de Duhok para recibir transfusiones. Salen a las 6:00 de la mañana y regresan diez horas más tarde. Rossie y Siham se quedan en casa y cuidan de Valentina, y los vecinos siempre están al tanto.
“Esta enfermedad nos ha ocasionado enormes perjuicios”, dice su madre. “Ahora lo único que me preocupan son mis hijas”.
Angelina Jolie, Enviada Especial del ACNUR, visita a Ronia y a sus cinco hijas en el campamento de refugiados de Domiz, al norte del Iraq. Tres de las niñas padecen la misma enfermedad que hace dos años causó la muerte de su padre. ACNUR/Andrew McConnell
Mientras charlan las mayores, Layla y Rozhda juegan con en un columpio de plástico rojo que cuelga del techo. Aunque en el asiento solo cabe una, como son más pequeñas de lo que correspondería a su edad, pueden acoplarse las dos sin problemas.
Las transfusiones periódicas prolongan el tiempo de vida de las niñas, al aumentar el suministro de glóbulos rojos en su organismo. Pero no son suficientes. El médico de las niñas les ha dicho que también necesitan trasplantes de médula, pero este tipo de tratamiento no existe en Iraq.
Este mismo año, ACNUR recomendó a la familia para reasentamiento en un país europeo pero han transcurrido tres meses y todavía no se ha tomado una decisión. Mientras tanto, a Valentina también le han diagnosticado talasemia.
Ronia maneja el estrés con calma y fortaleza. Ha matriculado a las dos niñas mayores en la escuela del campamento y está satisfecha con la calidad de la educación. Sin embargo, a veces faltan a clase porque no pueden comprar cuadernos y uniformes.
“Rozhda empezó a ir a la escuela pero no pudo continuar”, añade Ronia y explica que, debido a su enfermedad, “está siempre cansada”.
Rossie es la mayor. Ahora tiene 12 años y está en una etapa de transición: todavía es una niña pero carga con numerosas responsabilidades para ayudar a su madre.
“Cuando voy a visitar a mis amigas, me hablan de su situación y yo les hablo de la mía. Intentamos consolarnos unas a otras”, le contó a Angelina Jolie. “A mi madre le resulta difícil cuidar de nosotras. Yo me ocupo de mis hermanas cuando ella acude al hospital”.
Angelina Jolie, Enviada Especial del ACNUR, habla con Rossie, de 12 años, bajo la mirada de Valentina, Ronia y Leila. ACNUR/Andrew McConnell
Después de pasar un tiempo con otras familias de refugiados, Angelina Jolie habló con un grupo de periodistas en el campamento. “Si no disponen ni siquiera de una ayuda mínima, las familias de los refugiados no pueden recibir un tratamiento médico adecuado, las mujeres y las niñas son vulnerables a la violencia sexual, muchos niños no pueden ir a la escuela, y nosotros dejamos pasar la oportunidad de invertir en los refugiados para que puedan adquirir nuevas competencias y ayudar a sus familias”, dijo.
Nadie paga un precio más alto que Ronia y sus cinco hijas huérfanas de padre.
“No dejo de rezar a Dios para que me ayude a buscar una manera de salvar a estas niñas”, dice. “Temo que voy a perderlas como perdí a su padre”.
Al parecer, la única esperanza de esta familia es reasentarse en un país donde puedan recibir la ayuda que necesitan.
“Ronia me habló de su deseo de contribuir a la sociedad dondequiera que sus hijas puedan recibir ayuda”, dice Angelina Jolie, que se ha mantenido en contacto con la familia y está siguiendo este caso de cerca. “Está educando a sus hijas para que sean ciudadanas buenas y fuertes y personas bondadosas, justas y trabajadoras”.
Gracias a la Voluntaria En Línea Luisa Merchán por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.