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Tifón Haiyan: ACNUR ayuda a los sobrevivientes a regresar a tierra firme

Historias

Tifón Haiyan: ACNUR ayuda a los sobrevivientes a regresar a tierra firme

Rosita Pica estaba entre unas 200 personas que vivían en un barco varado hasta que el personal del ACNUR les dio una alternativa: tiendas de campaña cerca de casa.
24 December 2013
Rosita Pica y su familia preparando la cena cerca de su refugio temporal en Tacloban, Filipinas.

TACLOBAN, Filipinas, 24 de diciembre (ACNUR) – Un barco de dragado oxidado que había sido arrastrado por el tifón Haiyan 100 metros tierra adentro, en lo que queda de la ciudad costera de Tacloban, sirvió de hogar para Rosita, de siete meses de embarazo, y su familia durante más de 31 días.

Junto a otras 38 familias, compartieron los espacios estrechos de la embarcación, donde también había muchos cadáveres. La pestilencia de descomposición mezclada con el olor del crudo y otros olores era abrumadora, incluso luego de un mes.

Las condiciones de vida eran malas, pero no había otra opción para esta madre de cinco niños, de 34 años, junto con otros 190 sobrevivientes que en su mayoría eran niños. Sus hogares habían sido destruidos y todo el lugar estaba rodeado de escombros. No había otro sitio en el cual refugiarse de las lluvias y los saqueadores que rondaban la ciudad en los primeros días de la emergencia.

"Tuvimos que soportarlo todo. No teníamos otro lugar a dónde ir", dijo Rosita, sobreviviente del tifón Haiyan, uno de los ciclones más fuertes que ha tocado tierra, llegando a causar la muerte de más de 6.000 personas, a arrancar de raíz árboles y postes eléctricos, y hasta a demoler a su paso estructuras de concreto.

Rosita y su familia sobrevivieron a la tormenta refugiándose en un centro de evacuación. Su humilde casa fue destruida. Cuando ella y otros residentes de un área llamada Barangay 75 vieron el barco varado, escalaron la embarcación que se encontraba alrededor de un mar de escombros y decidieron refugiarse allí. Aprovecharon cada rincón del barco incluso la sala de máquinas.

"Hacía calor durante la noche, los mosquitos hicieron un festín con nosotros", exclamó Rosita.

Las personas compartieron una hornilla para cocinar raciones de comida provistas por el Departamento de Bienestar Social y Desarrollo del gobierno. En la mayoría de los días se presentaron lluvias y cuando cesaron, los sobrevivientes utilizaron dos escaleras improvisadas para descender de la embarcación y dormir en el en los escombros que se encontraban debajo. Esto fue particularmente peligroso para los niños que vivían en la embarcación.

Algunos de los residentes informaron a ACNUR sobre los problemas que presentaban Rosita y los demás residentes.

"Cuando vimos que esta comunidad seguía viviendo en el barco, contactamos al PNUD [Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo] que movilizó de inmediato a los trabajadores contratados en el marco del programa 'efectivo por trabajo' para limpiar algunos de los escombros que se encontraban en el área", declaró Eilish Hurley, una de los funcionarios de ACNUR enviados a Tacloban para responder a la crisis. "Esto permitió que ACNUR y su agencia socia Community and Family Services International (CFSI), proporcionaran tiendas de campaña para quienes vivían en el barco, para que pudieran escapar de la suciedad y los peligros que la embarcación representaban para ellos".

También distribuyeron lámparas solares, mantas y sets de cocina, para ayudar a las comunidades a establecer temporalmente espacios de vida más dignos mientras que se pudiese identificar un espacio permanente.

Un día después de recibir la tienda de campaña, el esposo de Rosita – asistente en una tienda de electrodomésticos – montó el campamento cerca del barco que alguna vez fue su hogar. Rosita conversó animadamente con sus vecinos, acarició su barriga y remarcó: "si es una niña, la llamaré Yolanda", refiriéndose al nombre local que recibió el tifón.

Tacloban está mostrando paulatinamente algunos signos de normalización ya que sus vías han sido despejadas, algunas tiendas pequeñas han reabierto sus puertas y se ha restablecido el servicio eléctrico en algunas partes de la ciudad. Sin embargo, el entorno, incluyendo el espacio alrededor de las tiendas de campaña de Rosita y sus vecinos, sigue estando contaminado por montones de pedazos de techos de hierro ondulado, acero, concreto destrozado y madera. La autoridades y el PNUD se están encargando de limpiar estos escombros.

Todavía hay cuatro millones de personas desplazadas a raíz de de la tormenta y tomará muchos meses y años antes de que alguno de ellos puedan reconstruir sus vidas y sus hogares.

Hasta la fecha, ACNUR ha ayudado a más de 306.000 sobrevivientes del tifón Haiyan, repartiendo tiendas de campañas familiares, lámparas solares, lonas de plástico, rollos de plástico, mantas, sets de cocina y bidones.

Los artículos más apreciados son los materiales para la construcción de refugios temporales, mientras las tiendas de campaña de ACNUR se han instalado a lo largo de la ciudad para ofrecer refugio a personas como Rosita, que lo necesitaban urgentemente. Como ella ha señalado, estas tiendas y lámparas solares le han dado a su familia, como a muchas otras, un alivio para su sufrimiento.

Por Fernando del Mundo, en Tacloban, Filipinas

Gracias a la Voluntaria en Línea Marianella Quintero Ocaña por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.