Yemen ve un nuevo desplazamiento después de cinco años de conflicto
Yemen ve un nuevo desplazamiento después de cinco años de conflicto
Nasra describió la escena de caos y pánico durante la noche a fines de febrero cuando ella y su esposo, junto con una docena de sus hijos y nietos, huyeron de su hogar en el campamento de desplazados de Al Khaniq para escapar de la última escalada de la violencia en los cinco años de conflicto en Yemen.
"Nos fuimos en medio de la noche, llorando, con nada más que la ropa que vestíamos", dijo Nasra, de 58 años. “Algunos de nosotros no llevábamos zapatos. Caminamos por el desierto durante tres días, sin comida ni agua”.
Hicieron el desgarrador trayecto hacia la seguridad junto con cientos de personas más, y finalmente encontraron refugio en un sitio para los desplazados en Al Suwayda, cerca de la ciudad de Marib. Desde finales de enero, más de 40.000 personas, en su mayoría mujeres y niños, han huido al área. Marib ahora alberga a 750.000 yemeníes desplazados, que superan en número a la población original de la ciudad de 500.000.
La última afluencia ha ejercido una presión aún mayor sobre los servicios sobrecargados y la asistencia humanitaria, lo que ha llevado a condiciones de vida desesperadas para las personas como Nasra, que llegaron sin nada, a pesar de los mejores esfuerzos del ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados y sus socios, como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
"Nos dieron carpas pero ya están dañadas por el viento", explicó Nasra. “Tenemos poca comida. No hay agua. No hay baños ni doctores. Mi hija está embarazada de ocho meses pero no ha visto a un médico desde que llegamos hace casi un mes”.
“Tenemos poca comida. No hay agua. No hay baños ni doctores”.
Desde el comienzo del conflicto en 2015, más de 3,6 millones de personas han sido desarraigadas de sus hogares. Con más de 24 millones de personas en todo el país que necesitan asistencia, sigue siendo la mayor crisis humanitaria del mundo.
"Con la llegada continua de nuevos desplazados a la ciudad de Marib y sus alrededores en busca de un lugar seguro, las necesidades humanitarias siguen creciendo con rapidez y los servicios básicos y la asistencia se encuentran desbordados", dijo el portavoz del ACNUR, Andrej Mahecic, en una conferencia de prensa en Ginebra el viernes. "Para los servicios públicos, como hospitales y escuelas, resulta complicado hacer frente al aumento de la población".
Al igual que gran parte de la población desplazada del país, algunos de los recién llegados a Marib huían por segunda o tercera vez desde el inicio del conflicto. Dagla'a, una viuda de 52 años, abandonó el campamento de desplazados de Al Khaniq para escapar de los enfrentamientos con su hijo y su nuera, cinco años después de ser expulsada de su hogar en Nihm, al este de la capital, Saná.
“En Al Khaniq teníamos acceso a todo: comida, agua, alojamiento, podíamos visitar al médico. No era nuestro hogar, pero habíamos encontrado la normalidad", dijo Dagla’a. "Eso es hasta que estalló la lucha y nos vimos obligados a huir de nuevo, dejando todo atrás".
“Todos nos encontramos con el desierto. Podías escuchar a las mujeres llorando. Algunos se fueron sin nada, ni siquiera sus velos”, agregó. "Pido a Dios por que llegue la paz para poder regresar a casa a Nihm".
Esta semana, el Secretario General de la ONU, António Guterres, instó a las partes beligerantes de todo el mundo a dejar sus armas para apoyar la batalla más grande contra el COVID-19, calificándolo como un enemigo común que ahora amenaza a toda la humanidad.
El principal funcionario del ACNUR en Yemen, Jean-Nicolas Beuze, agradeció hoy los esfuerzos para negociar el primer alto al fuego entre combatientes allí desde 2016.
"Nos alienta el anuncio de ayer de las partes beligerantes sobre su compromiso con un alto al fuego, con la esperanza de que pronto se traduzca en el fin de la lucha y el sufrimiento de millones de yemeníes".