ONU hace un llamamiento para reunir 951 millones de dólares para socorrer a refugiados rohingyas en Bangladesh
ONU hace un llamamiento para reunir 951 millones de dólares para socorrer a refugiados rohingyas en Bangladesh
Cuando huyeron de Myanmar a causa de la violencia hace seis meses, Mohammad Islam y su familia no tenían qué llevarse a la boca y dormían al raso, soportando las lluvias monzónicas.
Ahora viven en una choza cubierta por una lona de ACNUR Y Mohammad, rohingya de 45 años, apunta la ayuda que ha recibido y que ha transformado una lucha desesperada por la supervivencia para él, su esposa y sus cinco hijos en una vida.
"Ahora tenemos cobijo, comemos dos veces al día y tenemos libertad de movimientos por el asentamiento", dice el antiguo vendedor ambulante del estado norteño de Rakhine, en cuclillas en el suelo de cemento de su hogar.
Unas cuerdas atadas a raíces de árboles anclan la lona a postes de bambú. Por la choza hay colchones, mantas y mosquiteras y una lámpara solar. Él y su esposa, Kala Banu, de 25 años, tienen dos ollas para el arroz, cinco platos y utensilios.
Es una de las 2.531 familias reubicadas desde octubre en un campo abierto en el asentamiento de Kutupalong, donde el Gobierno de Bangladesh, con el apoyo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados y sus socios, han facilitado materiales, instalaciones y servicios.
Además de los albergues, construidos por los propios refugiados en calles improvisadas donde las comunidades desarraigadas pueden vivir juntas en el exilio, ACNUR y su socio, la organización no gubernamental bengalí BRAC, han facilitado letrinas para hombres y para mujeres, pozos entubados y alumbrado público que funciona con energía solar.
"El alumbrado me hace sentirme mucho más segura cuando voy al baño de noche", dice Kala. Las instalaciones están dispersas en la zona, de unas 35 hectáreas, de cumbres y valles poco profundos.
"Le salvó la vida. Se recuperó."
Cuando Ayatullah, el hijo de 11 años de Mohammad, mostró síntomas de dolor de garganta, glándulas inflamadas y fiebre, el personal médico de un centro de salud cercano, apoyado por la ONG OBAT Helpers Inc., lo trató, sospechando que era difteria, una enfermedad que ha afectado a más de 5.000 personas en el asentamiento, causando centenares de muertes.
"Le salvó la vida. Se recuperó", dice Mohammad de su hijo, que es uno de los 30 niños que acuden al centro de aprendizaje de una sola aula que se encuentra a unos centenares de metros. Con el apoyo de diferentes ONG y del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), el centro ayuda a alfabetizar, a desarrollar habilidades para la vida y matemáticas y lleva a cabo actividades que incluyen canto.
Los 10.128 residentes en la zona también tienen acceso a puntos de información que les aconsejan sobre los servicios que tienen a su disposición. Entre estos se encuentran espacios acogedores para los niños, apoyados por ACNUR y centros para el bienestar de las mujeres y comunitarios, que proporcionan actividades para mejorar la vida de las personas.
"Me gusta coser y necesito tener ingresos", dice Laila Begum, de 25 años, madre soltera que asiste a un taller de costura gestionado por BRAC, que enseña a docenas de mujeres a hacer redes de pesca y gorras de plegaria que después se venden.
El esposo de Laila está detenido en Myanmar y ella cuida de sus tres hijos pequeños y de tres huérfanos y depende de la ayuda de alimentos básicos del Programa Mundial de Alimentos. "Quiero que tengamos una dieta variada", dice Laila, "para que no comamos solo arroz y lentejas."
Por todas partes se aprecia la mejora en las condiciones de vida. Algunos residentes ahora cultivan algunas verduras, como calabacines, judías y berenjenas en terrenos vacíos, e incluso crían gallinas.
Espacios acogedores para ellos, orientación y otros servicios garantizan que los niños, silenciados por el trauma, ahora juegan y saludan a los visitantes con una sonrisa.
Las transformaciones vitales son apreciables por toda la vasta ciudad que emerge y que da refugio a la mayoría de los más de 600.000 refugiados rohingyas que han huido de la violencia desencadenada en el estado de Rakhine, en Myanmar, desde el pasado mes de agosto.
Si bien se están haciendo enormes avances en la ayuda a los residentes del asentamiento dividido en más de 20 campos las necesidades de las decenas de miles de familias que viven en el asentamiento para refugiados más grande del mundo son vastas.
Agencias de la ONU, incluida ACNUR, y sus socios, lanzaron el viernes un llamado conjunto para reunir 951 millones de dólares estadounidenses para cubrir las necesidades de cerca de 900.000 refugiados rohingyás y más de 330.000 bengalíes vulnrables en las comunidades que los acogen.
"Las soluciones a esta crisis se encuentran dentro de Myanmar."
El llamado fue lanzado en Ginebra por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, el Director General de la Organización Internacional para las Migraciones, William Swing, y la coordinadora residente de la ONU en Bangladesh, Mia Seppo.
"Estamos hablando de unas necesidades realmente acuciantes aquí, tanto entre las comunidades bengalíes que han abierto tan generosamente sus puertas, como entre la población sin estado y refugiada, que incluso con anterioridad a esta crisis se encontraba ya entre las más marginadas y en riesgo a nivel mundial", dijo Grandi en el lanzamiento.
"Las soluciones a esta crisis se encuentran dentro de Myanmar, y se deben establecer las condiciones que permitan a los refugiados volver a sus hogares. Pero hoy estamos aquí para hacer un llamado de ayuda para cubrir las necesidades inmediatas, y estas necesidades son vastas.
En Kutupalong se necesita urgentemente más tierra para ampliar el asentamiento y aliviar la superpoblación, que lo afecta todo, desde la salud pública hasta la seguridad. Los monzones amenazan con inundaciones y corrimientos de tierra y hay una necesidad urgente de reubicar a los que se encuentran en las áreas en riesgo.
Se está trabajando en abrir nuevos sectores. El Campo 4 se puede ampliar en unas 50 hectáreas para aliviar la presión en otros lugares. Para hacerlo más seguro ante posibles corrimientos de tierra, se están reduciendo las pendientes y se están construyendo carreteras con maquinaria de movimientos de tierra.
El gobierno bengalí ha declarado que cederá unas 200 hectáreas más de tierra para ayudar a reubicar algunas de las familias más vulnerables y que se encuentran en mayor riesgo de ser víctimas de inundaciones y corrimientos de tierra, aunque puede que no sean suficientes para acomodar a todas las personas que deben trasladarse.
Por Tim Gaynor
Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona Reyes por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.