VIH y SIDA: el conflicto en la república centroafricana pone trabas al tratamiento
VIH y SIDA: el conflicto en la república centroafricana pone trabas al tratamiento
BANGUI, República Centroafricana, 3 de septiembre de 2014 (ACNUR) – El conflicto ha hecho que Nayo tenga que huir de su país de origen, Sudán del Sur, y buscar refugio en el país vecino, la República Centroafricana, pero esto no ha impedido que la refugiada de 58 años siga recibiendo el tratamiento médico que la mantiene con vida.
"Por causa de los combates he tenido que dejar Sudán del Sur dos veces para ir a la República Centroafricana, la primera vez cuando era una niña y esta segunda como adulta", le cuenta al ACNUR. "Me encantaría ver mi país, aunque esté en guerra. Pero estoy cansada de huir. Soy demasiado vieja y estoy demasiado enferma", añade con resignación.
Nayo es una de las decenas de miles de personas en la República Centroafricana, incluidos los refugiados, que viven con VIH. Pero mientras otros tienen dificultades para acceder a su tratamiento, ella tiene acceso gratuito a la medicación que tanto necesita gracias a una organización de la iglesia en Bangui, la capital de la República Centroafricana rota por el conflicto.
En el último sondeo a gran escala realizado por un grupo interinstitucional liderado por UNICEF en 2010, la proporción de VIH en el país era de un 4,9 por ciento, una de las más altas en África Central y Occidental. Las mujeres y aquellos que viven en áreas urbanas están especialmente en riesgo y la mayoría se contagian a través de parejas heterosexuales.
Nayo fue contagiada por su marido. "Nos alojábamos en el campamento de refugiados de Mboki [al este de la República Centroafricana, cerca de la frontera con la República Democrática del Congo], cuando comenzó a ponerse enfermo", recuerda ella.
"En el campamento de refugiados, se extendieron rumores de que mi marido tenía SIDA, pero nunca lo admitió. Cuando aumentó la discriminación hacia nosotros, rechazó el tratamiento. Murió en el hospital aquí, en Bangui [en 2004] y es cuando descubrí que yo también estaba enferma", nos revela Nayo.
Hasta 2012, cuando comenzó el conflicto actual, el ACNUR había ayudado a los refugiados contagiados del virus. Recibían una ayuda financiera mensual y asistencia médica, así como apoyo alimenticio a través del Programa Mundial de Alimentos.
Sin embargo, una base de datos imprescindible con información de estos pacientes desapareció cuando las oficinas del ACNUR fueron saqueadas en 2013 y al mismo tiempo, robaron en muchas instalaciones médicas que atendían a los pacientes de VIH con medicamentos retrovirales y el personal médico tuvo que huir. Además, se interrumpió la distribución de estos medicamentos fuera de Bangui y esto afectó el tratamiento de refugiados en zonas rurales más alejadas.
"El ya debilitado sistema sanitario del país casi desapareció por completo, lo que redujo en gran medida el acceso al tratamiento para las personas con VIH", explicó Heinz Henghuber, un asesor sanitario del ACNUR.
La situación empeoró con el dramático aumento de la violencia en diciembre de 2013. El acceso a la medicación se volvió aún más difícil y esto aumentó el riesgo de desarrollar una resistencia a esta debido a las constantes interrupciones en el tratamiento. Esta inestabilidad también ha afectado a los programas de concienciación en un país en el que prevalece la discriminación hacia las personas con VIH.
Como respuesta, el ACNUR ha finalizado recientemente un proceso de verificación que permitirá reconstruir su base de datos y volver a proveer plena asistencia en áreas urbanas a refugiados y solicitantes de asilo con VIH en la República Centroafricana.
La agencia de la ONU para los refugiados, como parte de su papel de coordinación de la asistencia en emergencias para las personas que viven con VIH, está también ayudando a identificar y priorizar las necesidades de todas las personas contagiados por el virus del VIH o que tienen SIDA en la República Centroafricana para asegurarse que reciban el tratamiento retroviral necesario con regularidad.
Con este fin, el personal de ACNUR ha estado analizando y triangulando informes y estadísticas de socios nacionales, organizaciones no gubernamentales, otras agencias de la ONU y el Fondo Mundial de lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria.
Para Nayo, que también ha sufrido abusos sexuales y violencia a manos de los milicianos, esta labor del ACNUR y sus socios es vital. Sin embargo, ella se apoya en su Iglesia para que le pueda dar la fuerza – y las medicinas – para superar las muchas dificultades a las que se ha enfrentado y a las que seguirá enfrentándose. Ella reza por más años, más fuerza y por ver crecer a sus nietos.
Por Aikaterini Kitidi, en Bangui, República Centroafricana
Gracias a la Voluntaria en Línea Margarita Hornillos Jerez por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.