Un niño sirio arriesga su vida en el mar
Un niño sirio arriesga su vida en el mar
GINEBRA, Suiza, 17 de abril de 2014 (ACNUR/UNHCR) – Mahmoud es sólo un niño. Le gusta jugar con sus amigos, ir a la escuela y leerle cuentos a su hermana pequeña. Su madre y su padre, como otros padres, sólo quieren lo mejor para él. Pero la historia de Mahmoud no es una historia cualquiera.
Su épico viaje comenzó un día de otoño de 2012, cuando el niño, de nueve años, huyó con su familia desde su ciudad natal, Alepo, en Siria. Buscando refugio de una guerra que ha acabado con miles de vidas, se asentaron en Egipto, alquilaron un pequeño apartamento apenas acondicionado en un barrio polvoriento de El Cairo. Pero la vida diaria no era fácil y, con el cambio de gobierno en junio de 2013, las cosas iban a ponerse mucho peor para ellos.
La opinión pública egipcia se volvió rápidamente contra los 300.000 sirios que habían buscado refugio en Egipto. Los niños locales empezaron a acosar a Mahmoud, hasta el punto incluso de atacarle físicamente. Temiendo por su vida y sin poder ir a la escuela, el niño se negaba a salir de casa y decidió ayudar a su padre, Mohamed, que luchaba por sacar adelante a la familia vendiendo pan a los vecinos.
"Quería irme porque aquí no hay escuela y no tengo amigos", contaba Mahmoud al ACNUR en 2013 entre lágrimas. "Aquí me pegan todo el tiempo".
Mohamed tampoco veía un futuro para su hijo en Egipto, así que tomó una decisión que ningún padre debería verse obligado a tomar: puso a su hijo en un barco ilegal rumbo a Italia, solo. "Nadie envía a su hijo a la aventura solo a menos que viva con auténtico miedo", explica Mohamed. "Nuestras vidas también son difíciles aquí".
Pero huir también fue complicado. El barco en el que viajaba Mahmoud fue atacado en el mar antes de abandonar aguas egipcias. El chico pasó cinco traumáticos días en un centro de detención antes de poder ver de nuevo a su familia.
De vuelta en El Cairo, volvieron a acosar al niño. Cuando ACNUR entrevistó a Mahmoud, apenas podía contener las lágrimas. Sin futuro, sin educación y sin amigos con los que jugar en Egipto, el niño contó al equipo de la Agencia de la ONU para los Refugiados que no tenía miedo de volver a coger un barco. "Sueño con que algún día tendré una casa nueva en un lugar mejor", decía convencido. "Iré al colegio y haré nuevos amigos".
Todo lo que quería el niño era tener la oportunidad de vivir en paz. Lo que ocurrió después cambió su suerte.
ACNUR presentó el caso de Mahmoud al gobierno sueco, que había comenzado a aceptar a refugiados sirios en su programa de reasentamiento, y en diciembre de 2013, tres meses después de que Mahmoud cogiera el barco, su familia fue aceptada.
Iban a vivir en el municipio de Torsby, una pequeña ciudad en el centro de Suecia con tradición de ayudar a refugiados vulnerables. Antes de irse, el pequeño Mahmoud se sentía triste e inquieto. Quería saber cuándo empezaría la escuela, cómo sería su casa, si tendría amigos y si su padre encontraría trabajo. En definitiva, estaba deseando empezar su vida de nuevo.
En enero la familia voló a Suecia, aterrizó en un aeropuerto local y partió hacia Torsby en coche. "Cuando oí por primera vez que iba a viajar estaba muy contento" decía Mahmoud, tapado con una bufanda mientras el coche avanzaba entre el frío paisaje sueco. "He viajado dos veces en mi vida, pero las dos últimas veces ha sido para escapar y esta vez voy a vivir una nueva vida".
En los días siguientes la familia recibió documentos de identidad, mantuvo entrevistas con los servicios sociales locales y se hicieron cargo de las necesidades básicas, como encontrar ropa adecuada para las frías temperaturas. Mahmoud, cuyos ojos brillan de entusiasmo, se ha tomado esta transición con calma. Por fin ha podido correr fuera de casa y jugar sin miedo, e incluso ha participado en su primera batalla de bolas de nieve. No sólo eso: por primera vez en dos años ha podido estudiar.
"Me puse muy contento cuando vi la escuela", dice sonriendo después de su primer día de clase. "Y estaba contento de tener nuevos amigos". Aunque al principio era muy tímido, sus ganas de aprender están por encima de su timidez y hoy ya puede presentarse en sueco básico.
Pese a que nunca olvidará su pasado en Siria, en Egipto y durante su terrible travesía por mar, Mahmoud emana ahora un nuevo sentimiento de confianza cuando habla. "Ahora sólo quiero tener una nueva vida lejos de la violencia, los asesinatos y la guerra", le dijo al ACNUR un día poco antes de la llegada de la primavera en Torsby. "Si un niño me pregunta cómo era mi vida antes, le diré que era difícil pero que ahora es mucho mejor".
Por Kate Bond