Declaración en la Conferencia de Donantes en solidaridad con los Refugiados y Migrantes de Venezuela en los páises de la región durante la pandemia de COVID-19
Declaración en la Conferencia de Donantes en solidaridad con los Refugiados y Migrantes de Venezuela en los páises de la región durante la pandemia de COVID-19
El pasado mes de octubre, en Bruselas, asistimos a un fuerte llamamiento a la solidaridad con los refugiados y migrantes venezolanos. Acordamos que a raíz de ello se realizarían compromisos concretos de apoyo humanitario y responsabilidad compartida con los países afectados en la región. Por lo tanto, quisiéramos agradecer a la Unión Europea y a España por haber logrado organizar esta Conferencia, a pesar de los desafíos impuestos por la pandemia. Y saludamos a Canadá y Noruega por unirse a esta iniciativa.
La difícil situación de los refugiados y migrantes venezolanos, que ya son más de cinco millones de personas, ha empeorado aún más. El impacto de la COVID-19 es dramático para los países de América Latina y el Caribe y ha empujado a los venezolanos que se encuentran en dichos países, que ya vivían una existencia precaria, a una espiral de pobreza y desesperación.
La mayoría intenta ganarse la vida en zonas urbanas pobres. Los esfuerzos por documentarlos e integrarlos han ayudado a muchos de ellos a encontrar trabajo – el 80% en el sector informal, como jornaleros, pequeños comerciantes, trabajadores domésticos. Por ello, las medidas de confinamiento, mientras son necesarias para preservar la salud pública, los están sumiendo al mismo tiempo en la pobreza. Sus fuentes de ingresos desaparecieron de un día para otro y cientos de miles de personas, especialmente las que no tienen papeles, ya no pueden pagar el alquiler, comprar comida u obtener medicamentos. Muchos se ven obligados a vivir en la calle, exponiendo a los más vulnerables, y especialmente a las mujeres e incluso a los niños y niñas, a graves riesgos de explotación. Algunos recurren a la mendicidad y al sexo por supervivencia. La xenofobia y la discriminación aumentan.
Como resultado, miles de personas se sienten obligadas a regresar a Venezuela. Y para muchos, esta es una elección impulsada por la imposibilidad de conseguir seguridad y obtener medios para sobrevivir. Su desesperación indica la necesidad urgente de asistencia humanitaria y, sobre todo, de ayuda de impacto rápido para sus medios de vida. Al mismo tiempo, dentro de Venezuela, y en el marco del Equipo Humanitario de País, se necesita más apoyo para fortalecer el trabajo con las comunidades, en particular en las zonas fronterizas, y para aumentar la ayuda humanitaria para las personas retornadas.
Durante demasiado tiempo los países que acogen a refugiados y migrantes venezolanos han asumido esta responsabilidad recibiendo poca ayuda. Muchos de ellos están aplicando políticas inclusivas: siguen acogiendo a las personas de Venezuela y las integran en la respuesta a la COVID. Necesitan urgentemente más apoyo, especialmente por parte de las instituciones financieras internacionales y las agencias de desarrollo. A medida que trabajan para reactivar sus economías, deben recibir apoyo para aprovechar plenamente la resiliencia y las capacidades de los venezolanos.
En conclusión, hoy tenemos una gran oportunidad de marcar la diferencia y movilizar recursos adicionales para atender a millones de refugiados y migrantes de Venezuela y para demostrar nuestra solidaridad con las comunidades que los acogen.
Muchas gracias.