Comentarios del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, en en la Mesa Redonda Ministerial para el Sahel Central
Comentarios del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, en en la Mesa Redonda Ministerial para el Sahel Central
Señora Presidenta:
He visitado la región en numerosas ocasiones, la última vez en febrero. Al igual que muchos de ustedes, me ha causado un profundo impacto: ya he hablado en ocasiones anteriores acerca de la dura realidad del terreno. Creo que conviene recordar ahora algunos elementos de esa realidad: las necesidades básicas no satisfechas de cientos de miles de personas. El evidente predominio del trauma causado por la violencia indescriptible perpetrada contra la población civil. El sobrecogedor número de mujeres que han sido víctimas de violaciones y otras formas de violencia sexual. Y, como ya se ha mencionado muchas veces, la enorme magnitud del desplazamiento forzado, que será el objeto principal de mis observaciones.
Ya hemos oído hablar mucho sobre las muchas causas de esta crisis, no voy a repetirme. De un modo u otro, todas convergen en el fenómeno del desplazamiento forzado. Existen casi dos millones de personas refugiadas y desplazadas en la región, de las cuales 650.000 se han desplazado este mismo año.
Como ya mencionó el Ministro Barry, en Burkina Faso hay un millón de personas desplazadas internas. Burkina Faso es uno de los países más pobres del mundo pero su cifra de personas desplazadas es igual al total de personas refugiadas y migrantes que llegaron a Europa en 2015 y 2016, un movimiento que desestabilizó uno de los continentes más ricos del mundo – solo por poner las cosas en perspectiva.
Ahora nos enfrentamos a la COVID-19. Un nuevo elemento de crisis que incluye, por supuesto, un impacto económico especialmente severo para quienes ya se han visto desplazados. Pero el COVID-19, el coronavirus, no detiene el desplazamiento. De hecho, hemos visto mayores índices de desplazamiento fuera de la subregión inmediata, por desgracia hacia países costeros del África Occidental.
El ACNUR y sus socios llevan años prestando atención a esta situación: Recuerdo el trabajo que iniciamos en 2012 por las personas refugiadas malienses, y siguen quedando 140.000 en la región. A medida que la crisis avanzaba, provocando desplazamientos tanto internos como externos, el ACNUR y otras agencias iban desplegando la respuesta humanitaria y la búsqueda de soluciones para todas las personas desarraigadas. Y aquí quiero mencionar que, en colaboración con los Estados de la región, desarrollamos un instrumento especial denominado Proceso de Bamako, a nivel ministerial, destinado a reforzar la capacidad regional para gestionar movimientos de población; señalando la gran generosidad de los países de la región a la hora de acoger a personas procedentes de países cercanos a pesar de tener sus propios problemas.
Antes de terminar quisiera hacer algunas observaciones finales. La primera, que el desplazamiento forzado es siempre una medida de crisis. En este sentido, pues, y dado que está aumentando, se deduce que la crisis no ha sido abordada adecuadamente. Escuchamos cuánto se ha contribuido en los años anteriores. Escuchamos con gran satisfacción la llegada de mayores aportaciones. Necesitamos inculcar una sensación de emergencia en esta respuesta, algo que me temo que no se desprende todavía de la actitud de la comunidad internacional. Tengo la esperanza de que esta conferencia, por la que estoy muy agradecido, contribuya a ello.
En concreto, como muchos han señalado, la asistencia humanitaria es insuficiente. Una financiación media del 35% de los planes de respuesta humanitaria en la región es una señal muy preocupante. Por eso, espero que los compromisos adoptados hoy sustenten respuestas humanitarias no solo hasta finales de año, sino también en los próximos dos o tres años: esto resultará fundamental.
Hablamos mucho acerca del nexo. Sabemos que cuando existen disposición, voluntad política, y recursos, el nexo puede funcionar. No debemos hablar de él siempre en futuro, puede funcionar en apoyo de los Estados. El fortalecimiento institucional es una cuestión clave en el Sahel. El éxito del nexo se debe en parte a una acción más rápida por parte de los actores del desarrollo y de las instituciones financieras internacionales. El ritmo de sus intervenciones debe aumentar. No podemos esperar cinco años a que estas intervenciones den fruto, sobre todo en ámbitos como la educación (no he oído hablar mucho de ella, pero es un área que merece toda nuestra atención) y especialmente en cuanto al fortalecimiento de la capacidad urbana (las personas desplazadas se mueven básicamente desde zonas rurales hacia zonas urbanas).
También escuchamos (casi todos los días) que Europa está muy preocupada por los movimientos de población hacia sus fronteras. Sabemos que hoy en día esta cuestión forma y destruye gobiernos en Europa. Pero todos sabemos que el Sahel es tanto una región de tránsito como una región de origen de estos movimientos. Y a menos que se produzcan intervenciones unificadas, estratégicas y de calado por parte de Europa (y por supuesto también de otros socios), los movimientos de población proseguirán y se acelerarán. Si no fuera una comparación abusiva, diría que lo que el Sahel Central necesita es un Plan Marshall: un plan integral de apoyo a los Estados de la región; y por parte de los donantes no veo una entidad mejor posicionada que la Unión Europea para liderarlo, especialmente ahora que la Unión Europea está debatiendo su propio presupuesto para los próximos años.
Por último, una nota sobre seguridad. Es muy importante centrarse en este tema. Lo hemos oído de mano de los Estados de la región. Y por cierto, si se me permite, es importante apoyar la posición de Francia e insistir en que esto resulta también de aplicación a los trabajadores humanitarios. Me preocupan mucho las tendencias que vemos de amenazas a trabajadores humanitarios en la región. Pero, honestamente, como muchas personas han indicado, la seguridad es un fracaso si no está relacionada con la acción humanitaria y de desarrollo.
Permítanme que finalice haciendo un firme llamamiento a todas las partes implicadas en el sector de la seguridad, y en especial a los Estados de la región: como ya se ha mencionado, deben calibrar sus intervenciones de seguridad para evitar que tengan un impacto negativo sobre la población civil. Por desgracia, esto está sucediendo y está provocando más sufrimiento y más desplazamiento.
Gracias, señora Presidenta.