Discurso de apertura del Secretario General de las Naciones Unidas en el Foro Mundial sobre los Refugiados
Discurso de apertura del Secretario General de las Naciones Unidas en el Foro Mundial sobre los Refugiados
Excelencias,
Damas y caballeros,
Es un placer estar con ustedes.
Si me lo permiten, me gustaría comenzar con una breve reflexión personal.
Venir a Ginebra para este foro sobre los refugiados tiene un gran significado y emociones para mí.
Siento que estoy entre amigos, no solo buenos colegas del pasado y del presente, sino también amigos de una de las grandes causas de este o de cualquier otro momento: responder a la difícil situación de las personas obligadas a abandonar sus hogares por la guerra, el conflicto o la persecución.
He tenido la suerte de haber tenido muchas experiencias formativas en mi vida: como voluntario social en los barrios pobres de Lisboa; siendo parte de una revolución democrática en mi país; en el servicio público en el parlamento y el Gobierno.
Pero sin detrimento de ninguna de esas participaciones, yo colocaría de primero en la lista la década en que serví como Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
Fueron años difíciles, un período en el que se dispararon los flujos de personas, se desplomó la solidaridad entre las naciones y se extendió la discriminación contra las víctimas que agravó sus ya terribles circunstancias.
Hicimos todo lo posible para reducir el sufrimiento y mejorar las vidas. Gracias al trabajo sobresaliente del ACNUR y la comunidad humanitaria, y el apoyo de muchos líderes y socios, creo que estamos haciendo la diferencia.
Por supuesto que hay mucho más por hacer: el número de personas refugiadas, los niveles de odio y las amenazas a las normas y estándares establecidos desde hace mucho tiempo siguen siendo altos.
Trabajar como Alto Comisionado me puso en contacto con las personas en sus momentos más vulnerables. Compartieron conmigo su sufrimiento, sus anhelos, su ira. Nunca podría volver a la comodidad de mi propia casa sin sentirme sacudido y frustrado.
A través de sus ojos vi, de manera dramática, algunos simples hechos de nuestro mundo de hoy.
Vi la forma en que las vidas pueden volcarse en un instante cuando se ven afectadas por un conflicto o un desastre; la forma en que las nuevas mega tendencias, sobre todo el cambio climático, están creando nuevos desplazamientos de personas; y la forma en que todos estamos conectados, a medida que las turbulencias y las economías atraviesan fronteras cercanas y lejanas.
Y también vi un rasgo humano fundamental: la voluntad de la amabilidad. Los actos de compasión, el impulso de una persona para ayudar a otra con un trauma: estos son algunos de los rasgos esenciales de la humanidad e inspiraron mi día aquí y en el pasado.
He traído esos encuentros y recuerdos a mi rol actual. En todo lo que hace, la ONU se mide por la forma en que tratamos a los más vulnerables entre nosotros.
Se podría decir que como se desarrollan las situaciones de refugiados, así va el mundo.
Esa sensibilidad es lo que nos une hoy.
Por lo tanto, deseo agradecer al Gobierno de Suiza por ser el anfitrión de este importante evento junto con el ACNUR.
También estoy agradecido con los coconvocantes: los Gobiernos de Costa Rica, Etiopía, Alemania, Pakistán y Turquía, que son todos países generosos de acogida de refugiados y defensores de esta causa de larga data.
Siempre me ha sorprendido la generosidad de los países menos desarrollados y de renta media que han acogido a millones de personas refugiadas con muy poco apoyo de la comunidad internacional, pero con una enorme generosidad.
Y aprendí que la generosidad no siempre es proporcional a la riqueza.
El mundo le debe a todos los países y comunidades que acogen a un gran número de refugiados una deuda de gratitud.
Pero la gratitud no es suficiente. En estos tiempos de turbulencia, la comunidad internacional debe hacer mucho más para asumir esta responsabilidad de manera conjunta.
El contexto mundial puede parecer severo. Las divisiones y rivalidades en todo el mundo están contribuyendo a la imprevisibilidad y la inseguridad. La crisis climática está profundizando las fragilidades existentes. Muchos en nuestras sociedades se sienten alienados y abandonados.
Más de 70 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, incluidos 25 millones de personas refugiadas. El ACNUR ha descrito estos números como los “niveles más altos de desplazamiento registrados”.
Ahora más que nunca, necesitamos cooperación internacional y respuestas prácticas y efectivas. Y esta es la razón por la que estamos aquí.
Necesitamos mejores respuestas para quienes huyen, y una mejor ayuda para las comunidades y países que los reciben y los acogen.
Los países en desarrollo y de renta media acogen admirablemente a la gran mayoría de las personas refugiadas y garantizan un mayor apoyo, no solo en la respuesta humanitaria, sino también en el contexto de los planes de desarrollo, así como un mayor apoyo financiero.
Más fundamentalmente, necesitamos restablecer la integridad del régimen de protección internacional de refugiados, con la Convención de Refugiados de 1951 y el Protocolo de 1967 en su esencia.
