Un año después de las inundaciones en Pakistán continúan los esfuerzos humanitarios por las víctimas
Un año después de las inundaciones en Pakistán continúan los esfuerzos humanitarios por las víctimas
ISLAMABAD, Pakistán, 27 de Julio (ACNUR) -- Un año después del comienzo de una de las peores inundaciones de la historia de Pakistán, los esfuerzos por ayudar a los que perdieron todo en el desastre continúan. ACNUR está trabajando para ofrecer casas nuevas a 45.000 familias vulnerables. Los refugios permanentes se están construyendo para albergar a algunas de las víctimas más vulnerables de la inundación, aquellos que no pueden reiniciar sus vidas por sí mismos. En otros lugares, la Agencia de la ONU para los Refugiados casi ha terminado la construcción de más de 30.000 alojamientos temporales para familias que tienen previsto reparar o reconstruir sus casas.
Las devastadoras inundaciones del año pasado, que comenzaron a finales de Julio, desplazaron a más de cuatro millones de personas y destruyeron aproximadamente 1,7 millones de hogares. ACNUR fue el primero al que el gobierno provincial de Balochistan solicitó atender [esta emergencia] ofreciendo ayuda a las víctimas de las inundaciones. Sin embargo, las operaciones de emergencia de la Agencia pronto se extendieron a otras tres provincias afectadas. Eventualmente se ofreció asistencia a unos 2 millones de víctimas de las inundaciones, entre ellos a decenas de miles de refugiados afganos.
50 familias de la comunidad Hindú, minoritaria en Pakistán, esperan trasladarse a sus refugios de una habitación en las próximas semanas. La aldea de Kot Sabzal, en la provincia de Punjab, quedó anegada por más de un metro de agua durante las inundaciones del año pasado y, aunque no hubo que lamentar víctimas, las familias perdieron todo lo que tenían. A día de hoy están viviendo en refugios improvisados junto a sus nuevas casas de ladrillo y mortero que los hombres construyen con materiales facilitados por ACNUR.
Al tiempo que se muestran deseosos de trasladarse a sus primeras casas que ya no están hechas de barro, siguen preocupados por el futuro. "Al principio, todos los miembros de la comunidad, hombres y mujeres por igual, trabajaban en los campos, pero ahora la mayoría de nosotros está en paro y viviendo precariamente", dijo Tjirat Jeen, de 30 años.
Los residentes de la aldea de refugiados de Azakhel, en el oeste de la provincia pakistaní de Khyber Pakhtunkhwa no están tan seguros de cuando podrán regresar a sus hogares.
Azakhel, un pueblo establecido hace 30 años por los afganos que huían de la guerra, era el hogar de 23.000 refugiados en el momento de las inundaciones. Los refugiados perdieron sus casas, medios de vida y negocios en el desastre. Desde entonces han estado viviendo con familiares en alojamientos de alquiler o en refugios improvisados. Las autoridades provinciales han afirmado que se debería reubicar a los refugiados en otro asentamiento.
"El hecho de que tanta gente haya rehecho su vida tras un desastre natural tan destructivo es una evidencia de la fuerza y resistencia de la gente de Pakistán", declaró Mengesha Kebede, Representante de ACNUR en Pakistán. "A medida que continúa nuestra asistencia a las víctimas, creemos que si se toma la decisión de permitir a estas familias de refugiados regresar a Azakhel, se podría reconstruir otra comunidad".
En el oeste de Pakistán, en el pintoresco Valle de Swat, una pequeña estación hidroeléctrica financiada por ACNUR está ofreciendo electricidad a 200 familias que viven en aldeas remotas. La elevación de las casas en las colinas hizo que se salvaran de importantes inundaciones. Pero el desbordamiento de los ríos y arroyos arrancó torres de alta tensión y dejó sin luz los asentamientos, muchos de los cuales sólo son accesibles a pie,.
La casa de Abdul Majeed en la aldea de Gishar tiene amplias vista del valle y de los bancales. Su familia y las de aldeas vecinas pasaron meses sin electricidad tras las inundaciones hasta que finalmente se restauró.
"Normalmente los proyectos de ayuda sólo se destinan a las aldeas que están al borde del camino, la mayoría no llegan a zonas remotas como la nuestra" dijo Abdul. "Estamos agradecidos de que no se hayan olvidado de nosotros".
A lo largo de Pakistán, todos los campos para desplazados por las lluvias se han cerrado excepto cinco. Todos ellos están ubicados en Jaffarabad, en la provincia de Balochistan. Miles de personas continúan en asentamientos improvisados, principalmente en las provincias de Sindh y Punjab. Los habitantes de estos asentamientos dicen que no han regresado a sus casas por el coste de la reconstrucción, los préstamos pendientes o los litigios sobre la propiedad.
Por Tim Irwin en Islamabad, Pakistán