Una somalí irlandesa intensifica la campaña contra la mutilación genital femenina
Cuando Ifrah Ahmed era adolescente, llegó a Irlanda luego de huir de Somalia. Lo natural habría sido que se hubiera centrado en construirse una nueva vida, sin embargo, decidió intentar salvar a otras personas de una práctica tradicional nociva que afecta a la vida de millones de mujeres en todo el mundo, incluida la suya: la mutilación genital femenina (MGF).
La MGF abarca todos los procedimientos que implican la alteración o lesión de los genitales femeninos por razones no médicas. Está reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y las niñas que puede causar problemas de salud a corto y largo plazo.
“Comprendí que las otras jóvenes refugiadas o solicitantes de asilo no querían hablar [sobre la MGF], así que tomé la iniciativa”, recordó Ifrah. “Mi visión era luchar contra la práctica y crear conciencia en las personas porque en Somalia era algo normal”.
Su papel como activista mundial y desde el año pasado como Colaboradora de Alto Perfil de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, no ha hecho más que cobrar relevancia durante la pandemia de la COVID-19.
En efecto, la crisis ha aumentado las presiones socioeconómicas en muchas sociedades. Las mujeres y niñas, especialmente las refugiadas, desplazadas o apátridas, a menudo suelen ser las más afectadas por esas presiones, de acuerdo con ACNUR.
Como resultado, se ha producido un preocupante aumento de las denuncias de violencia de género, incluida la MGF.
“Es una crisis global”.
De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, es posible que se produzcan dos millones de casos más de MGF en la próxima década, ya que la COVID-19 obliga a cerrar las escuelas e interrumpe los programas que protegen a las niñas.
“La COVID ha tenido un impacto en nuestra campaña porque en Somalia la MGF ha aumentado, especialmente entre las mujeres desplazadas”, señaló Ifrah. “Pero no es sólo [ahí] donde ha aumentado, sabemos que es una crisis mundial”.
Más de 200 millones de mujeres y niñas han logrado sobrevivir a la MGF en 30 países de África, Oriente Medio y Asia, donde esa práctica nefasta sigue siendo habitual. En Somalia, el 98 por ciento de las mujeres y niñas han sufrido alguna forma de MGF, la mayor incidencia del mundo.
Para Ifrah, la lucha contra la MGF es personal.
Después de huir de su hogar en 2006, llegó a Irlanda, donde solicitó asilo. Posteriormente, se sometió a una revisión médica, en la que los médicos descubrieron que era víctima de la MGF.
“En el hospital no entendían realmente lo que era la mutilación genital femenina. Tuve que explicarlo... Me hacían muchas preguntas, como: '¿Cómo te has lesionado?' '¿Quién te ha hecho esto?'”, comentó.
Ifrah creó la Fundación Ifrah en 2010 para abogar por la erradicación de la MGF en Somalia. El trabajo de la fundación ha sido esencial durante la pandemia de la COVID-19. Parte de esta labor consiste en capacitar a mujeres desplazadas en los campamentos sobre periodismo y comunicación para producir contenidos para la radio local, que es la forma más eficaz de difundir el mensaje a una amplia audiencia en Somalia sobre los daños causados por la MGF.
“Me hace más fuerte”.
Ifrah se mantiene en contacto permanente con la red de jóvenes embajadores de la Fundación, formada por influencers de toda Somalia que apoyan la campaña y tratan de impulsar un cambio a través del empoderamiento y la educación de la comunidad.
La Fundación también ha facilitado reuniones con líderes religiosos somalíes, que se han comprometido a adoptar un enfoque de tolerancia cero frente a la MGF, y continúa presionando al Parlamento de Somalia para que apruebe una legislación que prohíba la MGF.
- Ver también: Aumenta la desigualdad para mujeres y niñas refugiadas durante la pandemia (en inglés)
Al mismo tiempo que dirige la campaña en Somalia, Ifrah también está ocupada hablando con los medios de comunicación y participando en eventos virtuales internacionales, además de cuidar de su hija pequeña.
“Cuando la veo, siento que nunca permitiré que nadie le haga daño. Tenerla es algo que me hace más fuerte”, aseguró.
“Si con mi activismo salvo a una sola niña de la ablación, entonces he tenido éxito... En los próximos 10 años quiero ver que las niñas y las mujeres sean libres de la mutilación genital, sin las consecuencias que otras mujeres y yo hemos tenido que sufrir”.