De hecho, en un momento en que el derecho de asilo se encuentra bajo ataques, cuando se cierran tantas fronteras y puertas a las personas refugiadas, cuando incluso las niñas y niños refugiados son detenidos y separados de sus familias, debemos reafirmar los derechos humanos de las personas refugiadas.
Y el Pacto Mundial sobre los Refugiados nos da la pauta.
Y este foro es una oportunidad para dar dinamismo y energía a la implementación del Pacto, al reunir la experiencia, las ideas, los recursos, los compromisos y las nuevas formas de colaboración que lo impulsarán.
Les insto a ser audaces y concretos en los compromisos que harán.
Este es un momento para la ambición.
Es un momento para deshacerse de un modelo de apoyo que con demasiada frecuencia ha dejado a las personas refugiadas con sus vidas en espera durante décadas: confinadas en campamentos, simplemente arrastrándose, incapaces de prosperar o contribuir.
Es un momento para elaborar una respuesta más equitativa a las crisis de refugiados compartiendo la responsabilidad. La humanidad se unió para abordar muchos enormes desafíos de refugiados a lo largo del siglo XX; deberíamos poder hacer lo mismo en el siglo XXI. Esta no es una situación inmanejable.
Este es un momento para movilizar la cooperación internacional y la solidaridad para impulsar el progreso real en el acceso a la educación, los medios de vida y la energía; para construir la resiliencia de las personas refugiadas y sus comunidades de acogida; preservar el acceso y espacio humanitario a las personas necesitadas; y para fortalecer los servicios, en particular para las personas con discapacidad y las personas que han enfrentado violencia sexual o de género.
Este trabajo necesita coaliciones diversas.
Me alienta que este Foro reúna a Estados, personas refugiadas y apátridas, organizaciones internacionales y regionales, líderes empresariales, instituciones financieras, la sociedad civil, organizaciones confesionales, las artes y el mundo del deporte.
También me alegra que las instituciones de desarrollo bilaterales, regionales y multilaterales estén emergiendo como elementos centrales de estos esfuerzos. Los grandes flujos de refugiados pueden crear enormes tensiones estructurales y socavar los avances del desarrollo, especialmente cuando el desplazamiento se prolonga y los países de acogida tienen enormes desafíos de desarrollo.
Los datos y la innovación tecnológica también serán cruciales.
Y debemos garantizar un enfoque integral que aborde los aspectos humanitarios, de desarrollo, de derechos humanos y de seguridad, abordando las causas fundamentales y trabajando para construir y mantener la paz.
Las reformas de las Naciones Unidas nos ayudarán a avanzar en este trabajo conectando los pilares y apoyando mejor a los Gobiernos.
Apoyamos a las personas refugiadas y trabajaremos con los Gobiernos para incluir a las personas refugiadas y retornadas en proyectos de desarrollo relevantes.
Defenderemos que las personas refugiadas y retornadas tengan acceso a servicios nacionales en países de origen, países de tránsito y países de acogida de personas refugiadas.
Abogaremos por su inclusión en los marcos regionales y los planes y estudios de desarrollo nacional, así como en el nuevo Marco de Cooperación de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Y trabajaremos para proporcionar apoyo técnico, financiero y de programación a los países de acogida para este propósito.
Estimados amigos y amigas,
El Pacto Mundial sobre los Refugiados es nuestro logro colectivo y nuestra responsabilidad colectiva.
Habla de la difícil situación de millones de personas.
Y habla al corazón de la misión de las Naciones Unidas.
A lo largo de la historia humana, las personas en todas partes han brindado refugio a extraños que buscan protección, unidos a ellos por un sentido del deber y la humanidad.
La solidaridad es profunda en el carácter humano.
Hoy debemos hacer todo lo posible para permitir que ese espíritu humanitario prevalezca sobre aquellos que hoy parecen tan decididos a extinguirlo.
No podemos darnos el lujo de abandonar a las personas refugiadas en la desesperanza, ni a sus países de acogida a asumir la responsabilidad solos.
El próximo año se cumple el aniversario número 75 de la fundación de las Naciones Unidas, un momento en que decenas de millones de personas desarraigadas por la guerra y la persecución se encontraban reconstruyendo sus vidas y comenzando a reconstruir un futuro.
Ayudarlos a asegurar ese futuro, y garantizar un derecho de refugio para las generaciones que siguieron, fueron prioridades urgentes de las nuevas Naciones Unidas que nacieron.
Hoy, proteger a las personas refugiadas y resolver el desplazamiento sigue siendo un imperativo. Este trabajo es una expresión de nuestra determinación de vivir y prosperar juntos como una comunidad de pueblos y naciones.
Juntos, a través de este foro y de la implementación de un Pacto Mundial histórico, podemos trazar un camino audaz y práctico para ayudar a millones de personas a encontrar protección y dignidad, y ayudarnos a todos a encontrar un camino compartido hacia un futuro mejor.
Gracias.