Una familia ucraniana se enfrenta a una nueva vida como refugiados
Una familia ucraniana se enfrenta a una nueva vida como refugiados
En un gran pabellón deportivo de la ciudad fronteriza polaca de Medyka, cientos de camas de campaña cubren las pistas de juego para alojar temporalmente a las personas refugiadas de la vecina Ucrania. Entre el bullicio y el ruido de las familias con niñas y niños pequeños, Valentina coloca en su regazo a su sobrino Andrii, de dos meses, e intenta dar sentido a los últimos días.
“Nunca pensé que tendría que dejar mi casa. Que tendría que huir solo para salvar mi vida”, comenta Valentina. Esta maestra de preescolar, de 42 años, llegó a Polonia el 5 de marzo junto con su hija de ocho años, su hermana y su sobrino pequeño. Llegaron a un lugar seguro después de un arduo viaje de una semana que cubrió cientos de kilómetros en autobús, tren y a pie desde la ciudad ucraniana de Kharkiv, al noreste del país.
Tras recorrer a pie el último tramo de la frontera con Andrii envuelto en mantas contra el frío intenso, todo salió bien. “Todos aquí fueron muy amables”, asegura Valentina. “Nos acogieron y primero nos dieron algo caliente para comer”.
“Nunca pensé que tendría que dejar mi casa”.
Un autobús les llevó al pabellón deportivo, donde hay poca privacidad pero una multitud de voluntarios de los bomberos locales, la Cruz Roja y otras organizaciones para distribuir alimentos y donaciones, y jugar con las niñas y los niños para mantenerlos ocupados.
“Ahora lo hemos conseguido, pero no puedo ser feliz, aunque tengo nuestro futuro en mis manos, y él me sonríe todo el día”, comparte Valentina, mirando a Andrii que parpadea bajo las brillantes luces fluorescentes de la sala.
Desde la escalada del conflicto en Ucrania, que comenzó el 24 de febrero, más de 2,2 millones de personas han huido del país en lo que se ha convertido en la crisis de refugiados que ha crecido con mayor rapidez en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Hasta ahora, más de 1,4 millones de personas refugiadas – en su mayoría mujeres, niñas, niños y personas adultas mayores – han cruzado la frontera con la vecina Polonia.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, tiene equipos en las fronteras de Polonia y otros países vecinos para apoyar a las autoridades nacionales a brindar asistencia y protección a las personas que huyen. Además de distribuir artículos de socorro, la agencia proporciona información y servicios de asesoramiento, y ayuda a identificar a las personas con necesidades específicas, como las niñas y los niños que han cruzado la frontera solos y las personas con discapacidad.
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Katarzyna Oyrzanowska, de ACNUR en Polonia, afirma que la agencia ha estado presente en la frontera desde el primer día de la crisis, y que uno de los objetivos principales para ella y sus colegas ha sido supervisar cómo se aloja y cuida a la niñez.
“La mayor parte de las personas refugiadas son mujeres, niñas niños. Apenas se ve un hombre”, señala Oyrzanowska. “Intentamos encontrar soluciones para ellos. Han sido arrancados de su entorno familiar, extrañan a sus padres y no entienden la situación. Todo esto es difícil de sobrellevar para los adultos. ¿Cómo debe ser para la niñez?”.
“De repente, éramos... refugiados”.
Irinia, la madre de Andrii, describe el momento, durante los primeros días del conflicto, en el que Kharkiv tembló con el sonido de las explosiones, y decidieron escapar.
“Recogimos algunas cosas y huimos. De repente, éramos... refugiados”, explica Irinia, quien aún está asimilando la realidad de su situación. “Nuestros hombres se quedaron para defender nuestro país. Nosotras trajimos a nuestros hijos a un lugar seguro”.
Su hermana Valentina abraza con fuerza a su sobrino y responde: “Ahora es un refugiado, pero no lo seguirá siendo. Ahora cuidaremos de él. Y cuando sea grande y fuerte, reconstruirá nuestro país”. Le besa la frente y le dice “maybutnye”. “Futuro”.